Antes que nada quisiera transmitirle al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, el siguiente mensaje enviado por la familia Stalin: Nosotros, los descendientes del líder soviético Joseph Stalin y de su segunda esposa Nadezhda Ialilusheva, de sus hijos Vasili y Svetlana, de sus nietos Alexandre, Nadezhda, Svetlana, Vasili, Iosif, Yekaterina y Olga, queremos felicitar al señor Intendente de Avellaneda, Don Jorge Ferraresi, por el acto que organizó para su propia asunción del mando municipal. Hacerse tomar el juramento por un grupito de niños que invocaron a Perón, a Evita, a Néstor, y a “la demostrada lealtad a Cristina” fue impactante. Ni el Abu Joseph se hubiera animado a tanto. También nos resultó extraordinario el video de tres minutos que él mismo presentó ante Cristina Fernández y un centenar de dirigentes kirchneristas, en el que aparecían otros niños explicando “cuanto aman”, literalmente, al intendente Jorge Ferraresi. Sin duda, una genial puesta en escena neofascista con una manipulación de menores que hubiera despertado la envidia, no sólo del Abu Joseph, sino también de algunos viejos adversarios y colegas como Tío Benito y Tío Adolf. Vaya entonces, nuestra sincera felicitación para este moderno líder del conurbano bonaerense. Se nos han sumado a esta congratulación, otras familias amigas como los Husein, los Stroessner, los Somoza, los Batista, los Ceuacescu y los Alperovich. Reciba pues, Don Jorge Ferraresi, toda nuestra admiración. Con el cariño de siempre, Los Stalin. Cumplido con este pedido, vayamos a lo importante: che Guzmán, estás a tiempo. Todavía la gente no te juna. Caminás por la calle y no te conoce ni el loro. No saben que sos el ministro de Economía. Tranquilamente te podés tomar un taxi a Ezeiza ahora mismo, pasar por migraciones sin que se avive nadie, subirte al primer vuelo a Nueva York y acá no ha pasado nada. Pensalo bien, en marzo ya no va a ser lo mismo. Me doy cuenta que sos un tipo preparado, con buenas intenciones, venís de Nueva York, sos graduado de Columbia (yo también), pero acá las cosas no funcionan como vos creés. Acá no es como dicen los libros. Acá no es como allá. En Nueva York, vos te levantás a la mañana, preguntás a cuanto está el dólar y te contestan siempre lo mismo. Acá no. Con nosotros han fracasado todos los grandes de la economía mundial, incluyendo los técnicos más calificados de los organismos internacionales más importantes. Hemos acostado a todos los economistas que trataron de ordenar nuestros números. Acá somos unos hijos de puta especializados en arruinar todas la teorías económicas. Olvidate hermano. Esto, no va a andar. Obviamente, en principio no tengo nada en contra del plan de emergencia, más allá del clásico autoritarismo que significa, una vez más, la delegación de superpoderes en el presidente. Una vergüenza innecesaria porque con superpoderes y todo, nunca arreglaron nada. Pero digamos que las medidas económicas anunciadas marcan un camino bastante razonable y muy parecido al que venía recorriendo Macri o al que hubiera tomado en caso de ganar. O sea, ajustar hasta lograr cerrar el déficit primario y tener una macro sustentable, sobre todo ahora que ya no nos va a prestar guita nunca más nadie en la puta vida. Cuando lo hacía el Gato era “la derecha neoliberal que vino a llevarse los dólares” y cuando lo hace el Tío es “un acto de solidaridad inevitable en la emergencia”. Contala como quieras. Es ajuste, si estás de un lado lo puteás y si estás del otro lo militás. Triste destino el del falso progre kirchnerista que tiene que militar un recorte a los jubilados y una apretada a la clase media. Sin embargo, Martín querido, esto no va a funcionar por las mismas razones de siempre. Veamos. Alguna vez expliqué desde acá que en este mismo momento, en algún lugar de la Argentina, hay un rotisero preparando lechón, ensalada rusa, pollos, vitel toné y todo ese colesterol que las rotiserías venden para las fiestas. Son días en los que el