Sociedad

Los rastrillajes confirmaron cómo se modificó el escenario en "tierra mapuche"

En el mega operativo de ayer, las fuerzas de seguridad encontraron vegetación cortada y huellas de camioneta. Pero aún no hay pistas firmes de Santiago Maldonado.

Las evidencias son más contundentes. Y fueron ratificadas hasta por una vocera de la comunidad. Los mapuches rastrillaron por su propia cuenta los márgenes del río Chubut en los días posteriores a la desaparición de Santiago Maldonado y muy probablemente en fechas recientes. A las pruebas de que camionetas con faroles habían recorrido las zonas aledañas al caudal los días 1 y 2 de agosto, ahora se suman imágenes (que se adjuntan en esta nota) en las que se observa cómo fue modificado el paisaje que conduce al agua mediante el corte a machete de delgados troncos y la quema de vegetación. Agentes de la Policía Federal, que participaron del mega operativo por la búsqueda del joven, descubrieron distintas zonas en las que desconocidos cercenaron el paisaje que rodea al efluente para poder tener una mejor visión y puntos de acceso en sectores especialmente cerrados. Una vocera del Pu Lof reconoció esta mañana los rastreos, aunque negó que fueran para buscar a Maldonado. "Buscábamos las balas de plomo que nos tiraron", acusó Andrea Millañanco y criticó el dato de estos rastrillajes previos y propios que reveló hoy Clarín. La vocera incluso negó que se podaran ramas, para sostener el relato del mapuche Matías Santana, que dijo haber visto con binoculares cómo se llevaba la Gendarmería al artesano. Estas acciones en el terreno se vinculan de modo directo con la búsqueda de la que ya habría tenido noticias el juez federal Guido Otranto, acerca de que los miembros de la comunidad Cushamen sondearon el río en un esfuerzo privado por hallar a Maldonado. Según pudo saber Clarín, los indígenas protagonizaron dos días de rastrillaje, pero hay señales que indicarían otros pesquisas particulares que datan de hace poco tiempo. Utilizaron camionetas cargadas con faroles de caza con el fin de tener una visión lo más clara posible en un área en la que los sauces cubren el río en forma de capilla. Las huellas de los móviles quedaron marcadas en el suelo arcilloso y los ruidos que hicieron durante la noche alarmaron a los vecinos. Los trabajos de ayer, que incluyeron la participación de un ejército de casi 400 agentes, drones, helicópteros y decenas de perros, sirvieron también para detectar cómo los mapuches se abrieron paso a través de la vegetación y alcanzar así el agua y presuntamente encontrar un cuerpo. La única forma de llegar al afluente en determinados puntos, es cortando con un machete las abundantes ramas o quemando sectores enteros. Ambas cosas fueron hechas en Pu Lof. Sin embargo, encontrar un cuerpo en el río es una tarea que requiere mayor tecnología y tiempo, explican especialistas. Las raíces de los sauces se extienden hasta el fondo que tiene una profundidad de 1.40 a 1.60 pero con posones de hasta 3 metros. Cualquier objeto que sea lanzado al agua de inmediato encontrará oposición de parte de esta verdadera tela de araña entre el Pu Lof y 1.500 metros de distancia con dirección a Esquel. Existen sectores inmediatos al Pu Lof -de 500 a 1.000 metros- que componen verdaderas cavernas en las cuales apenas pasan los rayos de sol. “Ni siquiera un bote puede pasar”, le indicó a Clarín uno de los mayores conocedores del río Chubut. Abajo de las gélidas aguas -5 grados apenas- color chocolate, oscura y sucia en esta época del año, se prolonga una vegetación dura y resistente. El río, cuentan, puede convertirse en una “trampa natural” para quienes no conoce la zona.

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