Lo que está pasando es increíble. También es sanador y es insólito: nunca en la historia argentina fueron presos los que ofrecían la coima, los empresarios. Nunca tantos políticos corruptos se decidieron a confesar. Los K se agarraron de los cuadernos y las fotocopias, pero eso no importa: ¿vieron que hablaron Uberti, López -el de los bolsos- y hasta Aldo Roggio, uno de los empresarios número uno de la Argentina? En el medio de la locura en la que vivimos no nos damos cuenta de que esto es histórico. Y es una oportunidad para que este país empiece a cambiar. No digo que el plan económico funciona, es más, fracasó. Pero una cosa no tiene que ver con la otra y esto es importante. Acá hubo un poder que actuó, que es el Judicial. ¿Estos tipos son San Martín y Belgrano? No, recordemos que Claudio Bonadio es el mismo de la servilleta de Corach. El último de los arrepentidos es Ernesto Clarens, personaje clave de la recepción y el blanqueo de fondos K. Todo esto que está pasando lo dijimos hace cinco años y nos acusaron de mentirosos, que laburábamos para no sé quién, que no había bolsos ni bóvedas. Nos decían: "Tal es inocente". Y hoy está preso. Clarens es el tipo que le enseñó a Néstor Kirchner cómo repartir la plata en negro en cuentas en el exterior. Incluso José López, que se había negado a declarar, pero despues lo pensó y declaró más de siete horas: contó hasta la receta de los scones de las monjas. Al final está en un lugar desconocido bajo el régimen de testigo protegido. También apareció otro chofer, en este caso el de Olazagasti, que contó que el ministerio de De Vido tenía una flota de 100 autos de una remisería de San Fernando para recaudar las coimas. Martín Larraburu, mano derecha de Abal Medina, tenía en su casa un pen drive con los aportes en negro para la campaña del 2013. Dijo que recibía el dinero que recaudaba para Planificación y le entregaba los dólares al "Chueco" Mazzón, y la plata terminaba en José Ottavis y Andrés "Cuervo" Larroque. También se arrepintieron Roggio y Romero y uno pudo entender finalmente el motivo por el que el Partido Justicialista (PJ) se oponía a la Ley del Arrepentido: sabían que no iba a quedar ninguno en pie. Piensen esto: si todos los que los rodean iban a hablar, estaban al horno. Y después, Estela de Carlotto, en un comentario pluralista y democrático, dijo que le sorprendía que un chofer pueda escribir sin faltas de ortografía y con letra perfecta. Sin embargo, cuando Rudy Ulloa, el chofer de Néstor, quiso comprar Telefé, no le sorprendió para nada. Todo esto, todo lo que ahora sale a la luz y es título de tapa de los diarios, nosotros te lo venimos contando desde hace siete años.
Ahora se entiende por qué el PJ se oponía a la ley del arrepentido: no iba a quedar ni uno en pie
El desfile de empresarios y exfuncionarios por Comodoro Py para contar el recorrido de las coimas parece no tener fin, pero los K parecen no verlo.