tipo no duerme porque se la pasa batiendo huevos y haciendo mayonesa sin parar. Tiene la mitad del personal en negro, factura un lechón cada cuatro que vende y su declaración de Ganancias es un dibujo de Dalí. La excusa es la misma de siempre: “Si pago todos los impuestos, el negocio no me da”. En realidad, el negocio no le da para vivir como el rotisero quiere, por ejemplo, veraneando una quincena en Florianópolis. Si tributara como corresponde, a lo sumo le daría para una semanita en Claromecó. Pero acá somos así. El tipo tiene una rotisería de morondanga y quiere vivir como el CEO de la Metro Goldwyn Meyer. El rotisero representa al 50% de los contribuyentes argentinos que funcionan en negro. Los pesos que él evade son exactamente los mismos que a vos, Guzmán, te faltan para cerrar la cuenta fiscal. Para cubrir el agujero, en lugar de apretar al rotisero le mordés la billetera a los que laburan en blanco. Mientras bate huevos, en lo único que el rotisero piensa es en los pesos que va a necesitar a fin de mes para comprar dólares y encanutarlos. Y está dispuesto a pagar por los verdes el precio que sea. ¿Cuanto tiempo te pensás que va a tardar el tipo en acomodar el precio de la lengua a la vinagreta con un dólar a 63 mangos más el 30% de impuestos, o sea a 82 pesitos por dólar? Entre paréntesis, eso es lo que va a valer el blue dentro de cinco minutos. Vos me dirás que, a los efectos de los precios y la inflación, lo que importa es el dólar oficial, que es el que usa, por ejemplo, la industria automotriz para importar sus autopartes. Error. Cristiano Ratazzi también come matambre con ensalada rusa. Y ahora le va a costar 30% más caro porque el rotisero no quiere Claromecó. Quiere Florianópolis. Entendelo Guzmán. Acá se te van a quemar los papeles. Con nosotros no vas a poder. La única solución era hacer cuatro cosas que Tío Alberto no hizo. Curiosamente las mismas cuatro cosas que tampoco hizo el Gato. Por eso ganó el Tío. A saber: 1. Explicar la situación claramente y con sinceridad, sin el verso del neoliberalismo, la fuga, el FMI y la sarasasa. Con el relato, a la larga vas muerto. 2. Presentar un plan económico integral con un proyecto a diez años. Tío Alberto ganó en agosto y todavía nosotros no sabemos qué quiere hacer. Empiezo a sospechar que él tampoco. 3. Convocar a un equipo económico con un jefe reconocido que lleve adelante ese plan sin dividir el área económica en 20 ñatos de los cuales 10 son desconocidos que no inspiran confianza y a los otros 10 los conocemos de memoria y forman parte del club que nos llevó a este desastre. 4. Convocar a un gran acuerdo político sobre ese plan. El acuerdo que no hizo Macri. Pero un acuerdo político no es entre peronistas con algunas cucharaditas de Tinelli. Un acuerdo político es con Macri y con la oposición adentro, aunque no les guste. Del mismo modo, el acuerdo político que debió hacer el Gato era con Cristina adentro aunque Ex Ex Ella sea una maleducada que le da vuelta la cara. En otras palabras Guzmán, hacer lo necesario para recuperar la confianza del rotisero y de toda su clientela. Cambiar esa cultura requiere dar un paso que Tío Alberto evidentemente no piensa hacer. Para colmo, lidera un espacio lleno de tipos que van a contramano de la historia. Ejemplo. Imaginate que encontramos un terreno para hacer un edificio en la mejor zona de Avellaneda y convocamos a un grupo de inversores amigos que viven en Massachusetts. “¿Dónde?” nos van a decir. “¿En Avellaneda? ¿La tierra gobernada por el ídolo de los Stalin? Olvídense, busquen un lote en Montevideo”. Acordate Guzmán. En dos meses vas a extrañar estar caminando por el Morningside Park, frente al Campus de Columbia. Si es que ya no lo estás extrañando. COMENTARIOS Comentarios CARGANDO COMENTARIOS Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar. Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.
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Se necesitaba convocar a un gran acuerdo político.