El jueves 15 de enero de 2015, tres días antes de que Alberto Nisman apareciera muerto con un disparo en la cabeza en su departamento “2” del piso 13 de la torre boulevard del complejo Le Parc, de Puerto Madero, se cortó la luz en esos edificios. Así lo declararon ante la Justicia vecinos que viven o vivían allí. El juez de la causa, Julián Ercolini, y el fiscal que instruye el expediente, Jorge Taiano, intentan determinar quiénes y cómo asesinaron al fiscal del caso AMIA y denunciante de la Presidenta en ejercicio. Ambos sospechan que ese apagón produjo un “evento al menos sugestivo” que desencadenó en muchos otros más. De acuerdo a una pericia hecha por la Gendarmería Nacional, Nisman murió entre la noche del sábado 17 de enero y las primeras horas del día siguiente. Clarín reconstruyó, siempre de acuerdo a las pruebas recolectadas por las autoridades judiciales, los acontecimientos más sospechosos que se sucedieron antes de aquellas horas enigmáticas -o no tanto- que cambiaron la Argentina. Y también qué fue lo que ocurrió el domingo 18 de enero de 2015, cuando la opinión pública desconocía qué le había pasado al fiscal. Un día antes de ese domingo, el sábado 17 de enero, cuando Nisman aún vivía, se aceleraron una serie de hechos extraños que forman uno de los ejes centrales de la pesquisa de Ercolini y Taiano. Para conocer mejor lo que el juez y el fiscal lograron demostrar sobre ese día clave, conviene conocer lo que probaron que pasó los días anteriores a lo que se considera fue un asesinato. Y también informar sobre la trastienda de cómo vivieron lo que pasaba en el poder K, en el mundo del espionaje y entre los familiares y empleados más cercanos a Nisman el día que los argentinos se enteraron, ya sobre la medianoche, que éste último había muerto. Porque pasó de todo. Todo empieza, entonces, ahora, el jueves 15 de enero de 2015. Ercolini escribió en el auto de procesamiento del acusado de ser el partícipe necesario del asesinato de Nisman, Diego Lagomarsino, que la falta de luz en Le Parc que se habría producido aquel día coincidió con “trabajos y reparaciones” de las cámaras de seguridad del complejo. A lo que se sumaron también arreglos en las redes que proveían internet vía wi-fi a los vecinos de las torres. Uno de los especialistas que trabajó en esos sistemas de vigilancia y vías de entradas a las computadoras de los edificios aportó a la Justicia, por ejemplo, un dato singular. Admitió que existía la posibilidad de acceder a las cámaras de grabación de seguridad de Le Parc, de forma remota, “para que interrumpan su grabación”. ¿Por qué el viernes 16 de enero especialistas repararon las cámaras y el wi-fi de Le Parc? ¿Fue casualidad? La Justicia sospecha que no, y que quizás allí se podría encontrar una pista crucial para descubrir por qué pasó lo que pasó el domingo 18 en esos rascacielos que se elevan al cielo hasta alcanzar los 50 pisos de viviendas. El domingo 18 de enero de 2015, el día que Nisman fue encontrado tirado sobre su propia sangre y con su cuerpo tapando una pistola 22 en su propia casa, uno de los principales jefes de la ex Secretaría de Inteligencia K, el ex director de Reunión de ese organismo, Fernando Pocino, hizo decenas de llamados a diferentes interlocutores del poder y las fuerzas de seguridad y militares. Empezaron a las 9:23:04 de la mañana. Nisman ya estaba muerto, según la pericia de la Gendarmería. A las 11:04:26 de ese domingo, Pocino llamó y habló con el subjefe de la SIDE K, Martín Mena, que utilizaba un celular registrado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Eso pasó 4 minutos y 26 segundos después de que los custodios de Nisman entraron a Le Parc a buscar a su custodiado, al que ya no volverían a ver con vida. Pocino, y otros agentes de la ex SIDE, intercambiaron comunicaciones frenéticas ese domingo. Y desde muy temprano. ¿Por qué? La Justicia considera que también en ese punto hay un nudo que, de desatarse, podría aportar respuestas determinantes