Seguridad

Encubridores, espías y una cita a Cristina: lo que viene si a Nisman lo asesinaron

Cuando la pericia de Gendarmería se sume al expediente, quedarán bajo la lupa varios testimonios y personas.

Cristina Kirchner no está acusada ni sospechada por la muerte del fiscal de la AMIA Alberto Nisman. Pero cuando la pericia de la Gendarmería se concluya formalmente y se incorpore a la causa que investigan el fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini, sin dudas la ex Presidenta será citada a declarar como testigo: cuatro días antes de ser asesinado en su casa, Nisman la había denunciado por encubrir el atentado a la AMIA. Esa presentación, su trunca defensa ante el Congreso y la lluvia de ataques y presiones que el fiscal recibió desde el 14 de enero de 2015 conforman la hipótesis más fuerte sobre la causa de su asesinato, cuatro días después. Junto a ella -o peor que ella- otras tantas personas pasarán a ocupar otro lugar en el expediente por la muerte de Alberto Nisman. Empezando por su supuesto asistente informático y único imputado en la causa, Diego Lagomarsino: si su jefe no tenía planeado suicidarse, ¿será tan cierto que le pidió el arma para defenderse, tal como declaró? Según trascendió, la pericia de Gendarmería también podría recalcular el horario de la muerte de Nisman, anticipándolo a las dos de la mañana del domingo 18, o incluso antes. ¿Podría peligrar la coartada de Lagomarsino y sus tickets del peaje de la autopista? La supuesta presencia en Le Parc de al menos dos asesinos y un “equipo de limpieza” que borró huellas digitales en todo el departamento -apenas se hallaron dos en todos los ambientes- y acomodó el cuerpo de Nisman y sus pertenencias para inducir la teoría del suicidio también dejan en una posición más que incómoda a los diez custodios de la Policía Federal que rotativamente debían cuidar al fiscal. Dirigidos por el suboficial Rubén Benítez, y con Luis Miño y Armando Niz como los encargados de trabajar el día en que Nisman apareció muerto, la lupa se posará con cuidado sobre el sargento Durán, que admitió haber subido con Lagomarsino en el ascensor de Le Parc el sábado 17 de enero. La lista de gente que deberá dar nuevas explicaciones es larga. Además de los policías, Nisman también era vigilado por espías de la ex SIDE y de la Prefectura Naval. Por lo menos. Tras una denuncia por amenazas, el juez Luis Rodríguez le había asignado otra custodia domiciliaria, que cubrían efectivos de la Prefectura. O al menos esa fue la respuesta que le dieron a la fiscal Fein cuando quiso averiguar sobre la persistente presencia de prefectos en los alrededores de Le Parc durante las semanas previas a la muerte de Nisman. Clarín contó entonces, incluso, que el código con que esos “custodios” se referían al fiscal era “Delta Main”. Cuando la Cámara del Crimen confirmó el año pasado que la causa judicial debía salir del escritorio de la fiscal Viviana Fein -otra que deberá explicar sus dilaciones y evasivas- y pasar a la justicia federal, los jueces Pociello Argerich y Lucini dijeron con claridad que “haremos hincapié inicial en cómo los desplazamientos de Nisman eran controlados”. El show de espías que mosconeaban a Nisman no acaba ahí. El fiscal trabajaba estrechamente con Antonio “Jaime” Stiuso, el hombre fuerte de la Secretaría de Inteligencia, a quien en su última noche de vida intentó contactar por teléfono sin éxito. En cambio sí logró hablar Alberto Mazzino, otro agente cuyo papel en esta historia podría crecer. Hasta las modelos y señoritas que atenuaban las tensiones del fiscal del caso AMIA eran escrupulosamente monitoreadas desde la ex SIDE. Las patrullas perdidas -e ilegales- de espionaje montadas por el general Milani también habían enfocado a Nisman tras su denuncia contra Cristina. O antes. ¿Tanta vigilancia no evitó o al menos alertó sobre la llegada del comando asesino? Más gente deberá profundizar sus explicaciones. El ex secretario de Seguridad Sergio Berni, por ejemplo. Además de dirigir a los policías y prefectos que vigilaban a Nisman, fue el primero en llegar y toquetear la escena del crimen aquella noche tórrida de enero. ¿Cómo olvidarlo?

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