La Argentina viene largamente discutiendo el concepto del orden. El debate alrededor de este concepto ha tomado el color del momento político que transitamos y el lado del mostrador donde nos ubicamos, además de un corset ideológico para quienes lo atacan y también para quienes lo defienden. Los conceptos se manipulan de acuerdo a las circunstancias como armas de ataque, restándole al mismo todo carácter general y en consecuencia útil para pensar la sociedad en la que vivimos y en la que queremos vivir. El concepto de orden es un concepto democrático y convivencial y, tal como lo estudian grandes politólogos, un “sinónimo de convivencia ordenada, segura, pacifica y equilibrada”. Es en estos momentos en los que la sociedad tiene que mostrar conductas ordenadas donde comienza a entenderse con más profundidad la necesidad de construir una sociedad con valores tallados en el alma y la conciencia social. Hoy pedimos a todos cumplir, pero para cumplir hoy tenemos que cumplir siempre, cuando hay pandemia y cuando no la hay. En la Argentina, durante muchos años la anomia dominó nuestras conductas, y si bien, nuestro trabajo buscó generar un cambio en esta idea dominante, los cambios culturales precisan años de practica social, para pasar a construirse como costumbres experimentadas por la sociedad. Durkheim definía a la anomia como una enfermedad de la sociedad cuyo síntoma es el incumplimiento y hasta la burla hacia las normas y leyes que rigen las conductas morales, jurídicas y de costumbre de una sociedad. La anomia genera un relativismo moral, un da todo igual, cumplir, no cumplir, y construye un modelo social sin referencias éticas. En nuestro país, se alentó desde el Estado mismo el vale todo. Así se avalaron las manifestaciones del 2001 para terminar con un gobierno, la toma de tierras, las usurpaciones, la violencia y hasta la rebelión contra la fuerza pública. Hoy nos preguntamos qué nos pasa como sociedad que no cumplimos una cuarentena y tenemos ciudadanos que burlan la ley y ponen en peligro a otros, hasta a su propia familia. Nos pasa, como describía Karl Marx, que la “práctica determina la conciencia”. “ No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. O, como definía Ortega y Gasset, “que somos nosotros y nuestras circunstancias”. La frase exacta es: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Una idea para pensar estos días. La noción de orden es una relación continua del ser humano y las cosas, las conductas, la relación familiar y las de trabajo, la casa, la cocina, los horarios de entrada a las aulas de los estudiantes. Cuando ordenamos es para encontrar las cosas, para usar nuestro tiempo de manera adecuada y para lograr objetivos. La sociedad es la construcción de una relación donde los ciudadanos acuerdan un contrato legal y constitucional y el orden publico es la manera de hacerlo cumplir. El orden público se ha simplificado en la Argentina, se asemeja a un policía con un equipamiento especial, listo y preparado para actuar. Nada más lejos de un concepto profundo que debemos los argentinos repensar. Por eso hoy, tenemos que aprender un concepto perdido y catalogado de reaccionario: hoy el orden nos salva. Quizás lo aprendamos para siempre. La autora es PhD en Ciencias Politicas y presidenta del PRO
El orden nos salva: ¿lo aprenderemos esta vez?
La Argentina viene largamente discutiendo el concepto del orden. El debate alrededor de este concepto