Cada una de las diecienueve confesiones de los “imputados arrepentidos” que ya acumula la causa de los “cuadernos K” tienen sus particularidades. Pero hay una que se destaca por una singularidad especial. Es la de Enrique Pescarmona, el ex accionista mayoritario de una de las industrias dedicadas a la energía más antiguas de la Argentina, que se expandió a otros países del mundo. Los años K no fueron una “década ganada” para Industrias Metalúrgicas Pescarmona (IMPSA). Su potencial para energía hidroeléctrica y eólica fue su karma. El relato ante la Justicia de Pescarmona explica por qué su empresa casi quiebra. “Me arrepiento de haberle pagado coimas a esos hijos de puta”, se sinceró el empresario, palabras más, palabras menos, ante los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rivolo. Lo hizo de un modo brutal y con un lenguaje que no utilizaría jamás si no lo hubiera desbordado la bronca. Pescarmona no solo aceptó que pagó sobornos a ex funcionarios K. También describió el modo con el que, según él, el propio ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, le exigió que le traspase de un modo no especificado acciones de IMPSA para poder así empezar a ganar licitaciones de obras públicas. Los investigadores judiciales creyeron en las palabras de arrepentimiento de Pescarmona. Entregó datos precisos que ahora se ahondarán. Les habló desde el alma. Ya había hablado, antes, en entrevistas, cuando pocos empresarios se animaban a confesar lo que en el mercado regulado por el Estado de los Kirchner todos sabían. Los contratos de obras públicas se “cartelizaban” y para entrar a ese “club” había que pagar sobornos. Pescarmona es oficialmente un “arrepentido” en el caso “cuadernos” porque así lo decidió el juez que instruye el expediente de corrupción más trascendente desde el retorno de la democracia en 1983, el doctor Claudio Bonadio. ¿Por qué Pescarmona pagó dinero de modo ilegal al Gobierno que más lo perjudicó? Según la reconstrucción que pudo hacer Clarín, Pescarmona aseguró que se vio obligado a hacerlo, entre otras variables, porque la Presidencia de Venezuela le frenó “durante trescientos días” los pagos para poder construir la central hidroeléctrica Macagua I. Siempre según las fuentes del caso consultadas por este diario, Pescarmona confesó que entregó dinero al número dos de De Vido, el recaudador Roberto Baratta, porque desde el Ministerio de Planificación Federal le dijeron que solo a través de una gestión desde Buenos Aires volvería a fluir el dinero en Caracas para Managua I. En su declaración como arrepentido, Pescarmona habría detallado que Baratta pasó a buscar por su propia casa bolsos con plata. Y, como ya se dijo, aseguró que mantuvo al menos dos reuniones con el propio ex súper ministro De Vido. En uno de esos encuentros, tensos, afirmó que el ex funcionario, en pleno poder, lo presionó para quedarse con parte de su empresa, lo que le traería entonces beneficios a los dos. Habría sido un pariente del empresario, protagonista de la escena, el que frenó a De Vido. El ex super ministro le respondió con un exabrupto, reproduce el acta de homologación del acuerdo de “arrepentido” de Pescarmona. Clarín tiene otra versión de los hechos que no los modifican pero sí le dan un matiz más dramático. Fuentes que conocen más detalles de esos hechos, contaron que De Vido le replicó a esa negativa describiendo una escena más cercana a la película “El Padrino” que a la ética que debe tener un servidor público. Pescarmona no fue el único de los “arrepentidos” del caso “cuadernos” que reveló la voracidad K por cobrar sobornos pero también para adueñarse de parte o de modo completo de compañías que fundaron e hicieron crecer empresarios que dedicaron toda su vida a esos emprendimientos. IMPSA, y Pescarmona, son un emblema de la industria nacional: gigantes en un mercado que les fue vedado durante años. La web mdzonline. com consultó al empresario sobre qué podría haber pasado con IMPSA cuando se inició la causa “cuadernos”. Francisco Rubén Valenti, uno de los directivos de IMPSA, amigo de Pescarmona, había caído preso el miércoles 1 de agosto por orden del juez Bonadio. Valenti está mencionado como uno de los “pagadores” de coimas en las anotaciones del detallista chofer Oscar Centeno. Pescarmona envió un mensaje de texto ante aquella consulta periodística: “Es una venganza de los K porque nosotros no entramos en la joda”. La empresa IMPSA ganó, en principio, licitaciones de obras de energía muy relevantes, como la construcción de la represa Cóndor Cliff-La Barrancosa en Santa Cruz. Planificación Federal la dio de baja. La segunda licitación fue adjudicada a una empresa amiga del poder, “Electroingeniería”. Pescarmona declaró ante la Justicia por motivación propia, pero también por consecuencia de los infortunios judiciales que pasaba su amigo Valenti, Días despues Valenti quedó libre y habló como “imputado colaborador”. En una entrevista con Perfil, de Jorge Fontevechia, Pescarmona ya había dado a entender por qué IMPSA fue excluida de obras públicas que eran su especialidad. “Habría que preguntarle al arquitecto De Vido…”. Lo dijo en agosto del 2015. De Vido aun era ministro. Cristina Fernández. Presidenta.
Con insultos a los K, Pescarmona admitió que pagó coimas y reveló presiones de De Vido
El empresario precisó que entregó sobornos a Baratta en su casa y el ex ministro quería quedarse con parte de su empresa. Cada una de las diecienueve confesiones de los “imputados arrepentidos” que ya acumula la causa de los “cuadernos K” tienen sus particularidades. Pero hay una que se destaca por una singularidad