-Usted pasará a la historia como el ministro de Salud que consiguió que se tratara en la Cámara de Diputados el proyecto de interrupción involuntaria del embarazo. ¿Cómo se siente como médico, después como ministro y luego, personalmente, frente a este proyecto? -No soy yo quien logró instalar este debate de la interrupción voluntaria del embarazo. Mi contribución fundamental fue dar la perspectiva de la salud pública a este debate, que no es menor. Porque más allá de que fue un tema escondido debajo de la alfombra muchísimas décadas, siempre fue una discusión que se daba entre las convicciones, las creencias, y los derechos. Pero en realidad nunca se bajó a la tierra el problema más concreto: lo que pasaba con las consecuencias del aborto clandestino. Tengo que reconocer que tuvo mucho que ver con el Presidente y el Gobierno. Por primera vez en la historia, habilitaron la discusión pública de este debate, que obviamente estaba enterrado en la agenda social. -Pero el presidente Macri estaba en contra. -Eso es lo más increíble … -¿Por qué cree usted que se hizo ahora, con este timing? Algunos creen que fue un ejercicio de distracción. -No es la primera vez que se plantea. Este movimiento social de las mujeres, ya comenzó hace mucho tiempo. Comenzó desde la ley del divorcio, pasando por el matrimonio igualitario, identidad de género. Creo que el Presidente entendió que era un debate que no podía seguir siendo escondido más tiempo. Y creo que lo más importante fue abrir esa válvula, donde explotó una temática social que era claramente identificada como un problema. -¿A ustedes se les escapó de las manos el debate? ¿Tuvo su propia vida el debate? -Totalmente. Yo creo que al final adquiere una dinámica social, que no es controlable. No creo que nadie pensara que esto se iba a controlar así nomás. Empiezan a haber fuerzas escondidas que salen a la luz. Nadie pensó que el proyecto iba a sacar media sanción en Diputados. -¿La legalidad va a reducir los abortos, o lo van a hacer las mujeres en condiciones más seguras? -Fundamentalmente los van a hacer en condiciones más seguras. En el mediano y largo plazo, lo que se ha visto es que en los países que han legalizado el aborto o se redujo el número de abortos. Pero esto ocurre después de muchos años. -¿Por qué que no se debatió antes?¿Fue la presión de la Iglesia, de los sectores más conservadores de la sociedad? ¿No hablamos sólo de un punto de vista eclesiástico? -No, yo coincido. No es un tema eclesiástico. Es lo que ocurre con los temas tabú: “De esto no se habla”. Y nadie quería hablar porque es un tema controvertido, que hay que tener coraje. Creo sinceramente que no tiene que ver con la Iglesia, más allá de que obviamente la Iglesia tiene una posición respecto al aborto, histórica, así como otros sectores. Pero esto no había salido porque no había interés de que saliera por parte de -fundamentalmente- los políticos. -Lo que sí me parece novedad es la intensidad del debate. Esto ha sido increíble, inédito, y no sé si diría hasta inesperado, que haya tomado tal volumen esta discusión pública. Es impresionante. Lo sorprendió a ustedes mismos. -Sí, sí, sí. A mí me sorprendió. -¿Los superó, también? -No sé si me superó. Pero la verdad es que me impresionó. Porque uno dice: “Bueno, al final de cuentas son 43 mujeres las que se han muerto por aborto en el 2016”, y es cierto que no son todas por aborto ilegal. Digamos, 31 son por aborto ilegal. Pero no importa el número: si son 31, 43, o 1 muerte. Son muertes evitables en mujeres jóvenes. Esta es una razón por la cual inmediatamente podemos bajar ese número. -Es una causa que ganaron las feministas, especialmente. Cuando en realidad debería haber sido una política auspiciada ampliamente por el Estado, por los sectores de la salud pública, por las clínicas, no solamente por los progresistas o generistas de la sociedad. -Sí, yo creo que el movimiento feminista tuvo muchísimo que ver con la instalación del debate y con la intensidad del debate. Es parte de los avances en la ampliación de derechos, y de la igualdad de género, definitivamente. -¿Esta ola feminista es la que va a impulsar y la que va a decidir la ley en el Senado? ¿Son ellas las que van a presionar, o es el aborto mismo en realidad? -Hay un movimiento social que ya está en marcha, o sea que se desató, y cuando se desatan las fuerzas.... Qué va a pasar al final, la verdad que no sé. A mí me parece que en general estos movimientos sociales son indetenibles, porque marcan el progreso en la sociedad. -Pero también hay un desenmascaramiento de la hipocresía de los hombres. -Y algo de eso también. A mí me cuesta entender algunas cosas. Argentina tiene una ley de fertilización asistida. En Argentina existen entre 30 y 50 mil embriones que están congelados. Están en un limbo legal. Congelados hace años, no se sabe qué se va a hacer. No se los puede obviamente descartar, están ahí. Yo no me voy a