La conferencia de prensa que brindó el presidente Mauricio Macri durante el retiro espiritual del gabinete tuvo dos partes. En la primera, expresiones de deseo que sabe que no coinciden con el ánimo general: “2018 va a ser un buen año para los argentinos”, “seguimos creciendo”, etc. Centrado en el tema económico, este optimismo contracorriente es tan obligado como inefectivo, y también eso lo debe saber. Por eso la segunda parte de la conferencia: mano dura con la delincuencia, mucha sintonía con Patricia Bullrich, única estrella en ascenso de un gabinete golpeado en varios otros frentes, y reproches a jueces blandos, que incluyeron una acusación de “zaffaronismo” realmente de mal gusto en referencia a la decisión de la cámara sobre el caso Chocobar. Y para fortalecer la sintonía con el público en este terreno, y disipar el contenido de presión a la Justicia que sus muy parciales opiniones supusieron, la aclaración de que hablaba “como un ciudadano más”, uno más de ustedes, en un típico giro populista al que parece estar encontrándole el gustito. Convengamos que el fallo de la Cámara del Crimen fue contundente y sólido: complicó aún más a Chocobar al procesarlo por homicidio agravado por exceso en el cumplimiento del deber, una figura más comprometedora que la de exceso en la legítima defensa; y lo hizo por unanimidad en una resolución bien fundada donde al mismo tiempo levantó el embargo impuesto en primera instancia, ordenó más medidas de prueba y abrió una puerta a la defensa del policía al aclarar que no hubo intención de matar. Además la composición de esa cámara no ayuda al argumento oficial de que se trata de una resolución animada por un sesgo ideológico: nada que ver con la situación del juez de primera instancia, Velázquez, que venía ya complicado por sus antecedentes. Pero nada de eso detuvo al presidente. No le impidió siquiera interpretar a su gusto lo sucedido ese día de diciembre en la Boca, donde dijo, contradiciendo los datos consignados en la causa y todos los testimonios, que Chocobar “paró la puñalada 11”, como si hubiera disparado cuando continuaba el ataque. ¿Por qué lo hace? ¿Es puro marketing? Es probable que en lo fundamental lo sea. En concreto, no parece que el gobierno esté decidido a avanzar con una batería de legislación pro mano dura. No es muy probable que saque de la galera, por caso, nada semejante a lo que hizo aprobar Néstor Kirchner en 2004 a raíz del caso Blumberg, recordemos, cuando todavía el oficialismo de entonces no había abrazado el discurso garantista y tenía sí urgencias electorales, por lo que avaló y aprobó casi todo lo que el padre de un joven secuestrado y muerto se las había ingeniado en convertir en reclamo colectivo: aumento de penas, restricciones a la libertad condicional, etc. En esta oportunidad, en cambio, lo más probable es que tengamos que soportar algo más de ruido, pero pocas nueces. Bullrich avanzará con sus cambios en los protocolos para las fuerzas de seguridad, en línea con lo que ya venía haciendo, pero es dudoso que sus ideas vayan a traducirse en cambios drásticos en el nuevo Código Penal que elabora Justicia. Mucho menos que se conviertan en proyectos de ley comparables a los de 2004: los radicales ya adelantaron que no comparten para nada esas ideas; y los peronistas, aunque en muchos casos sí las comparten, no parece que quieran acompañar a Macri y Bullrich en la cruzada. Lo que para el Ejecutivo puede ser terminar siendo un doble beneficio: podrá ganarse la simpatía de sectores hoy distantes o enojados, incluso en capas bajas de la sociedad, que en estos temas suelen ser los más afectados y también los más entusiastas de soluciones drásticas, sin enajenarse del todo el apoyo de sectores medios un poco más sensibles a los procedimientos policiales.
El retiro en Chapadmalal | Macri avisa: habrá mano dura mientras no mejore la economía
El Presidente dejó en claro que esperará los brotes verdes al lado de Patricia Bullrich y las fuerzas de seguridad.