-¿Qué novedad o impronta cree que traerá su gestión como presidente de la Corte? -No puede haber un campeonato de fútbol en el que los ciudadanos dudan de la imparcialidad de los referis. No puede haber un país donde los ciudadanos dudan de la imparcialidad de sus jueces. Y si hay un desafío, es recuperar la credibilidad y legitimidad del Poder Judicial para resolver los conflictos entre los argentinos. -¿Y hoy cómo está esa cuestión hoy? ¿Cree que la Justicia se corrió del lugar del árbitro que dirime los conflictos? -No, pero si uno ve los índices reputacionales, la Justicia, que debería tener un lugar muy destacado, no lo tiene. En parte es por problemas comunicacionales. La gente ve al Poder Judicial mucho peor que el modo en que lo ven y lo experimentan los usuarios del sistema. Y también del liderazgo en el país. En el último tiempo se volvió un deporte nacional denostar a los jueces. Indiscriminadamente. Un deporte que practicó todo el espectro político e institucional argentino. Y no se dan cuenta de que eso es serruchar la rama donde uno está apoyado, porque el Poder Judicial está para quedarse. De modo que si lo queremos mejorar tenemos que comprometernos con la necesidad y el esfuerzo de discriminar, Hay buenos jueces y malos jueces. Los jueces no elegimos a los jueces. Y tampoco los removemos, de modo que no pueden hacernos responsables por los malos jueces. La remoción de los malos jueces no es responsabilidad de los jueces. Me gustaría que mi gestión contribuya a devolverle legitimidad y credibilidad al poder judicial. creo que es algo que se puede hacer, porque es algo en lo que todos los ministros de la Corte estamos comprometidos. El Poder Judicial tiene activos para hacerlo. Una de mis grandes sorpresas fue que cuando me incorporé a la Corte descubrí la calidad de los funcionarios de la Corte y de buena parte del Poder Judicial, cosa que no se ve muy bien desde afuera. Es un desafío realizable. No veo absolutamente ningún obstáculo de parte de nadie para hacer eso. Todos estamos de acuerdo. Cara a Cara con Carlos Rosenkrantz, Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Foto Ruben Digilio. -Los resultados en el campo de la seguridad ciudadana y del castigo de la corrupción son muy malos, según muestran los años recientes. -El Poder Judicial tiene aspectos para resolver y hay bastante compromiso con esa mejora. Ahora, los jueces de la Corte y del sistema judicial argentino no son necesariamente responsables por estos dos flagelos. Nosotros sentenciamos de acuerdo a las leyes que dictan otros poderes del Estado y, reitero, no elegimos ni removemos a los jueces. La sociedad tiene que asumir que tiene que escrutinizar de un modo mucho más estricto el funcionamiento del Poder Judicial. Uno de los grandes rictus argentinos es echarle la culpa a alguien para liberarse de la propia culpa. -La cuestión de la impunidad también está relacionada con la extensión de los procesos judiciales. Hay estudios que indican que las causas de corrupción llevan 16 años. -Hay que tener ciertas reglas de circulación que de algún modo parametricen la duración que cada uno de nosotros debe dedicarse a un expediente. Pero hay expedientes que son muy complicados y por eso tardan más en ser estudiado por las vocalías. Por ejemplo, el caso de los índices de cálculo jubilatorio debe llevar un año y medio en la Corte, que es un plazo muy corto para los plazos de la Corte. Los casos de devolución del IVA llevaron diez años en la Corte. Hay casos cuya solución no es binaria. Una Corte no es una suma de individualidades. Muchas veces se piensa en conjunto. A veces en el proceso previo, antes de la Corte, algunos expedientes estuvieron durmiendo por años ¿Cómo se hace para que esos tiempos no se extiendan? -Muchas veces no depende de nosotros. El sistema procesal argentino es complicado en la Argentina. Voy a dar un ejemplo. En la Argentina, las partes mienten en los juicios. Buena parte de la energía procesal que se aplica en un caso va a intentar identificar, develar y corregir la mentira de las partes. ¿Por qué las partes mienten? Porque hay una interpretación de la Constitución por algunos jueces que protegen a quienes mienten, con la garantía de la no incriminación. ¿Es universal eso? No, en otras latitudes las partes no pueden mentirle al juez. Tengo entendido que el proyecto de reforma del Código Penal cambia este asunto. Esa es una reforma copernicana, porque buena parte de los recursos que se dedican a develar la mentira se van a destinar a determinar la solución correcta para el caso. Hay muchas cosas sutiles que se pueden hacer de esa manera, pero eso lo tienen que corregir los legisladores. Nosotros tenemos que aplicar las normas como son. Yo creo que en la interpretación de casos que requieren esfuerzo interpretativo, un juez no puede recurrir a sus propias convicciones y morales y política, porque nosotros no juramos por nuestras convicciones y morales y políticas. Nosotros juramos por la Constitución y las leyes. Nadie jura por sus propias convicciones morales y políticas. Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia. Foto Ruben Digilio. -En las últimas décadas en la Corte hubo mayorías consolidadas. ¿Eso puede continuar hoy? -Si uno analiza cómo hemos votado en estos últimos dos años en las causas relevantes, advierte que no hay mayorías estables. Yo no creo que haya en la Corte una mayoría de ningún tipo. Y menos creo que haya una mayoría peronista. No entiendo muy bien qué quiere decir que hay “una mayoría peronista”. -Esta semana usted almorzó en la Casa Rosada y hubo jueces que no fueron. -Decidimos hacer un almuerzo protocolar en la casa Rosada, y decidimos que fueran las autoridades de la Corte, que somos la dra. Highton y yo. Todo el mundo es consciente de que el almuerzo fue una instancia de relacionamiento institucional. En muchas circunstancias, mi predecesor, el Dr. Lorenzetti, tuvo reuniones con el Presidente, y luego nos informó sobre esas reuniones. -¿Usted piensa continuar con esa práctica de hacer reuniones periódicas con el Presidente? -No. A mí criterio no tiene mucho sentido verse con el Presidente de la Nación con regularidad. Sí con otros funcionarios del Poder Ejecutivo y también con el Congreso, porque hay muchos temas institucionales sobre los que hay que hablar. Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia. Foto Ruben Digilio. -¿De qué habló con el Presidente Macri? -Fue una reunión corta. Buena parte de la discusión fue la situación presupuestaria. El Presidente insistió en la necesidad de que el Poder Judicial recorte gastos y nosotros insistimos fuertemente en la necesidad de que se mantengan los sueldos del Poder Judicial. -¿Cree que los salarios de los jueces deben estar alcanzados por Ganancias? -Yo creo que no hay ningún juez ni ningún funcionario que no esté de acuerdo con que tienen que pagar Ganancias. -¿Y entonces por qué no pagan? -La cuestión no es si pagan o no pagan Ganancias. La cuestión es la intangibilidad de la remuneración. No está en juego pagar Ganancias. Lo que está en juego es si eso implica una reducción del sueldo de bolsillo de los jueces y funcionarios. -Eso pasa con el resto de los salarios, que también se ven reducidos los salarios de bolsillo. Es una cuestión de igualdad. -No, no es una cuestión de igualdad. Lo que no se quiere es que el salario sea reducido para pagar Ganancias. Pero si hubiera un incremento salarial y sobre ese incremento se redujera el monto para pagar Ganancias no habría ninguna oposición. -La otra dependencia que depende de la Corte y que también está envuelta en distintas polémicas es la dirección de escuchas judiciales (Dajudeco). ¿Hay alguna visión o algún plan para esa dirección? Las escuchas son ineludibles para combatir el delito moderno y el crimen organizado. Fundamentales para la protección de los ciudadanos. Pero así como es una herramienta imprescindible, también es peligrosa si está mal usada. El desafío es construir y consolidar protocolos de control que garanticen que lo que se hace ahí es producto sólo y únicamente de lo que los jueces ordenan, y por lo que hay que rendir cuentas. Ahora hay una auditoría que está llevando a cabo el Congreso de la Nación; cuando esté lista, con el resto de los ministros pensaremos qué es lo que vamos a hacer. Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia. Foto Ruben Digilio. - ¿Se necesitan liderazgos en el Poder Judicial? - Ojo, yo no creo en los liderazgos falocráticos. Sí una gran valentía institucional, que es una gran virtud de cualquier juez y cualquier ciudadano. A mí me putearon 600 mil personas en una marcha de repudio al voto que aplicó el 2x1 a un ex represor, pero un juez -como un árbitro- no puede tenerle miedo a la tribuna. Si no tenés el equipamiento psicológico para bancarte que toda la tribuna de River te insulte, no dirijas Boca-River. Si lo hacés, estarías falseando las expectativas que hay sobre vos. Por eso me gusta mucho la anécdota del árbitro argentino Horacio Elizondo, que dirigió la final del Mundial de 2006. Cuando le preguntaron cómo se le ocurrió echar a Zinedine Zidane por el cabezazo que le dio al italiano Materazzi, respondió “es el 10 de los de camiseta blanca. No me importa su nombre, sino lo que hizo para que merezca su expulsión”. Necesitamos jueces que tengan esa postura. -¿Fue difícil resolver aquel caso que aplicaba el beneficio del 2x1 a un represor? -No sé si saben algo de mi biografía. Mi papá fue militante de la izquierda del radicalismo, y estuvo preso por razones políticas. Mi mamá, dirigente sindical de Ctera dejada cesante por el golpe de Estado de 1976. Mi hermano es periodista, militante de la izquierda. Tenemos muchos amigos desaparecidos. Yo me hice del movimiento radical “Renovación y cambio”, lo apoyé a Alfonsín y estuve con él con toda la política de derechos humanos. Lo mismo que cuando defendí a la Comunidad Homosexual Argentina, en tiempos en que todos miraban hacia otro lado. Cuando vino este caso del 2X1, mis emociones empatizaban con los críticos. Pero yo no juré por mis emociones. Me costó decidir lo que decidí. Me costó emocionalmente, pero no tengo ninguna duda jurídica ni moral de que hice lo que tenía que hacer. Los periodistas de Clarín con Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia. Foto Ruben Digilio. 