La indignación de Elisa Carrió por la absolución del expresidente Carlos Menem que dictó ayer la Cámara Nacional de Casación obedece a una razón de fondo no explícita -aunque sí tácita- en la catarata de tuits que lanzó tras conocer el fallo. La verdadera razón de su enojo es la impunidad que esta resolución le garantiza a futuro a Cristina Kirchner y la sospecha de que, detrás de esa situación, actúa la mano subrepticia del ministro de Justicia, Germán Garavano , y de un sector del Gobierno. Cristina Kirchner está procesada en seis causas, cuatro de las cuales ya se elevaron a juicio oral. Amparada en sus fueros como senadora nacional (como Menem), Cristina Kirchner difícilmente vaya presa con el antecedente que creó la Justicia al eternizar los tiempos del proceso judicial del expresidente, que finalizó ayer con una absolución. Carrió anticipó que pedirá el juicio político contra los tres camaristas que firmaron el fallo, pero su embestida no quedará allí: ayer ratificó que también avanzará en el enjuiciamiento del ministro Garavano. Carrió sospecha que Garavano y un sector del Gobierno no quieren a Cristina Kirchner presa, tal vez porque les sea funcional en la disputa electoral. De hecho, el funcionario había dicho anteayer que "nunca es bueno para un país que un expresidente esté detenido o se pida su detención". El pez por la boca muere, diría Carrió. El ministro de Justicia intentó luego aclarar sus dichos al enfatizar que no se refería a un caso concreto (el de Cristina Kirchner), sino a la cuestión en abstracto. Las explicaciones no contentaron a Carrió. Menos aún al conocer el voto del juez Carlos Mahiques, designado por el Gobierno en la Cámara de Casación. A diferencia de sus colegas Liliana Catucci y Eduardo Righi, que alegaron que se habían vencido los plazos razonables de resolución del caso y, por lo tanto, correspondía la absolución, Mahiques fue más allá y consideró que la investigación "no logró demostrar que Menem haya obrado con el dolo exigido" en el contrabando de las armas a Croacia y Ecuador. "Mahiques es Garavano", despotricaban ayer en la Coalición Cívica. Esto explica por qué Carrió advirtió en su comunicado que la Justicia y la política fueron cómplices en absolver al expresidente Menem. "La política y la Justicia impidieron una condena en plazos cortos -acusó Carrió-. Hoy la misma política y la misma Justicia impidieron el cumplimiento de la condena. Usan argumentos garantistas incompatibles con lo normado por el artículo 36 de la Constitución nacional". Al apuntar contra la Justicia no solo se refirió al fallo de la Cámara de Casación, sino también a la actuación de la Corte Suprema cuando, en agosto pasado, habilitó la tercera candidatura de Menem como senador por La Rioja al revocar la sentencia de la Cámara Nacional Electoral. No solo eso: en ese mismo fallo el máximo tribunal impuso la doctrina del "doble conforme" al ordenar que la condena a siete años de prisión que había recibido el expresidente por contrabando de armas a Croacia y Ecuador fuera revisada otra vez por la Cámara de Casación. Así, el derrotero de esta causa insumió 23 años. Carrió fue de las pocas voces de Cambiemos que cuestionaron el fallo de la Corte, al denunciar que los senadores del PJ, liderados por Miguel Pichetto , habían presionado sobre los jueces del alto tribunal para proteger a Menem y garantizar su candidatura a senador. Estos y otros dichos contra el peronismo hicieron de la líder de la Coalición Cívica una figura muy resistida dentro de ese bloque. "Ahora entiendo mi proscripción en la Comisión Bicameral de Seguimiento y Control del Ministerio Público de la Nación y los dichos de Garavano", señaló Carrió en su comunicado. La frase lo resume todo: a su juicio, su enfrentamiento con el peronismo le valió el veto para que presidiera aquella comisión bicameral clave. Y Garavano, al enfatizar que "no es bueno que se pida la detención de un expresidente", se mostró tácitamente en la misma vereda que el PJ.
Las verdaderas razones que desataron la fuerte indignación de Carrió
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