Cultura

El riesgo de gobernar con la mafia

En estos días el disparate argentino estuvo en su plenitud y una gran cantidad de cosas llamaron la a

En estos días el disparate argentino estuvo en su plenitud y una gran cantidad de cosas llamaron la atención. Existen situaciones de una gravedad inusitada y el Gobierno festeja idioteces o proclama cosas que a los dos días cambian. Mientras tanto, los militantes de ese sindicato del crimen de nombre kirchnerismo festejan alegremente las bobadas. La única preocupación del militante kirchnerista consiste en hacer lo que sea para bombardear los procesos judiciales de CFK y los de algunos de los millonarios que están en prisión, además de asegurar sus respectivos conchabos. Cuando un kirchnerista habla de su preocupación por la pobreza siempre está hablando de su pobreza y la de su familia. La del resto de la población, le importa poco. Por algo lo primero que hicieron, con total descaro, fue eliminar el decreto del gobierno anterior que prohibía que hubiera familiares ocupando cargos públicos. Si al peronismo le quitan la posibilidad de tener varios familiares en la administración pública, le quitan gran parte de su razón de ser. Tener a toda la prole viviendo del Estado es de las pocas cosas que se toman seriamente. La cifra de gente asesinada en Santa Fe en un mes y medio es realmente escalofriante. El ministro de seguridad de la provincia, Marcelo Sain, explicó que el tema es “estacional”. Así como hay momentos del año que son propicios para sembrar algo en el campo o para consumir ciertas frutas, en enero se abre la temporada de asesinatos. En cualquier momento algún diputado desorientado escucha a Sain, llama a uno de los cientos de asesores que pululan en la Cámara y promueve un proyecto de declaración anunciando que en enero se celebrará la “Fiesta nacional del asesinato”. Si no fuera patético, sería gracioso. Lo dice un ministro de Seguridad y nadie del Gobierno le aconseja que limite la cantidad de tonterías que enuncia diariamente. La indigencia intelectual de gran parte de la clase política argentina nos asombra aun a los pensamos que jamás servirían para algo útil. Recién ahora algunos famosos se enteran de que muchos niños de la comunidad wichi mueren en Salta por falta de agua potable. La ministra de Salud de Salta explicó que hace mucho que sucede eso “en enero” (otra vez la “estacionalidad”). Esa provincia ha sido gobernada por el mismo partido desde siempre. Jorge Lanata informó hace algún tiempo acerca de esa catástrofe humanitaria. Ver ahora a miembros de la farándula oficialista sobreactuando su dolor y comunicándose con el gobernador por redes sociales da vergüenza ajena. Gobiernan desde siempre y ahora descubren que los wichis se mueren. Se mueren chiquitos por falta de agua potable en un país donde hay cuantiosos millonarios que han hecho su fortuna gracias al Estado, a través del fraude fiscal, robando como funcionarios o aprovechando su cercanía al poder para hacer negocios. Hace mucho se sabe eso. Ahora toca sobreactuar hasta que el tema salga de los medios. La decadencia no tiene fin. Mientras tanto, el Presidente desmiente a su Jefe de Gabinete, que afirmó que aumentarían las tarifas, e informa que no van a aumentar. Todo esto en un día. Da para pensar: o no hablan entre ellos o habían decidido que iban a aumentar las tarifas y alguien “los retó”. Esta administración gobierna primero para agradar a la jefa del sindicato del crimen (CFK) y después para el resto. No hay dudas de eso al ver el patético y falaz video del Presidente hablando del lawfare, que es el nuevo concepto de los representantes del autoritarismo iberoamericano: lo usan Rafael Correa, Evo Morales, Nicolás Maduro, los impresentables de Podemos en España y todos los que más o menos han recibido plata oscura de la dictadura venezolana. Las causas contra la corrupción K están sobradas de pruebas y el Presidente lo sabe. Sólo su cinismo lo lleva a hacer un video en el que habla “de la aplicación regional de las tácticas de persecución del lawfare”. En este momento es noticia en España la cantidad de dinero que el régimen venezolano entregó a funcionarios del ex presidente, Rodríguez Zapatero (socialista). El gobierno español actual (alianza de socialistas con los chavistas de Podemos) tiene un gran problema porque dejaron entrar a España a la vicepresidente de Venezuela Delcy Rodríguez, violando así disposiciones de la Unión Europea. El Presidente argentino y el español (Pedro Sánchez) están probando la misma medicina: no se puede estar integrado al mundo cuando trabajas ligado al sindicato del crimen mundial. Es incompatible. Sánchez, al permitir ingresar a España a una perseguida por la