Todo estuvo perfectamente planeado. El 20 de diciembre votaron la emergencia económica que le daba poder al Ejecutivo para reasignar partidas presupuestarias entre otros múltiples atributos discrecionales. Nobleza obliga, debo decir que se ganaron el derecho a hacerlo a fuerza de legítimos votos. Pero la planificación del robo siguió con la forma y el fondo del anuncio. Como primera medida les sacó a los jubilados -quienes no tienen obligación de votar-, una estrategia perversa, si las hay. Si bien el aumento se cobrará en marzo, fue anunciado ahora para que los jubilados no se movilicen en este momento. Ante todo es necesario destacar el día y la hora: viernes 14 de febrero –Día de los enamorados- a las 18 y previo al cambio de quincena. Hay que reconocerles picardía criolla para que semejante misil al bolsillo de 2.5 millones de jubilados se diluya además con la complicidad de múltiples espacios de propaganda partidaria disfrazados de comunicadores. Pasemos en limpio el despojo en números: les sacaron a 2.5 millones de jubilados $4.451.000.000 para darle $924.000.000 a 4.3 millones de ellos. En el medio manotearon del sistema previsional $3.527.000.000. En promedio, los jubilados que percibían por arriba de la mínima perdieron el 52% de lo que debían percibir con la fórmula anterior. Todo esto solo dos meses después de que el presidente anunciara en campaña que licuaría Leliqs para garantizarle poder adquisitivo a los jubilados mientras pagó estas letras y les recortó a los pasivos. Todos los políticos en campaña prometen cosas que después, cuando ejercen el poder, resultan difíciles de cumplir, pero pocas veces se vio un presidente que desnude sus mentiras de manera tan grosera y tan rápidamente. Pero vayamos a los robos más perversos y nefastos que esta acción nos deja: -En primer lugar, nos robaron la cultura del trabajo a millones de argentinos que mamamos en nuestra educación el simbolismo del sacrificio y su contrapartida traducida en los resultados del esfuerzo. Políticos millonarios que no pueden justificar sus propiedades en Puerto Madero y que se perpetúan en el tiempo nos conminan a un despojo por decreto de lo aportado por ley llamándolo “solidaridad”. La solidaridad es voluntaria. Si es compulsiva, en mi barrio, le dicen robo. Pero además inoculan, en gran parte de la población, un resentimiento que viene a alimentar este círculo defectuoso en el cual muchos le sugerirán a sus hijos que se registren por el mínimo y perciban algún excedente -si lo hay, en negro- ya que la resultante de su trabajo será expropiada por el líder populista de turno. Ergo, más marginalidad y más populismo que entronará a iluminados de turno que repartirán nuevamente a discreción. -En segundo lugar, nos robaron la palabra. Así los medios oficialistas titularon “Las nuevas jubilaciones o el rompecabezas de un aumento con matices” y el gremialista militante del ajuste, Hugo Yasky, consideró que la cláusula gatillo es indexatoria y genera inflación mientras la otrora defensora de los jubilados, la diputada Mirtha Tundis, quien lloraba desconsolada por los canales de televisión durante la gestión pasada, hoy tiene paradero desconocido. -Por último, el presidente Fernández que salió a decir en los medios: “Algunos opositores y algunos medios quieren hacerle creer a la gente que estamos haciendo un ajuste”. Yo me anoto en esa lista, presidente. En los que llaman las cosas por su nombre. Fui diputado de Cambiemos cuatro años y puse la cara en cuanto programa de televisión hubo sin usar ninguna metáfora. Recompusimos el Indec y cuando la inflación nos golpeaba ahí estábamos sin robarle el significado a las cosas. Estuve al lado del presidente Macri cuando tuvo que anunciar retenciones y dijo, con todas las letras, que era una mala medida y que tenía que hacerlo temporalmente para preservar el bien general al igual que cuando instauró el cepo luego de perder las elecciones y de que el mundo se diese cuenta de que otra vez corríamos el riesgo de regresar al relato, el reto y la mentira. Entiendo las responsabilidades del poder y aporto desde los 18 años al sistema previsional. Puedo y debo discutir las imperfecciones del sistema y tengo la obligación de colaborar para que este armado populista que colapsó con la incorporación de más de 3.600.000 nuevos jubilados sin aportes durante el último gobierno kirchnerista sin que nadie explique de dónde sacar la contrapartida presupuestaria y la duplicación del peso del Estado sobre el PBI del 21% al 42% durante el mismo lapso, se recomponga y nuestro país deje de estar lógicamente estancado ante tan desequilibrado ecosistema insostenible. Pero no nos robe la racionalidad. No nos robe la palabra. No nos robe el sentido común. No nos robe la cultura del trabajo. No nos robe la historia del esfuerzo. Y por último que no le roben a usted la posibilidad de lograr el apoyo de los que, a pesar de nuestras diferencias, estamos dispuestos a acompañar los sacrificios que haya que hacer, pero nunca a costa de otra vez relato, reto y mentira.
El robo del siglo
Todo estuvo perfectamente planeado. El 20 de diciembre votaron la emergencia económica que le daba po