sobre el homicidio que continúan investigando. El ex jefe de Reunión de la ex SIDE, con buenos vínculos con los Kirchner, llamó a las 13:45:41 al teléfono de la Jefatura 2 del Estado Mayor del Ejército, César Milani, hoy preso con preventiva acusado de haber cometido delitos de lesa humanidad durante la dictadura militar. Milani tardó catorce segundos en devolverle el llamado a Pocino, según consta en el expediente sobre la muerte de Nisman. A las 13:45:51 el jefe del Ejército K, líder de la Inteligencia militar, y el ex jefe de Reunión de los espías argentinos, hablaron durante 413 segundos. Son todos llamados inusuales que estas personas jamás intercambiaban un domingo. Pero ese domingo no era un domingo cualquiera para quien fuera parte del círculo del poder más informado de la República Argentina. A las 14:12:54, a las 14:13:19 y a las 14:14:56, el ex agente Pocino “se comunicó (o intentó hacerlo)” -detallaron Ercolini y Taiano- con el subjefe de la ex Side K, Mena. Este ex funcionario estaba absolutamente involucrado con el “Memorando de Entendimiento con Irán”, la base de la denuncia que Nisman había presentado ante la Justicia como herramienta para vincular a Cristina Kirchner con el “plan criminal” que se habría creado desde el Gobierno para garantizarle impunidad a los posibles autores del atentado a la AMIA. Mena hoy está procesado sin prisión preventiva por su participación en esta trama, en una causa que instruye el juez Claudio Bonadio. Para Ercolini, según escribió en el dictamen donde pide que se cite a indagatoria a Lagomarsino como posible partícipe del asesinato de Nisman, estos llamados forman parte de lo que describe como “sucesos concatenados que tuvieron lugar a lo largo de un período de tiempo relativamente corto -un fin de semana- durante el cual resulta posible ver numerosas actividades que confluyeron entre sí y que conformaron la compleja historia que concluyó con la muerte violenta que es centro de esta pesquisa”. Según se desprende del expediente, Pocino intentó hablar seis veces más con el entonces poderoso Mena, una persona de total confianza de los Kirchner. ¿Qué es lo que estaba pasando el domingo 15 para que los teléfonos de los espías y hasta del jefe de la Policía Bonaerense y del Ejército no pararan de sonar? ¿El Gobierno ya tenía información de que a Nisman le había pasado algo? La Justicia ya inició una investigación al respecto. Ercolini escribió que consideraba “imprescindible” tener en cuenta estos “indicios” para intentar encontrar a quiénes pudieron ser los asesinos de Nisman. Durante el transcurso del sábado 17, según admitió él mismo ante la Justicia, Lagomarsino le entregó la Bersa 22 de la que salió el balazo que mató al denunciante de los iraníes en el caso AMIA. El domingo 18, los jefes de los espías K intercambiaron comunicaciones entre sí, igual que los miembros de la custodia de Nisman. Esos guardaespaldas que fueron procesados por la Justicia por tardar demasiadas horas en entrar a la casa del ya muerto Nisman eran los policías federales Armando Niz y Luis Miño. El juez Ercolini y el fiscal Taiano los procesaron por el delito de incumplimiento en los deberes de funcionario público. Eran custodios de Nisman, y no para cuidarlo solo en sus “traslados”, como se intentó dejar trascender de modo oficial en 2015. La Justicia probó que debían estar pendientes de la total seguridad del fiscal porque así lo había determinado un fallo judicial luego de que Nisman denunciara un hackeo a su correo electrónico unos años antes. Fueron Niz y Miño quienes no hicieron nada para entrar a la casa del fiscal muerto a pesar de que éste no les atendía los teléfonos, de que los diarios que Nisman había pedido el domingo 18 de enero estaban aún en la puerta de su departamento desde las 7:30 u 8:00. Y a pesar también de que el auto privado del fiscal se encontraba estacionado en las cocheras de Le Parc. Además, desde la calle de Puerto Madero se podía divisar que las