La serie de Netflix debería provocar un tsunami en la investigación de la muerte de Alberto Nisman. El trabajo del inglés Justin Webster muestra una trama de engaños y trampas que le tendieron al fiscal. O sea, no es sólo que el departamento estaba cerrado por dentro; que no se podía entrar ni salir del baño; que no hay un rastro de pelea ni desorden en esa vivienda; que le pidió la pistola prestada a tres personas distintas y que nadie vió entrar o salir del edificio a alguien extraño. También, que la serie exhibió como nunca las jugarretas políticas y de inteligencia que llevaron al fiscal a un callejón desesperado, sin salida. La secuencia exige una nueva mirada de la justicia, hasta hoy contaminada por Cambiemos y la pericia trucha de la Gendarmería. Secuencia I: escuchas Alberto Nisman armó su denuncia por el Memorándum en base a una enorme cantidad de escuchas que le fueron proporcionadas por Horacio Antonio Stiuso. El ex jefe de Operaciones de la SIDE lo admite en el documental. El juez Daniel Rafecas señaló en su momento que las escuchas no conducían a nada ya que se trataba de la voz de personas que no tenían ningún cargo en el Poder Ejecutivo y no decidían nada: Luis D'Elía, Fernando Esteche, Jorge Khalil, no tenían funciones ni ocupaban ningún lugar en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Pero el camarista Jorge Ballesteros hizo un análisis aún más detallado y concluyó que buena parte de las escuchas fueron un armado, es decir que se pegaron audios de distintas fechas y de diferentes diálogos. Si la denuncia del Memorándum fue clave en el final de Nisman, queda claro que el proveedor fundamental fue Stiuso. Secuencia II: el espía Otro ingrediente clave de la denuncia de Nisman era el espía Allan Bogado. El propio Bogado contó en el documental que trabajaba para Stiuso como inorgánico, algo que aparentemente está documentado en un escribanía. O sea, este ingrediente también fue tirado al ruedo por Stiuso. Nisman dice en TN: "yo tengo investigado a personal de la SIDE negociando directamente con los iraníes". O "personas de la SIDE le informan a los iraníes todo lo que ocurre en la causa". Se refiere en forma explícita a Bogado, al que Nisman cree un personaje central de la historia y afirma que tiene trato directo con Cristina. Sin embargo, poco antes, en noviembre de 2014, el jefe de Operaciones de la SIDE, el propio Stiuso, denunció por trucho a Bogado, afirmando que se arrogaba pertenencia a la SIDE cuando eso era falso y extorsionaba en la Aduana pidiendo dinero. Webster lo sorprende a Stiuso preguntándole: "¿Usted no le dijo a Nisman que lo había denunciado a Bogado y que Bogado no era de la SIDE?". "Sí, sí, Nisman lo sabía", contesta Stiuso. Webster remata: "Parece evidente que no sabía. En su denuncia hace mucho hincapié en que Bogado era de la SIDE y negociaba con los iraníes". La última persona que habló con Nisman sobre el tema fue el periodista de La Nación Hernán Capiello. Fue el viernes 16 de enero de 2015, dos días antes de la muerte del fiscal. El título de tapa del diario, una nota de Capiello, fue: "Agente camporista fue el enlace con Irán". Otra prueba categórica de que Nisman no sabía que Bogado nunca había hablado con un iraní, que nunca salió de la Argentina, que no había entrado jamás a la Casa Rosada y que su compañero de ruta --¿su jefe?-- Stiuso no le habría contado que lo denunció por trucho. O sea que, como en el caso de las escuchas y también en el de Bogado, los elementos de la denuncia por el Memorándum habrían sido aportados por Stiuso, pero eran elementos esencialmente falsos. Secuencia III: las pruebas Presentada la denuncia el 14 de enero de 2015, Nisman insistía ante los medios y los periodistas que hablamos con él en aquellos días, que tenía otras pruebas, otras escuchas, que iban a ser más contundentes todavía. Esas pruebas nunca aparecieron. La denuncia se fue cayendo a pedazos, rechazada por tres jueces en 72 horas y reprobada por juristas de primer nivel: Raúl Zaffaroni, León Arslanian, Julio Maier, Ricardo Gil Lavedra y casi todos los que leyeron los textos. Seguramente eso fue lo que motivó las desesperadas llamadas de Nisman a Stiuso que el ex jefe de Operaciones de la SIDE no atendió. En cambio ese fin de semana sí atendió 13 llamadas de su ladero en la central de Inteligencia, Alberto Mazzino. Por otra parte, quienes conocen a Stiuso y conocieron a Nisman, opinan que si el espía quería hablar con el fiscal tenía otros celulares y otras formas de entablar contacto, pero está visto que Stiuso no quiso. Nisman lo siguió llamando hasta el final, pero se quedó solo y sin las pruebas que tanto anunció. Secuencia IV: el Congreso Desde la presentación de la denuncia, el PRO puso toda su energía para organizar una especie de paseo triunfal de Nisman al Congreso. Estaría sólo el fiscal y la oposición, con los medios adictos, exponiendo acusaciones contra Cristina Kirchner y su gobierno. Pese a su adicción al show mediático, a Nisman la jugada no lo convencía del todo. Su denuncia estaba floja de papeles Pero las catástrofes se sucedieron. El oficialismo de entonces, el Frente para la Victoria, anunció que iría en pleno a la sesión del Congreso y que exigía que todo fuera televisado en vivo. Y aquel domingo, Página/12 publicó dos notas demoledoras, incluyendo la refutación de la denuncia y una entrevista con el ex titular de Interpol, el norteamericano Ronald Noble, que dijo públicamente que la denuncia era falsa. La pericia informática realizada a la computadora de Nisman demostró que el fiscal leyó esa nota a las 7:01.51, o sea empezó a leer a las siete de la mañana, un minuto y 51 segundos. El fiscal afrontaba la presión del PRO, vía Patricia Bullrich y Laura Alonso, y no tenía herramientas para enfrentar semejante parada. En la noche del sábado, el PRO desistió de la sesión del Congreso, pero Nisman nunca se enteró. Secuencia final Aquel domingo a la mañana, Nisman enfrentaba: *la demolición de su denuncia, rechazada por tres jueces; *acusaciones con ingredientes que le habría suministrado Stiuso y que hacían agua por sus falsedades; *Stiuso que no le atendía el teléfono ni le daba ninguna prueba adicional; *una brutal desmentida de Noble; *la presión del PRO para que vaya al Congreso y el Frente para la Victoria que lo estaba esperando; *su ex pareja, Sandra Arroyo Salgado, lanzándole una frase lapidaria: "Lo único que te interesa es el poder y las cámaras, olvidate de tus hijas". *por sobre todo, la mayor de los catástrofes: él creía que lo echaban de la fiscalía y se quedaba sin el inmenso poder que le daba, acompañado de dinero oculto, fama y mujeres. Después de la serie de Netflix, Julián Ercolini y Eduardo Taiano, el juez y el fiscal que investigan la muerte de Alberto Nisman, deberían ahondar en estas secuencias. Es que no sólo las pericias, categóricas, sustentan el hecho de que el fiscal se disparó a sí mismo aquel domingo de enero de 2015: aparece nítida una trama que el documental muestra de forma descarnada y son el trasfondo del disparo definitivo.
La justicia debería ver la serie sobre Nisman en Netflix
La serie documental dirigida por el británico Justin Weber exige una nueva mirada del Poder Judicial, hasta hoy contaminada por el gobierno de Cambiemos y la cuestionada pericia de Gendarmería. En los capítulos aparece nítido y de forma descarnada el trasfondo del disparo definitivo.