Cultura

Leopoldo Moreau y el reino de la farsa

La pasión por mentir no se detiene ni siquiera ante la posibilidad cierta de que las ficciones sean …

La pasión por mentir no se detiene ni siquiera ante la posibilidad cierta de que las ficciones sean descubiertas apenas propaladas. El diputado Leopoldo Moreau exhibió la foto de un policía en una marcha, y consideró que eso probaba que en éstos últimos vandalismos en la plaza del Congreso se habían infiltrado integrantes de la fuerza para enrarecerlo todo y propiciar una represión. Pero la foto era vieja y no probaba nada. Moreau alardeaba con la imagen en el Congreso. Luego fue difundida por C5N y publicada también en la versión online de Página/12. Foto en mano y con voz firme desde su sillón parlamentario Moreau fue sentencioso y seguro: “Acá hay seis individuos encapuchados, con sus rostros tapados, todos vestidos de negro para simular que son anarquistas. Pero hubo un problema, a uno se le cayó el pañuelo que le tapaba el rostro y aparece acá este señor que estaba provocando desmanes”. Al que se le cayó el pañuelo de la cara es al propio diputado. Quedó rápidamente al descubierto su estratagema falaz. Ejercer el periodismo es también desocultar simulaciones deliberadas y alevosas. No es fácil, porque la ficción tiende mil trampas, se disfraza de realidad, persuade, hipnotiza, convence y a veces vence, y es subyugante. Desde la farsa resulta posible instituir el reino de la irrealidad que no conlleva el incómodo y trabajoso esfuerzo de investigar lo verdadero. Esas prácticas difamatorias arraigan en la presunción de que las fantasías son más interesantes que los hechos. Desplegando imaginerías es factible hacer coincidir los flujos retóricos ideológicos con las mentiras para borrar los hechos. La posverdad es posmoral. Adviene cuando se cruzó el Rubicón desde la moral pública hacia la deshonestidad del sofista que sólo busca persuadir aunque para ello resulte necesario demoler la verdad. Hay una disciplina crucial que se llama caología. Es el estudio de los estados alterados, vale para la física, para la astrofísica y la geología (se analizan terremotos, accidentes y desastres varios) pero vale también para la psicología política. Resulta interesante el análisis de los procesos que inducen el caos, verificar cuales son los patrones que se reiteran para provocarlo. Moreau podría ser un buen conejillo de indias para examinar el caos argentino. Es interesante observar sus últimas erupciones parlamentarias: grita, insulta, provoca y miente. Y así el caos se gatilla. Y Moreau no está solo. Los sofistas y sus manipulaciones, tienen poder de persuasión. Porque los mentirosos no siempre fracasan. Y ese es el peligro que afrontamos todos.

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