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No puedo vivir sin Haití

Messi es el único que logra convertir un equipo en formación en un posible candidato. Tres goles y una asistencia en otra noche mágica. El 10 todo lo puede… Usted es el culpable, sólo usted, señor Messi. Usted es el culpable de que haya un pueblo futbolero que tenga un sueño, un sueño gigante. Solamente un genio de

Usted es el culpable, sólo usted, señor Messi. Usted es el culpable de que haya un pueblo futbolero que tenga un sueño, un sueño gigante. Solamente un genio del fútbol puede hacer que un equipo que se clasificó por la ventana, que tuvo tres técnicos en menos de tres años, que tiene más de tres cuartos del plantel que debutará en un Mundial, pueda ilusionarse con jugar siete partidos. Por eso, la Bombonera explota una, dos, tres, cuatro veces con la misma canción, con ese hit que se repite desde Sudáfrica 2010 y que se escuchará en el debut en Moscú, el 16 de junio. Lo que está claro que es que la Selección no puede vivir sin Messi, ni ante Haití, ni con nadie. En un partido con más dinámica de fiesta que de amistoso internacional, la Selección volvió a depender de Leo en todo sentido. Capacidad goleadora, construcción de juego. Messi es todo para la Selección. No cambia eso con ningún técnico en el banco. Desde que Maradona le dio la 10 hace 10 años, todo gira a su alrededor. Y esa es una verdad gastada, tan gastada como que cada vez es más preponderante, ya que los que tiene a su alrededor son cada vez más nuevitos. Es verdad que quedan algunos de la vieja guardia, tanto como que anoche sólo jugaron los históricos Mascherano, Higuaín y Di María. El resto es bastante principiante, salvo Otamendi. Entonces, en este equipo en construcción hay que sacar los ojos del 10 -es algo muy difícil- e intentar observar cómo funcionan las sociedades y los sistemas. El esquema está definido. Es un 4-2-3-1, que se deforma en varias claves telefónicas. Lo del 2-3-3-2 no es un verso: si se sacaba una foto en el comienzo de la noche, se podía observar eso. Lo del retroceso es un 4-4-2 bien marcado, en el que todos deben presionar alto para recuperar la pelota y si el rival los saltea, la orden es hacer una falta táctica, para volver a ordenarse. La Selección es dinámica, más allá de que el rival no fue medida. Hay una búsqueda por atacar, menos desaforada de lo que parecía en el comienzo del ciclo del Zurdo y con bastante paciencia a la hora de lateralizar, de pensar la estocada final. Habrá que afilar la puntería porque no siempre Messi va a salvar las papas. Di María, Higuaín o hasta Tagliafico deben ser efectivos en el área rival. Hay buenas noticias al margen de Haití. Lo Celso es todo lo que Sampaoli pretende de un doble cinco. El del PSG entiende lo que necesita el equipo, se hace dueño, toca corto y toca largo. No le pesa. No es el único: Tagliafico es el tres y se lo merece por todo lo que se brinda, por todo lo que ataca y defiende. Salvio de cuatro no es un invento del DT: si el rival ataca con uno, es una posibilidad porque desborda y es inteligente. Y en el segundo tiempo llegaron confirmaciones que se olían, pero ahora quedó casi aroma a perfume perfecto: Pavón entiende lo que Messi necesita y pinta para ser “la sociedad” en Rusia. Y está claro porque en la cabeza del entrenador el nueve titular es Agüero: el Kun, falto de fútbol y todo, hace los movimientos indicados para un centradelantero que tiene detrás al mejor: sale a jugar, pica al espacio, define con frialdad. “No somos los candidatos”, repite Messi, y tiene razón. Es lógico el pensamiento de Leo y es compartido. Pero quién le quita la ilusión a la gente cuando la 10 la lleva el mejor del mundo y es nuestro.

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