Un 25 de junio de 1978 fue la primera vez, en casa, en un momento más que especial. Un 29 de junio de 1986 fue la segunda, con el gran Diego Maradona en su esplendor. Y como dicen que no hay dos sin tres, el 15 de julio podría ser otra fecha patria para el fútbol argentino. Ese día se jugará la final del Mundial de Rusia, en Moscú, y con el deseo de ver a Lionel Messi con la Copa en sus manos. Esa que se le escapó por poco en el 2014. Esa que tanto desean él, la Selección y el pueblo. “Creo que ésta es la última oportunidad para esta camada. Hay mucha ilusión. Si nos va mal, tenemos que desaparecer todos de la Selección”, soltó Leo a principio de diciembre, siendo demasiado tajante, pero sabiendo de lo que generan en la gente. Se sabe que él sufrió mucho las críticas y hasta fue la voz a la hora de avisar que no iban a hablar más con la prensa. Pero Messi habla con los pies, de eso no hay dudas. El claro ejemplo de eso fue en Quito, donde se calzó el traje de héroe para clasificar a Argentina al Mundial: triplete, grito, euforia, festejo y nos vemos en Rusia. Pensar que casi nos quedamos afuera... Mirá también: El mejor con la del mejor El Grupo D será el que cobije a la Selección, con debut ante la sorpresiva Islandia, el 16 de junio en Moscú. Luego tocarán Croacia (21/6 en Nizhny) y Nigeria (26/6 en Saint Petersburg). En caso de pasar, el rival saldrá del Grupo C, donde están Francia, Australia, Perú y Dinamarca. Mirá también: Las joyitas del 10 Claro que no dependerá sólo del 10, más allá de que sea el mejor del mundo. Jorge Sampaoli deberá buscar un equipo que acompañe a Messi y que logre sacar lo mejor del capitán. “Tenemos que mejorar si aspiramos a ser campeones del mundo. Hoy no nos alcanza”, dijo el mismo Leo, sincero ante todo. "El fútbol le debe un Mundial a Messi", se sumó Sampaoli. Por eso, el deseo de Olé en el último brindis del 2017 y, al mismo tiempo, el primero del 2018 es el de levantar la Copa.