cortinas del departamento en el piso 13 que debía haber estado custodiado estaban cerradas. Así trabajaba Nisman cuando se concentraba en sus denuncias. La secretaria de la fiscalía AMIA de Nisman, Soledad Castro, había intentado comunicarse desde temprano con su jefe. Pero no la atendió. La madre del fiscal, Sara Garfunkel, también. A las siete de la tarde, fue ésta última la que le expresó a una amiga, por teléfono, que estaba preocupada por su hijo. Los custodios Niz y Miño la fueron a buscar a su casa y la llevaron hacia Le Parc. Dos veces. Garfunkel no lograba abrir la puerta de servicio del departamento del fiscal. Pero, aún así, Miño y Niz le insistieron para entrar a la casa de su hijo por la puerta principal, que presentaba otro obstáculo. La clave del ascensor que Garfunkel siempre había usado para poder acceder al hall del departamento en el que vivía su hijo había cambiado. No servía para que se abrieran las puertas en el piso 13. ¿Nisman modificó ese código sin habérselo dicho a su madre, con quien tenía contacto diario, tanto personalmente como por teléfono? “Es imposible”, dicen en la familia del fiscal. El final que aterraba a todos estaba por conocerse. A las 0:00 de lunes 19 de enero, el secretario de Coordinación del Ministerio de Seguridad, Darío Ruiz, se enteró por el jefe de la Policía Federal, Román Di Santo, que Nisman estaba aparentemente muerto dentro de su propia casa. Ruiz llamó entonces al secretario de Seguridad K, Sergio Berni, y le comunicó la novedad. Durante toda la tarde, varias veces, el custodio Niz le había cortado el teléfono a la ex esposa de Nisman y madre de sus dos hijas, la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien estaba en Europa y quería conocer las novedades que la ponían nerviosa. Y con razón. Hubo llamados entre los custodios que Niz sí atendió. Pero otros, no. ¿Por qué? Durante los primeros minutos del lunes 19 de enero, el jefe de la Federal, Di Santo, llamó al ex funcionario de Seguridad Ruiz y le avisó que había enviado al Superintendente de Seguridad Interior y Delitos Federales Complejos de la Federal, Roque Luna, a Le Parc, para tener mayor información sobre todo lo que pasaba allí. Que era mucho. A la 1:30 am, según consta en el expediente de la muerte de Nisman, entró al departamento de Nisman el secretario de Seguridad, Berni, junto al jefe de la PFA, Di Santo. Momentos después ingresó a esa casa ya repleta de gente la primera fiscal de la causa, Viviana Fein. Durante el sábado y el domingo de ese enero de 2015, quien dice haberle entregado a Nisman la pistola 22 de la que salió la bala que lo mató, Diego Lagomarsino, habló varias veces con un amigo y ex jefe en una empresa de instrumentos de seguridad, Osvaldo Ardissone. Y también con un teléfono de la empresa de seguridad ADT Security, que usaba su esposa. Lagomarsino vivía rodeado y trabajaba para grandes compañías internacionales vinculadas a la distribución de tecnología de seguridad: era empleado de Checkpoint System. Su mujer trabajaba para ADT. Los detalles sospechosos que rodearon a la muerte de Nisman son muchos más, por supuesto. La madre de Nisman llamó a decenas de veces al departamento de su hijo en Le Parc. Fueron llamados que sonaban en habitaciones vacías. Según la causa, fue el custodio que primero vio al fiscal muerto en su baño, Niz, el que le dijo alrededor de las 23:11 de la noche a un colaborador de Nisman que “pasó lo peor, el fiscal se suicidó”. Una hipótesis que nadie había mencionado jamás, nunca, a esa hora del domingo 18 de enero de 2015. Solo coincidió en la misma tesis, el lunes siguiente, el 20 de enero, Lagomarsino, cuando se presentó en un juzgado que no investigaba el caso de la muerte del fiscal, y dijo: “Se mató con el arma que yo le di”.
Caso Nisman: los extraños sucesos que rodearon el día de la muerte del fiscal
La Justicia determinó decenas de cruces telefónicos y llamativas comunicaciones entre los custodios, agentes de la SIDE y funcionarios K.