Ernesto Clarens tiene 67 años, una historia forjada en el microcentro porteño y cimentada en el sur patagónico. En diez años pasó de ser un simple broker a uno de los operadores más poderosos del kirchnerismo. En los 80, Clarens instaló sus primeras oficinas como operador bursátil, bajo la máscara de Finmark, en el mismo edificio que funcionaba la sucursal Buenos Aires del Banco de Santa Cruz, pieza clave de la estructura estatal de la provincia patagónica por aquel entonces. A través de la Sociedad de Bolsa, Clarens operaba con fondos, acciones y cuentas offshore. En la pelea por la privatización y la sudestada política que soplaba en Río Gallegos, Clarens conoció a un pujante gerente del Banco: Lázaro Báez. Luego de un par de cenas y charlas, el financista se convirtió en un consejero fundamental del proceso de privatización. Por su llegada directa al despacho del gobernador, Báez se transformó en el jefe del banco en las sombras y, por pedido de Néstor Kirchner, se encargó de que en el medio de cheques voladores, sea la constructora Gotti, la predilecta de los Kirchner para la obra pública, la única que cobrara sus certificados de obra. Buscando crecer en el negocio, Clarens entabló relaciones con banqueros de Tierra del Fuego y les propuso un negocio: establecer una financiera en un lugar donde ese tipo de cosas no existían. Así nació Credisol, una suerte de cueva financiera que, gracias a los contactos con Kirchner, consiguió transformarse en la única firma autorizada para la entrega de créditos a empleados públicos de la provincia de Santa Cruz. El triángulo Clarens-Báez-Kirchner empezó a crecer. Tan cercano era ese vínculo, que muchos tomaban el nombre como un juego de palabras: "Invernes: Inversiones Néstor", cuando en realidad Invernes no significa otra cosa que "Inversiones Ernesto" –InvErnes-. Así Clarens se transformó en el eje central entre el Gobierno de Santa Cruz y la obra pública. ¿Por qué? Por sus relaciones, era el único que tenía la espalda necesaria para poder tomar certificados de obra pública, entregar dinero, cobrar su interés y recibir luego el ingreso estatal. La rueda se aceitó y los negocios empezaron a aflorar. El nombre de Clarens se hizo público luego de una declaración –ante la Justicia– de Leonardo Fariña, quien lo señaló como una parte vital en el lavado de dinero. Según sus dichos, además de hacer negocios financieros legales, se dedicaba a transformar los recursos de la obra pública en pesos, euros y dólares. Nueve días antes de la asunción de Néstor Kirchner, Lázaro Báez creó Austral Construcciones junto a Sergio Gotti y Guido Blondeau. Un año antes, Blondeau llegó a Invernes, una financiera que Clarens tenía inactiva y que la volvió a poner en ejercicio para hacerse cargo de la constructora Gotti como gerenciadora. Además de Blondeau, Clarens puso como gerente de Invernes a Felix Di Perna, su mejor amigo. Así, el financista tenía sus lazos extendidos en el control de todos los terrenos de Báez. Tanto Austral como Invernes utilizan la misma sede social: Carabelas 241. Según consta en el libro de actas de Austral Construcciones al que tuvo acceso Infobae, Invernes cobró certificados de obra pública tanto de Gotti como Austral y se manejaba con una libertad descomunal en el entramado de empresas. Ese era el negocio de Clarens. Ya con Invernes controlando Gotti, la constructora que pasó directamente a formar parte del pool de empresas de Báez protagonizó la mayor estafa al fisco con la utilización de facturas truchas por más de 500 millones de pesos. En 2008 la Unidad de Información Financiera (UIF) recibió un Reporte de Operaciones Sospechosas (ROS) por giros de 53 millones de pesos de Invernes a favor de Austral Construcciones. Nunca se investigó ese dinero. En 2007, el empresario venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson intentó ingresar al país 800 mil dólares en efectivo por pedido del entonces titular del Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI), Claudio Uberti. Según consta en los expedientes judiciales, horas después de la incautación de los dólares, Uberti se comunicó tres veces con Graciela Ancarani, secretaria de Clarens quien trabajó con el financista por más de diez años. Por ahora continúa siendo un misterio los motivos del llamado. Con prestancia y la perfección de un cirujano, Clarens supo cultivar su relación con el poder: Clarens formó Excel Servicios Aéreos, una empresa que gerencia y dispone de los aviones de varios empresarios. Con su crecimiento, Clarens llevó sus empresas a sus hijas: María Eugenia y Natalia y a su esposa Ana María San Giorgio. Con su hija María Eugenia creó la sociedad Pampa Sports y a Natalia la nombró vicepresidenta de Thaler Agencia de Cambio, una sociedad que operaba en Santa Cruz y Tierra del Fuego como pantalla de una cueva financiera. Según un informe del Banco Central, entre 2010 y 2011, la agencia de cambio de Clarens tuvo más de 300 millones de pesos en concepto de ingresos operativos. Después de eso, el amigo del poder fue extendiendo su territorio, y junto a sus hijas montó Manfes International, LLC, y Pampa Realty Investments LLC en Miami, siempre con la impunidad del anonimato como principal escudo. "Clarens fue varias veces a la Quinta de Olivos a visitar a Néstor. Lo conocíamos desde la época de la gobernación", contó hace un tiempo a Infobae un ex secretario presidencial. La relación y los negociados continuaron. Credisol compró como "gasto forzado" habitaciones del hotel Alto Calafate, propiedad de los Kirchner, gerenciado por las empresas de Báez. Habitaciones que nunca se utilizaron. A Clarens le adjudican ser el cerebro detrás de la construcción del entramado ilegal que era utilizado para blanquear los billetes. Su rul era el de "garantizar el reparto" de obras y manejar los "sobreprecios" en las obras viales. Así creó un circuito aceitado, apoyado en su exitosa carrera como financista y operador, para coimas que rondaban el 10 por ciento. Esta mañana, Clarens se presentó en el despacho del juez Claudio Bonadio para declarar en el caso iniciado a partir de las revelaciones de Centeno, el chofer de Roberto Baratta, luego de ser mencionado por algunos empresarios como el receptor de los bolsos con coimas en pesos que se le pagaban a ex funcionarios del gobierno kirchnerista. Seguí leyendo: Romero admitió haber pagado 600 mil dólares para que CFK firmara un decreto presidencial Desde el peronismo aseguran que la semana próxima habrá quórum para tratar allanamientos a CFK
Quién es Ernesto Clarens, el financista K involucrado en la causa de los cuaderno de Centeno
Fue por más de una década una "pieza clave" en la estructura de lavado de dinero de la obra pública