Una mujer denunció que el auto en el que viajaba su hijo de diez años, contratado al servicio de transportes Cabify, fue atacado por un taxista que disparó una bala de goma y "de milagro" no alcanzó al menor. Ocurrió el martes cerca de las siete de la tarde. Según contó Verónica Cheja, había pedido el auto para trasladar a su hijo desde el centro de la Ciudad hacia Barrio Norte. El nene iba acompañado por la mujer que lo cuida, ya que ella estaba trabajando. En la esquina de las avenidas Libertador y Pueyrredón, justo antes de doblar, había un taxista parado. En ese momento los ocupantes del vehículo sintieron un fuerte golpe y enseguida advirtieron que una de las ventanillas traseras estaba astillada. Tenía un impacto de bala. Tras la agresión, el chofer de Cabify frenó el auto unos metros más adelante y corroboró que los pasajeros se encontraban bien. Más allá del susto, ninguno salió lastimado. En el interior del coche hallaron la bala de goma, un proyectil que suele ser utilizado por las fuerzas de seguridad para disolver manifestaciones. El taxista, en tanto, ya había escapado del lugar. "Gracias a Dios no pasó nada", dijo la mujer en diálogo con Infobae, aunque expresó su preocupación por este tipo de disputas comerciales que se tornaron cada día más violentas. Este tipo de ataques no son nuevos. Vidrios rotos, neumáticos tajeados, pintadas en la carrocería, un detallado escrache virtual de los conductores que utilizan su vehículo con la aplicación Uber y Cabify. Así es el modus operandi de la denominada mafia de los taxistas contra estas dos empresas, una metodología cada vez más recurrente y más violenta. En el Ministerio Público Fiscal porteño ya se investigan numerosas denuncias en este sentido por daños contra la propiedad privada que, según el artículo 183 del Código Penal, pueden ser reprimidos con prisión de 15 días a un año. “Tenemos causas de ataques de señores taxistas que han vandalizado y producido daños, y nosotros estamos procesando a esos taxistas”, señalaron desde el organismo ante la consulta de Infobae. "Mi reflexión tiene que ver con las personas, que las batallas que cada uno da cada día no pueden pasar por alto que somos seres humanos, si no empezamos a cambiar la cultura va a ser muy difícil que podamos construir un país que queramos habitar", sostuvo Cheja. La denunciante, empresaria dedicada a la comunicación, contó que, tras hacer público el episodio a través de su cuenta de Twitter, recibió un llamado el Gobierno de la Ciudad, desde donde le aseguraron que intentarán averiguar más sobre lo ocurrida, aunque sabe que no será fácil. Cheja, de todas maneras, formalizará la denuncia porque "es la única manera de que el Gobierno pueda identificar al agresor. Y añadió: "Estas cosas no pueden pasar, quiero creer que la persona que disparó no vio que había pasajeros en el coche". Para la mujer, resulta inverosímil que un ciudadano quede expuesto a este tipo de agresiones solo por elegir una forma de transporte que es rechazada por el gremio de taxistas. "Lo elijo porque me es fácil usarlo, tengo la aplicación, lo pido, es puntual. Yo laburo todo el día y a mí me sirve, como me sirvió en su momento el servicio de radio taxis", explicó. El susto no solo se lo llevó el nene, quien se encuentra bien, sino toda la familia. "A partir de ahora lo llevo yo y lo traigo de todos lados", dijo la mujer. Nacida en 2011, Cabify tiene presencia en nueve países (España, Portugal, México, Perú, Colombia, Chile, Panamá, Brasil y Ecuador) y ofrece un servicio similar al de Uber. A principios de 2016, Cabify informó que había alcanzado más de un millón de descargas a nivel mundial, de las cuales, la gran mayoría son de España y América Latina. El General Manager para Latinoamérica de Cabify, Ricardo Weder, había afirmado en una entrevista con Télam que el servicio "no busca competir con los taxis sino con los autos particulares". Seguí leyendo
Un taxista disparó contra el auto de Cabify en el que viajaba su hijo: "Milagrosamente no le pegó en la cara"
El vehículo recibió un balazo de goma en una de las ventanillas traseras, donde viajaba el nene de diez años junto a la mujer que lo cuida