Economía

Christine Lagarde llamó por teléfono a Luis Caputo: elogios, agradecimiento y buenos deseos

(Enviado especial a Nueva York). Christine Lagarde terminó su encuentro con Mauricio Macri y le pidió

(Enviado especial a Nueva York). Christine Lagarde terminó su encuentro con Mauricio Macri y le pidió a un asistente personal que llamará al despacho que aún ocupa Luis Caputo en la Presidencia del Banco Central de la República Argentina (BCRA). La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoce que Caputo es un experto en finanzas, pero jamás le perdonará haber jugado con las reservas del Banco Central para contener la suba del dólar ante la desconfianza de los mercados globales. Sin embargo, Lagarde dialogó 15 minutos con Caputo, elogió su gestión al frente del BCRA y le deseo suerte cuando regrese como figura estelar en Wall Street. Caputo aceptó los cumplidos y felicitó a Lagarde por el nuevo acuerdo que se anunciará hoy en Manhattan. Actuaron como dos apasionados enemigos que no tienen batallas para librar en un futuro cercano. La directora gerente estaba en la sede de la ONU y había terminado una reunión con Macri para repasar los términos del Memo de Entendimiento. Lagarde preguntó al Presidente porqué había renunciado Caputo y a continuación aprovechó a elogiar a Guido Sandleris, quien abandona la secretaria de Hacienda y se mudará a las oficinas de la Presidencia del Banco Central. Sandleris es uno de los pocos funcionarios que participó en la redacción de los dos Memos de Entendimiento suscriptos con el FMI, tiene una excelente relación personal con Dujovne, fue profesor en la Universidad Di Tella y escribió tres libros para chicos. La llamada de Lagarde a Caputo encierra una paradoja política. El renunciado presidente del Banco Central recomendó a Macri negociar con el FMI cuando la primera crisis económica (sequía más suba de tasas en Estados Unidos) se comió millones de dólares de las reservas y sepultó a Federico Sturzenegger como titular del BCRA. Tras esa crisis, Caputo llegó al Banco Central y comenzó a utilizar su capacidad financiera para evitar que la depreciación del peso acorrale al gobierno de Cambiemos. Ya estaba funcionando el acuerdo por 50.000 millones de dólares sin obstáculos a la vista. Pero la estabilidad de los bonos y del dólar se mantuvieron por escaso tiempo. La segunda crisis económica (Causa Cuadernos, elecciones en Brasil y la devaluación de la Lira turca) gatillaron una electrizante rebelión en los mercados que amenazaba con arrasar las reservas y una parte importante del gabinete nacional. Frente a esta compleja situación, Caputo se reunió a solas con Macri y le recomendó ampliar el crédito concedido por el Fondo, una medida inédita en este organismo multilateral. El Presidente estuvo de acuerdo y Lagarde reiteró su apoyó al programa económico de Cambiemos. Mientras se negociaba el Memo II con el FMI, Caputo consideró que los bonos se estaban deteriorando por la falta de confianza y asumió que podía haber un embate especulativo que finalmente afectara al dólar. En este contexto, Caputo se entrevistó de nuevo con Macri y le pidió autorización para usar ciertas partidas del FMI que estaban inmovilizadas y podían servir para evitar que el dólar aumentara de forma exponencial ante la desconfianza de los mercados. El Presidente estuvo de acuerdo y cada vez que había una protesta informal por el uso arbitrario de las partidas del FMI, Caputo asumía toda la responsabilidad frente a los reclamos de la directora gerente Lagarde. La movida de Caputo avalada por el FMI era resistida por Dujovne y sus secretarios de Estado. El ya renunciado Presidente del Banco Central creía que había que intervenir con dólares del Fondo para aplacar los mercados, mientras que el ministro de Hacienda se interponía en su camino y hacía lobby con Macri y Lagarde. Para Caputo, esa intervención de los mercados impidió que se repitiera la tormenta que arrasó al Francisco Cabrera y Federico Sturzenegger. Para Dujovne, en cambio, se estaban enviando señales contradictorias hacia los banqueros e inversores que operan en la city porteña. Cuando ya se hizo imposible la convivencia, pese a que ambos funcionarios se llevaban en público como diplomáticos de carrera, Caputo renunció ante Macri y adelantó que se quería ir cuanto antes. El Presidente no pensaba desprenderse de Caputo y creyó que se iba a quedar hasta el final de su mandato. Por eso se sorprendió en la madrugada de New York, cuando Caputo lo llamó a las 6.30 AM para anunciarle que ese día terminaban sus funciones formales en el Banco Central. Macri no pudo convencer a Caputo y puso en marcha su plan de emergencia. En lugar del experto financista asumiría Sandleris, que conoce de política monetaria y tiene la misma perspectiva académica que Dujovne. El ministro de Hacienda puede patalear por la renuncia de Caputo, pero no la tomó de sorpresa: ya estaba acordada con Macri desde principios de septiembre. Caputo no le tiene rencor a Lagarde, sabe que ambos cumplieron con su responsabilidad institucional. Y Lagarde debería estar agradecida con Caputo: él aconsejó a Macri para usar al FMI como prestamista de última instancia con una tasa que parece un sueño de Keynes. Ahora, Dujovne consolida su propio poder y extiende su influencia al Banco Central. Lagarde y Caputo hablaron en inglés, la conversación no duró mas que 20 minutos y ocurrió cuando Macri se aprestaba a dar su discurso ante las Naciones Unidas. Lagarde elogió el trabajo de Caputo, y Caputo elogió la gestión de Lagarde. Se desearon suerte mutuamente y cortaron al unísono. La paz es un período de tiempo entre dos guerras. 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