Boca sabe como ninguno de finales de Libertadores. Es el que más jugó (11). Sabe de ganarlas (seis) y de perderlas (cinco). Ni la pasión de sus hinchas ni el valor de su historia disminuyeron después de las derrotas anteriores. Tampoco se atenuarán ahora. Sí habrá una crisis, como cada vez que el equipo no logra éxitos. Ya lo dijo Juan Carlos Lorenzo, el primero de los tres técnicos que lograron levantar esta Copa: Boca es Deportivo Ganar Siempre. Y en el deporte no siempre se gana. Ni siquiera Boca. En este caso, el ruido de la caída será mayor porque enfrente no estaban el Santos de Pelé, el Olimpia de Almeida, el Once Caldas de Henao o el Corinthians de Tite sino el River de Gallardo. Y los antecedentes de las eliminaciones coperas en 2014 y 2015 dejan cicatrices, sobre todo a nivel dirigencial. De los dos lados hay pocos jugadores comunes entre los de aquellos cruces y los protagonistas de una inédita definición en suelo europeo. Los que sí se repiten en la Sudamericana y las dos Libertadores son los nombres de los presidentes. Y ese 0-4, si contamos el mano a mano en Mendoza por la Supercopa, es lapidario con Daniel Angelici, el hombre cuyas influencias -supuestamente extendidas desde el fútbol hasta la política- se revelaron insuficientes para que la Conmebol homologara la sanción de las agresiones en la Bombonera (octavos 15) con las ocurridas en el Monumental (final 18). A un año de la renovación de autoridades, sin posibilidad estatutaria de reelección para Angelici, el oficialismo que gobierna desde 1995 seguramente sufrirá un cisma. Algunos miembros de la Comisión Directiva recordarán que estuvieron firmes en la decisión de no jugar la vuelta de esta final, como sucedió con aquellos 45 minutos de tres años atrás. Habrá actitudes oportunistas, como en toda carrera por un sillón, y varios anotados para la sucesión en un 2019 a puro proselitismo. Remitido el análisis al plano futbolístico, es un hecho que Boca se quedará sin quienes fueron sus capitanes en esta última etapa: Carlos Tevez, Fernando Gago -fatalmente lesionado tres veces en Superclásicos- y Pablo Pérez. Es muy probable que los dos primeros se retiren. Pérez tiene nivel para continuar en otro lado: debe recordarse que fue titular en los tres torneos largos obtenidos desde 2015 y no quedó lejos de la nómina mundialista. Aunque le costará, el club debería realizar un esfuerzo para conservar al uruguayo Nahitan Nandez y al colombiano Wilmar Barrios. Por juventud, características y potencial son jugadores necesarios en este plantel. Arqueros hay. Laterales también: al lesionado Frank Fabra se lo extrañó bastante, sobre todo por su aporte ofensivo. Carlos Izquierdoz se adaptó rápido: por edad y carácter es uno de los líderes emergentes. Otro que reúne las condiciones por peso en la cancha es Darío Benedetto, autor de cinco goles en los cuatro juegos decisivos. Al Pipa le falta manejo afuera: control de declaraciones, gestos, redes sociales... Eso se aprende. Ramón Ábila es más que un suplente. Habrá que ver si el nuevo DT propone un doble 9 o apuesta por dos extremos. ¿Nuevo DT? Guillermo Barros Schelotto concluye un ciclo de 33 meses, de los cuales pasó casi dos terceras partes como único líder del fútbol nacional. Logró las dos ligas que disputó en forma completa. Condujo al plantel en dos Libertadores: llegó a una semi y a una final. ¿Alcanza? No en Deportivo Ganar Siempre. A Guillermo se lo cuestionó más que a cualquier entrenador de equipo grande -y no tanto- en este tiempo. Al margen de los resultados, vale destacar que subió la cotización de muchos futbolistas y promovió a jóvenes que en sus primeras intervenciones demostraron madera para resistir las tormentas de este club. Por ejemplo, Leonardo Balerdi y Agustín Almendra. Uno al que le dio rodaje, como su antecesor Rodolfo Arruabarrena, fue a Rodrigo Bentancur, hoy fija en Juventus y mañana ficha probable en Barcelona. Entre los dos pases, Boca recibiría más dinero por el volante uruguayo que por cualquier otro jugador en su historia. Sí, el mismo pibe que según los entendidos no podía ponerse esta camiseta... Mauricio Macri había dicho, cuando se veía venir este larguísimo Superclásico, que al vencido le costaría 20 años recuperarse. Ha pifiado pronósticos el Presidente, de modo que quizás falle uno más. Boca tiene los jugadores y la gente para levantarse. Perdió una final de Libertadores en 1963 y salió campeón en 1964. Perdió otra en 1979 y fue campeón en 1981. Perdió la de 2004 y a los cinco meses ganó la Sudamericana. Perdió la de 2012 y 30 días después festejó una Copa Argentina. Por algo es el de más títulos: son 67 y ninguna desgracia que lamentar.
Razones para que el hincha siga con la camiseta de Boca puesta
Boca sabe como ninguno de finales de Libertadores. Es el que más jugó (11). Sabe de ganarlas (seis) …