9-11-18 ¿Usted esperaba cuando lo eligieron presidente que el paso siguiente fuera la dispersión en los votos del tribunal? -Si uno reflexiona sobre quienes me antecedieron en este lugar, como Genaro Carrió -para mí el jurista más fino que dio la Argentina- a nadie se le ocurría que él iba a unificar el criterio de los jueces de la Corte. Tenía un rol representacional, gerencial, y si podía exhibir una diferencia con el resto era por su autoridad jurídica. Los jueces tienen autoridad, no poder. Para mí los más grandes jueces de la Corte han sido Argibay, Belluscio, Carrió y Bacqué. -Entiendo que esa función de ser “un constructor de mayorías” no le gusta mucho... -Es sanata. A veces estás de acuerdo con una posición, y punto. Hay mecanismos institucionales que son mejores para generar mayorías, pero eso es otra cosa. Hay sistemas más centrípetos, en los que la gente busca comunes denominadores en lugar de diferencias específicas. Porque en el derecho lo que vos buscás es asentar reglas de fácil elucidación, que puedan servir como guías de conducta autoimpuestas en la ciudadanía. -¿Cómo se lleva con sus colegas? -Maqueda y Rosatti fueron dos personas a quienes yo vi por primera vez en la Convención Constituyente de Santa Fe. Yo trabajaba con Alfonsín, y los veía como el nuevo liderazgo político constitucional del peronismo. Eran personas muy importantes para mí. Muy sólidas. Te diría que esa Convención convocó a lo mejor que tenía la Argentina, en términos políticos y constitucionales. La contribución que Rosatti y Maqueda hicieron a la Constitución fue súper importante. Y nunca más los vi a ninguno de los dos hasta ahora. La verdad es que para mí es una de las grandes oportunidades y disfrutes que te da la vida. Ahora estamos en el mismo barco. -¿Cómo quedó el vínculo con Lorenzetti tras la disputa por el Centro de Información Judicial? - Con Lorenzetti nos conocemos hace 15 años, nos juntamos a discutir derecho en la mesa de un bar. Yo le tengo mucho respeto y sé que él también me tiene respeto. Nos tenemos simpatía. Esa diferencia fue producto de un momento muy particular en donde las emotividades saltaron incontrolablemente. Carlos Rosenkrantz (60 años) es hijo de un ex diputado de la UCR que estuvo preso durante la segunda presidencia de Perón y apoyaba a Arturo Frondizi y de una dirigente de CTERA perseguida por la dictadura. En la universidad se acercó a Renovación y Cambio de Raúl Alfonsín. De la mano de su padre, también se hizo hincha de Independiente. En los ochenta, fue seguidor del filósofo Carlos Nino, líder del Consejo de Consolidación de la Democracia. De la mano de Nino, Rosenkrantz asesoró luego al ex presidente Alfonsín en la Convención Constituyente de 1994, donde conoció a Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, asesores jurídicos del PJ. y a Elisa Carrió. Un proyecto Contribuir a afirmar una sociedad libre, tolerante, con Justicia independiente y que desafíe la desigualdad. Un desafío Darle un mazazo a la pobreza. Hacer la vista gorda con este drama avergüenza a la política argentina. Un sueño Perfeccionar nuestra democracia, que la juventud se involucre cada vez más en la política para tener una sociedad más participativa. Un recuerdo ¿Lindo? Dos, el nacimiento de mis hijos y el esfuerzo de mis padres para que sus 6 hijos pudieran estudiar. ¿Triste? El accidente en 1988, cuando era vice de Córdoba: murieron los pilotos del helicóptero y Scarpino, mi secretario. Un líder Estoy observando con expectativa a Macron y a Trudeau. La esperanza parece hablar francés. Un prócer San Martín y Belgrano. Una sociedad que admire La alemana. Salió del horror y hoy es un faro. Una persona que admire Raúl Alfonsin. Una comida El asado Una bebida Un malbec... y una grappa en invierno. Un placer Un domingo con la familia, los amigos y algo de ocio. Un libro “El eslabón perdido, la economía política de los gobiernos radicales 1916-1930”, de Pablo Gerchunoff ; y “Homo Deus, ” de Yuvai Harari, una breve historia sobre los retos de la sociedad que viene. Una película Cinema Paradiso. Una serie The Crown y Rebellion.
Carlos Rosenkrantz: "Juramos por la Constitución, y no por convicciones morales y políticas"
-¿Qué novedad o impronta cree que traerá su gestión como presidente de la Corte? -No puede haber un …