meter de lleno en el debate sobre cuándo comienza la vida, cuando comienza la persona humana. Porque esa no es una cuestión de ciencia, son cuestiones de creencias. La ciencia no pretende ni refutar ni corroborar creencias. La ciencia está para explicar los fenómenos y los hechos fácticos. Y los hechos fácticos tienen que ver con el desarrollo embrionario. Ahora, cuando uno deja de ser empieza a ser persona. Y la verdad que no hay un momento en el cual uno diga que hasta el día anterior no era persona y al día siguiente es persona. -Entonces usted tiene una seria diferencia con la vicepresidenta Gabriela Michetti… -Usted dice si la vida comienza en el momento de la concepción. Yo digo que la vida comienza durante la concepción. También comienza antes de la concepción. La vida -si usted quiere- comienza en la tierra hace 4.600 millones de años. Pero además el espermatozoide que va en busca del óvulo para fecundarlo, también tiene vida. Vida quiere decir, en términos biológicos, que una célula tiene la capacidad de reproducirse, y de tener lo que se llama actividad metabólica, de transformar los nutrientes en energía. Eso es vida. Entonces, el concepto acá pasa porque para la religión católica la vida comienza durante la concepción, que quiere decir que la vida humana comienza. Para los judíos, la vida, la persona, comienza después del alumbramiento. O sea que tampoco es una cuestión universal. Es absolutamente atendible. El tema es cuál es el rol del Estado en este sentido. -¿Esta ley puede salir con modificaciones en Senadores? Puede quedar demorada?. -No. La verdad que no creo que la voluntad sea dilatarlo . -¿Michetti no envió a la comisión de presupuestos, a Constitucionales, a Salud, a Justicia, a Asuntos Penales? ¿Para qué? ¿Para demorarlo, como dice el senador Pichetto? -El senador Pichetto no dice que es para demorarlo. El tiene la misma posición que Gabriela. La vicepresidenta ha entendido que estas eran las comisiones que tenían que discutir el tema: Salud, que entiendo que es la comisión primaria. Es correcto. Después están las comisiones. -Constitucionales, Justicia y Penal… -Constitucionales, porque hay una discusión respecto a si es constitucional o no. No me parece mal que se discuta allí. Luego, Legislación Penal es lógico. Y Presupuesto porque ha habido mucha deliberación sobre si el Estado, los diferentes financiadores, estaban en condiciones de responder a los recursos que se demandan para la atención- en tiempo y forma -de la interrupción del embarazo. ¿Cuánto va a costar el aborto legal en un hospital público? -No le puedo responder esto porque estamos haciendo el estudio. El Estado Nacional por supuesto que va a contribuir a financiar recursos que tienen que ver con probablemente los fármacos. Hoy en día , el aborto en el 80% de los casos es farmacológico. Los fármacos para la interrupción del embarazo, y algunos insumos, las consejerías, las guías de prácticas para la interrupción del embarazo, todo esto es una responsabilidad del Ministerio de Salud. -¿Y el Estado va a proveer esas drogas abortivas, que son muy caras, ¿no? -No son para nada caras. Lo que pasa es que son caras ahora, porque es todo parte del entorno clandestino. No, son muy baratas. -El Senado es una cámara mucho más conservadora que la de Diputados. ¿Usted cree que va a tener más dificultades en Senado que Diputados? -Recién empieza el debate. Depende un poco también en qué medida los senadores asuman que las decisiones que tienen que tomar no van a estar tan impulsadas por sus convicciones personales. -El Gobierno también está dividido en este debate, como las clínicas, como los médicos. ¿Ustedes creen que pueden tener problemas en el Senado? ¿Que no han pagado un costo alto en esta polémica, cuando no todo el PRO está convencido de sus razones, especialmente los senadores? -Sí, también hay radicales. Creo que es un debate que atraviesa transversalmente la sociedad. Es como que creó una nueva grieta. Teníamos la famosa grieta y ahora tenemos otra grieta pero que es transversal. Y que paradójicamente deja del mismo lado de la grieta a gente que hasta ahora eran irreconciliables. -¿Se pagó un alto precio político por esta ley?. -Cuando uno saca los trapitos al sol, paga por ahí un costo inicial. Pero a la larga, yo creo que si sale la ley, el gobierno del presidente Macri va a pasar a la historia por la ampliación de derechos, tal como fue en la época de Raúl Alfonsín, con el divorcio o Cristina Kirchner con el matrimonio igualitario, porque son cosas que quedan. - Si salen mal el aborto y el Mundial, no quisiera ser el Presidente… ¿Cómo se va a iniciar la educación sexual en los colegios? ¿Es un problema de falta de información, de falta de los maestros para tratar este tema? -Hay una ley de educación sexual integral que ya tiene muchos años, pero que no se cumple. O se cumple de manera dispar. Yo diría que no ha habido, como dicen los americanos, un