“Perros y gatos aterrorizados hacinados en jaulas oxidadas. Murciélagos y escorpiones puestos a la venta como medicina tradicional. Conejos y patos sacrificados y desollados uno al lado del otro en un suelo de piedra cubierto de sangre, suciedad y restos de animales”, esas fueron las escenas profundamente preocupantes que un corresponsal del Daily Mail presenció ayer en China, justo cuando el gobierno de Xi Jinping celebraba “su victoria” sobre el coronavirus. El periodista George Knowles asegura que observó con sus propios ojos cómo miles de clientes acudían en masa a un amplio mercado cubierto en Guilin, al suroeste de China. Un lugar muy similar al de Wuhan, donde hace tres meses surgió por primera vez el nuevo coronavirus que ya se expandió por el mundo, se transformó en pandemia, mató a más de 33 mil personas y contagió a casi 700.000. “Aquí las jaulas de diferentes especies se apilaban unas encima de otras. En otro mercado de carne en Dongguan, al sur de China, otro corresponsal fotografió a un vendedor de medicinas que regresaba al negocio el jueves con un cartel que anunciaba murciélagos -que se cree son la causa del brote inicial de Wuhan- junto con escorpiones y otras criaturas”, asegura el Daily Mail. El medio británico logró estas impactantes imágenes en simultáneo al levantamiento de la cuarentena que animó a millones de chinos a volver a la vida cotidiana normal para impulsar la economía en decadencia. Según el medio, el mercado de Guilin estaba lleno de compradores ayer, con carne fresca de perro y gato en oferta, un plato tradicional de invierno. “Todo el mundo aquí cree que el brote ha terminado y ya no hay nada de qué preocuparse. Es sólo un problema extranjero ahora en lo que a ellos respecta", reveló uno de los corresponsales con sede en China que capturó estas imágenes para el Daily Mail el domingo. El corresponsal que visitó Dongguan afirmó: “Los mercados han vuelto a funcionar exactamente de la misma manera que antes del coronavirus. La única diferencia es que los guardias de seguridad tratan de detener a cualquiera que tome fotos”. El régimen ha sido sombrío en sus informes sobre el virus basado en Wuhan desde un principio. China no sólo mintió sobre el brote, sino que “desapareció” a los médicos y otros expertos en salud que trabajaban en él y alertaron al mundo de lo que sabían. Por su falta de transparencia, Xi Jinping sometió a su población a la exposición del virus letal y ahora, que sus muertos se cuentan por miles, intentó contrarrestar las críticas argumentando que había una conspiración en su contra. Las principales víctimas de este tipo de ocultamiento fueron los propios habitantes de Wuhan, quienes no fueron advertidos a tiempo por las autoridades que mintieron permanentemente sobre las cifras y la gravedad del caso. Recién el 22 de enero, más de tres meses después de iniciada la pandemia, decidió aislar totalmente a la población de aquella ciudad para hacerlo posteriormente en la provincia de Hubei. Las denuncias contra el régimen comenzaron a enfurecer a la población, luego de que se conocieran detalles de cómo fue que el Partido Comunista Chino maniató a los médicos que habían advertido sobre el peligroso brote que les recordaba al del SARS que impactó en 2002. El punto más alto de la indignación nació cuando se conoció la muerte del médico Li Wenliang quien había mandado un aviso por chat a sus colegas el 30 de diciembre pasado y pocos días después la policía le hizo firmar un compromiso de que dejaría de “hacer comentarios que perturbaban el orden público”. El 6 de febrero, finalmente, murió infectado por el COVID-19. MÁS SOBRE ESTE TEMA: Hallaron muerto a un ministro alemán: “Estaba preocupado por las consecuencias económicas del coronavirus” El científico que lideró la lucha contra el coronavirus en China advirtió que no usar mascarillas es un “gran error”
En China continúan vendiendo murciélagos para comer pese al peligro sanitario por el coronavirus
Las jaulas de especies se enciman unas a otras. Los excrementos se mezclan con la sangre de las carnicerías y la gente se agolpa por comprar. Nada parece haber cambiado en los mercados, aún cuando está probado que el COVID-19 que ya mató a 33.000 personas nació en uno de esos lugares