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Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y desató una nueva crisis

Lo decidió pese a la fuerte oposición árabe, musulmana y europea. La medida trastoca décadas de políticas estadounidenses y se teme que provoque violentas protestas.

El presidente estadounidense Donald Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y pidió que se inicien los preparativos para el traslado allí de su embajada, desoyendo las advertencias internacionales y dando un vuelco a la política seguida por su país en las últimas décadas. "He llegado a la conclusión de que es el momento de reconocer Jerusalén como capital de Israel", dijo hoy en un discurso ofrecido en la Casa Blanca. Trump ya había informado la víspera al presidente palestino, Mahmud Abbas, y a otros líderes árabes de su intención de dar ese paso. La decisión va en contra de la política seguida por la comunidad internacional, desde donde se oyeron hoy numerosos llamamientos para evitar que Trump adoptara esa decisión, debido a su potencial desestabilizador en la región. "Israel es un estado soberano con derecho, como todos los países, a decidir su capital, siendo conscientes de que esta es una condición necesaria para lograr la paz", afirmó el presidente estadounidense. Y señaló que la decisión “marca el inicio de un nuevo enfoque hacia el conflicto entre Israel y los palestinos". Trump también sostuvo que “haré todo lo que esté a mi alcance para un acuerdo de paz israelí-palestino que sea aceptable para ambas partes”. “Estados Unidos sigue apoyando la solución de los dos estados", subrayó, algo que va en contradicción con la indignación que levantó la medida en el mundo árabe. La comunidad internacional no reconoce Jerusalén como capital de Israel porque es una de las cuestiones más espinosas del conflicto y espera que el futuro estatus de la ciudad se defina en negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. Los palestinos quieren como capital de su futuro Estado la parte oriental de la ciudad, ocupada desde 1967 y posteriormente anexionada por Israel. El Estado judío, por su parte, reclama la ciudad como su capital indivisible. El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y el traslado de la embajada supone el cumplimiento de una promesa de campaña del político republicano, pero también una ruptura con la política seguida por su país en las últimas décadas. El Congreso aprobó en 1995 una ley que prevé ese traslado, pero hasta ahora todos los presidentes han retrasado su implementación alegando daños a la seguridad nacional y el plazo se va postergando cada seis meses. Trump no lo firmó la última vez. En estos momentos Jerusalén no alberga ninguna embajada y todas las legaciones diplomáticas se encuentran en la ciudad de Tel Aviv. En el mundo musulmán hubo una ola de repudio. Arabia Saudita, Jordania, Turquía, Irán y Egipto, entre otros, expresaron su absoluto rechazo.

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