enforcement , un refuerzo de la ley. Esto también tiene que ver con esto de no avanzar demasiado en ciertos temas. Con los temas de anticoncepción pasó lo mismo. Y en algunas provincias sigue pasando: se hace difícil la entrega de anticonceptivos. Todo esto yo creo que a partir de ahora va a cambiar. Si algo va a dejar este debate es haber consagrado algunas cosas, independientemente de cuál sea el desenlace. Padre de mellizos y con un nombre incómodo Cuando el padre le prometió al abuelo que su primer hijo se llamaría Adolfo, Hitler no figuraba en los cálculos de la historia. Fiel a su compromiso con el famoso concejal socialista que era su papá bautizó al actual ministro de Salud argentino como Adolfo Rubinstein, una pesada carga para un bebé judío e hijo de la posguerra. Por eso todos lo llaman Dolfi. Académico de una familia socialista, el doctor Rubinstein (60) se formó en la escuela pública y egresó con honores de la Universidad de Buenos Aires para estudiar salud pública y clínica epidemiológica en Harvard University . Luego se graduó en Economía de la Salud Internacional en la Universidad británica de York en el 2002. Hizo su residencia en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde creó el Servicio de Medicina Familiar Comunitaria. Un proyecto vanguardista que lideró durante 20 años. Es profesor titular de Medicina Familiar y de Salud Pública en la Facultad de Medicina de UBA y con licencia actual, investigador del Conicet, al que llegó por concurso. Al menos 100 trabajos científicos revelan su investigación en epidemiología y prevención y política de servicios públicos. Como ministro de Salud ha sido un activista pro despenalización del aborto. En el debate encontró un argumento contundente, que va más allá de las creencias: es un problema de salud pública, su especialidad . No va a dar su opinión personal sobre el aborto. “No importa lo que yo piense”, afirma. “Soy el ministro de Salud y mi deber es promover ahora este debate, señalar la magnitud del problema y dar información confiable”. Celebró sus 60 años en París, donde se hizo esta entrevista, una ciudad que conoce bien y visitó más de 30 veces a lo largo de su vida. Disfruta sus museos, sus restaurantes, sus librerías y sus calles y ahora llegó como ministro a la OCDE, el organismo al que Argentina quiere pertenecer. Papá de mellizos, fanático de River y “gallina desde la cuna”, sus dos hijos universitarios lo acompañan a su platea los domingos, cuando juega de local. Uno se va a Australia en un “gap year”, el otro es abogado y le interesa el derecho público. Rubinstein llegó al radicalismo como socialdemócrata, al final de la dictadura, junto a su padre, y conoció a Raúl Alfonsín. Así se creó la Corriente Radical Socialista, con el puño y la rosa como símbolo. La UCR adhirió a la IS. “Fue una experiencia que no anduvo y creé la Juventud Radical Socialista, que tampoco anduvo demasiado. Esa es mi única experiencia pero nunca milité políticamente. Aunque soy afiliado radical para votar a Alfonsín en el 82”, cuenta. “Yo era el médico de cabecera de Jesús Rodríguez. Nos hicimos amigos y cuando dejé la práctica, seguimos en contacto. A través de él conocí a Ernesto Sanz. Se dio una relación cercana y me convertí en el referente de salud de Ernesto”, relató. A través de Sanz en el 2016 se volcó a la gestión pública, como secretario de Salud. ITINERARIO El doctor Adolfo Luis Rubinstein nació en Buenos Aires el 17 de mayo de 1958. Médico, hijo de la escuela pública y recibido con honores en la Universidad de Buenos Aires, hizo su Master sobre Salud Pública en Harvard University. Luego se graduó en Economía de la Salud Internacional en la Universidad de York. Dirigió el servicio de Medicina Familiar del Hospital Italiano y el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria. Hasta que fue nombrado ministro de Salud del gobierno del presidente Mauricio Macri en noviembre del 2017. AL TOQUE Un proyecto: Ampliación de la cobertura efectiva en salud. Un desafío: Poder detener la epidemia de obesidad infantil. Y reducir las disparidades, empezar a cerrar la brecha de disparidades sanitarias en la Argentina. Un recuerdo: Mi padre. Un líder: Raúl Alfonsín Un prócer Sarmiento. Una sociedad: Los uruguayos. Una comida: La peruana. Una bebida: Vino tinto. Un placer: Viajar. Un libro: De los últimos que he leído, “Sapiens y Homo Deus”, de Yuval Noah Harari. Una película: “El Padrino”, I, II y III. Un sueño: Realmente, un sistema de salud más justo.
Adolfo Rubinstein: "El aborto no se discutía no por la Iglesia sino porque no les interesaba a los políticos"
-Usted pasará a la historia como el ministro de Salud que consiguió que se tratara en la Cámara de Diputados el proyecto de interrupción involuntaria del embarazo. ¿Cómo se siente como médico, después como ministro y luego, personalmente, frente a este proyecto?-No soy yo quien logró instalar este debate de la interrup