justicia europea, y Fernández, al hacer ese video patético, ofrecen la prueba palpable de lo que pasa cuando las alianzas políticas incluyen delincuentes. En una escena de la fabulosa saga de El Padrino, Michael Corleone (cuyo padre quería integrarlo a la sociedad civil con el apoyo de la mafia pero no en la estructura de la mafia) dice: “Justo cuando pensaba que estaba afuera vuelven a involucrarme”. El riesgo de trabajar con la mafia es ese: estás feliz charlando con Macron o Merkel hasta que te llaman para que hagas un video defendiendo a Milagro Sala y a De Vido. La mafia siempre llama. Involucran al Presidente con la mentira del lawfare, vuelven a hablar de reformar la Constitución y sacan proyectos, como el del senador Guillermo Snopek, para intervenir el Poder Judicial de Jujuy. Por supuesto, el único fin es liberar a Milagro Sala. Vale agregar que cuentan con el empuje de gente nefasta como Eugenio Zaffaroni y Horacio Verbitsky. Además, tienen el respaldo de una ministra del gabinete, como Elizabeth Gómez Alcorta, abogada en otro tiempo de Sala que habla de “presos políticos”. La secta quiere llevarse puesto el Estado de derecho para cumplir sus deseos. Mientras todo eso sucedía, los integrantes del Gobierno estaban eufóricos porque había vuelto Tecnópolis. Por ejemplo, la ministra de seguridad Sabina Frederic celebró en Twitter que Tecnópolis “volvió a abrir sus puertas”. Uno espera que la ministra de Seguridad, que tiene cifras alarmantes de delitos, se ocupe de pensar en cómo luchar contra eso y no que esté pensando en semejante bobada. Encima en Twitter le demostraron con datos que lo publicado era una mentira, ya que durante los años de Macri ese sitio permaneció abierto. O sea, se ocupa de bobadas y, además, miente. La mentira como política de Estado. No está en mi ánimo reivindicar Tecnópolis, lugar que, creo, debería haber sido cerrado durante la gestión anterior junto con tantos otros organismos. En los países civilizados los parques son para que la gente vaya con amigos o en familia y haga lo que quiera. No hace falta que el Estado de un país pobre gaste dinerales en esos adefesios de adoctrinamiento (lo que será de ahora en más Tecnópolis) o en patéticas giras de “artistas populares” por pueblos de la provincia de Buenos Aires como sucedió, por ejemplo, en la gestión de cultura de Cambiemos de esa provincia (hicieron lo mismo que hacía Scioli) cuando tenemos una tasa de delito como la que tenemos o cuando hay niños que mueren porque no hay agua potable. Es un tema de prioridades y la cultura sirve a los países cuando los hace mejores, no cuando detrás de la palabra “cultura” se esconde el adoctrinamiento o la estupidez. El gobierno de Cambiemos mejoró la institucionalidad y atendió situaciones de atraso de infraestructura que eran muy graves. Logró una gran reinserción internacional e hizo muchas cosas bien. Por sostener políticas y discursos similares a los del establishment peronista no recibió más que ingratitud. Lo que está pasando con el discurso de Tecnópolis debe servir de enseñanza a la actual oposición para la próxima vez que le toque el gobierno: la batalla cultural es clave. Hay que ir contra todo lo que expresa totalitarismo y tilinguería, de manera democrática y justa. Hay que tener claro eso para dar más fuerzas a gestiones como la anterior, que fueron por el camino republicano y mejoraron muchas cuestiones, pero que hoy están sufriendo el escarnio por los mismos que ellos alimentaron. La gente en Argentina necesita trabajar y vivir en paz. Hoy no pueden hacerlo porque la presión impositiva es salvaje y se pagan impuestos para construir relatos como los de los K, que están anclados en el Estado en lugares inútiles y caros. Mientras sucede esto, derogan el DNU de la gestión anterior sobre la protección de testigos que dependían antes de un organismo judicial. Ahora los “testigos protegidos”, que acusaron por corrupción a personas del anterior gobierno de CFK, estarán bajo el control del Poder Ejecutivo, o sea, de los amigos de los acusados. No dejan ni una medida de lucha contra la corrupción en pie. Es tiempo de llamar a las cosas por su nombre. Los eufemismos ya no resuelven nada. Les han robado a los jubilados que trabajaron y aportaron toda la vida en beneficio de los que nunca aportaron. Descuentan, además, que los que nunca aportaron los votarán a ellos. El kirchnerista promedio, por su lado, defiende hasta lo indefendible porque el fanatismo es un flagelo de la humanidad. Lo mismo pasa con la inescrupulosidad. La cantidad de gente que está buscando irse del país es impresionante. Hay que mirar Venezuela para ver cómo se puede terminar.

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