Descartada ya la sanción del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo por el Congreso, aún persisten las reverberancias del discurso del doctor Abel Albino en el debate. Habiendo abordado un sinnúmero de cuestiones, una sola de todas sus sabias consideraciones iba a servir para que muchos se lanzaran a defenestrarlo. Prestigioso investigador, preocupado y ocupado como pocos por el bienestar presente y futuro de sus compatriotas más necesitados, hace más de 25 años que trabaja incansablemente en la Argentina. Discípulo de Fernando Mönckeberg, responsable del llamado "milagro chileno", lleva adelante desde la Fundación Conin un modelo de asistencia para la malnutrición y desnutrición infantil a través de una red con más de un centenar de centros en 18 provincias. En su alocución, Albino hizo referencia a muchos de los problemas que afectan a los más excluidos de nuestro país y que indudablemente ameritarían, tanto o más que la ley debatida, convertirse en políticas de Estado. Desde la falta de agua potable que afecta al 30% de la población, o de cloacas, una carencia que golpea a millones de argentinos, o la necesidad de poblar nuestro extenso territorio que se contrapone al proyecto que se buscaba aprobar, nada de esto tuvo la repercusión que alcanzó su cuestionamiento sobre la eficacia preventiva de los preservativos en la transmisión del sida. Pocos pudieron reconocer que su opinión es compartida por muchos prestigiosos científicos, sexólogos y especialistas, locales y extranjeros, que batallan también para advertir que la efectividad ronda solo el 70%, desarrollando sólidas argumentaciones. Sin ir más lejos, uno de los principales referentes científicos en sida, Edward Green, de la Universidad de Harvard, ha atribuido a la mayor disponibilidad de preservativos la mayor tasa de transmisión de este virus, por lo que no se puede dejar de poner el acento en los patrones de conducta individual. Numerosos y reconocidos libros sobre microbiología confirman que el virus del sida pasa el llamado "filtro de virus" de porcelana. Que profesionales médicos cuestionen la veracidad de estas afirmaciones solo puede explicarse desde los mezquinos intereses que pueden estar moviéndolos. Muy probablemente no fue el ámbito o el momento para lanzar al ruedo una cuestión tan delicada ante un auditorio sin el nivel científico necesario para poner en contexto sus palabras, pero mal puede desvirtuarse la intención del doctor Albino cuando precisamente podía haberse aprovechado para insistir y concientizar respecto de que el preservativo no es infalible para garantizar que el sida no se contagie, aun cuando su contribución sea sin dudas importante. Está claro que el supuesto desliz, que en realidad no fue tal, fue aprovechado por quienes apoyan el cuestionado proyecto de ley para intentar dejar al prestigioso médico fuera de la cancha, ensuciándolo vilmente, en el simple y ruin ejercicio de tomar una parte por el todo. Detrás de estas virulentas reacciones, puede vislumbrarse que lo que más molesta es su valiente defensa de la vida al afirmar que "una mujer embarazada es un tesoro para el país y su hijo, una joya". Distintos colectivos llegaron incluso a exigir, en el colmo del absurdo y la mala fe, la revisión de su matrícula profesional, a lo que sumaron una tan disparatada como desafortunada exigencia: que el Estado dejara de contribuir con el financiamiento de Conin en el contexto del Plan Nacional de Primera Infancia. Por su parte, el presidente Macri evitó calificar las declaraciones del doctor Albino, a quien le reconoció sus quilates de "batallador", y defendió su titánico trabajo en materia de inclusión infantil, considerando que su fundación puede seguir trabajando con el Gobierno porque "su tarea es muy buena". Lamentable resulta la decisión del Concejo Deliberante de Guaymallén, en la provincia mendocina que lo vio crecer, de quitarle el título de ciudadano ilustre, otorgado más que merecidamente en 2005. Confiamos en que el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) no tome el mismo equivocado camino respecto de la distinción honoris causa entregada en 2014, que actualmente reconsidera. Qué deplorable costumbre argentina la de convertir en próceres a quienes nos roban y defenestrar sin causa a los auténticos patriotas que la construyen día a día, silenciosa y esforzadamente. Los invalorables aportes del doctor Albino a favor de la infancia son indiscutibles y de ninguna manera corresponde que se pongan en tela de juicio. El modelo Conin es más que exitoso, tanto que ha sido exportado al mundo. Pocos médicos en nuestro país han hecho tanto por tantos, con una prédica incansable y un amor tan generoso como dedicado.
Abel Albino, genuino compromiso con la infancia
Descartada ya la sanción del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo por el Congreso,