Es médica y vive en Icho Cruz, al sur del Valle de Punilla, desde hace 22 años. Trabajó durante buena parte de su carrera en los servicios de cardiología del Hospital Privado y en la Clínica Junín, en la capital cordobesa. En 2015 dio un giro que la llevó a conocer la dura realidad de Guinea, en África, en donde se instaló, con su oficio, en el hospital de la ciudad de Bata. Después de esa intensa experiencia de vida en el continente africano, volvió y en su pueblo serrano, en Córdoba, quiso cambiar el modo de relacionarse con los pacientes. Alicia Ciapponi tiene hoy 63 años y una vez a la semana abre su consultorio para atender a los vecinos que necesiten sus servicios, pero la contraprestación que recibe es “a la gorra” (una contribución voluntaria) o un elemento al modo del viejo trueque. “Volví de África y prioricé qué iba a hacer y con quién”, cuenta Alicia ahora, en la casa de adobe en la que vive en Icho Cruz. “Desde que volví, busco la forma de hacer un lugar de atención médica de una manera distinta. Fue difícil porque no tenía la plata para comprar un consultorio y en los lugares públicos hubo problemas por el enfoque que quería darle. Hasta que me brindaron un espacio en la Casa de la Cultura, de la Cooperativa Integral”, relata. Cada lunes, Alicia atiende el cupo de pacientes previstos y recibe de ellos los que quieren o pueden pagarle, u objetos como libros, pinturas y alimentos. “Por ahora, atiendo un solo día. Aquí la mayoría de la población no tiene obra social ni prepagas, y lo único que hay son dispensarios que están saturados”, refleja la médica sobre la salud en su pago chico. “Apelamos al trueque o a la ‘gorra’. Hemos hecho muchos trabajos ‘a la gorra’ con los músicos de la zona y se me ocurrió eso. Y al trueque, de alguna manera lo hacía desde antes”, destaca. Otros días, Alicia trabaja en una clínica de Villa Carlos Paz: de eso vive. Pero no descarta que en vez de uno, pronto sean dos los días que dedique al trueque en Icho Cruz. Dar y recibirAlicia muestra un libro de poesías que su propia autora le ofreció como pago de la consulta médica. También ha recibido huevos, alfajores, un caloventor para el consultorio, cerveza artesanal y alimentos varios. “Llamativamente, cuando me dan dinero, me dan casi todos lo mismo. Entonces, lo que pueden o lo que les parece justo es más o menos parecido”, dice ella. “El sentido es que a la hora del intercambio la gente pueda vincularse de otra manera: que el paciente sea el que valore en cosas o en dinero lo que el sintió que valió mi atención. Lo dejo a voluntad y eso es lo que quizás no le guste a algunos de mis colegas”, apunta Ciapponi. Cuando el portal de noticias regional punillaalsur. com dio a conocer la modalidad de atención y la historia de la médica, la gente de Icho Cruz, y de comunas vecinas, se interesó y comenzó a buscar turno. Allá en GuineaAlicia supo casi siempre que en algún momento iba a viajar a África. Una vieja foto la llevó a conocer que una rama de sus ancestros vino de ese continente. “Al cabo de muchos años, mi madre me contó que tengo un antepasado negro, y es mi bisabuelo. Por un montón de cosas nunca pude ir a África, como me había propuesto. Hasta que en 2015, con mis hijos ya grandes y yo un poco aburrida, una amiga me comentó que en Guinea tenía una pediatra conocida”, relata a La Voz. “Le pedí el contacto de una directora médica, le mandé mi currículum, renuncié al trabajo acá, vendí el auto y me fui. Iba por un año, pero me quedé uno y medio”, detalla. En el hospital de la ciudad de Bata funciona también la escuela de medicina y es un lugar al que llegan especialistas de todo el mundo. “La mayoría llega por la plata, porque se paga bien, pero ese no era mi objetivo. Me tocó trabajar con enfermedades que nunca había visto, como la malaria, el tétano, la tuberculosis y todo lo infeccioso. La hipertensión es muy frecuente y severa”, comenta. Alicia se emociona cuando recuerda esa vivencia “con otra cultura y con gente hermosa”. Por WhatsApp mantiene contacto casi diario con quienes fueron sus compañeros de trabajo en Guinea y también con pacientes. “Al comienzo fue difícil entrar. Había desconfianza; después la gente te abraza. Es gente que no está contaminada con otra cultura y en donde la pobreza es terrible”, asevera. Acá, fan de TalleresAlicia es hincha fanática de Talleres y cuando estuvo en África armó “la filial” del club en Guinea. El día en que con su gol Pablo “Cholo” Guiñazú le dio el ascenso a Primera, Alicia armó un festejo con sus compañeras del hospital africano. “Me costó muchísimo volver, pero sentí que era una etapa cumplida. Trabajé mucho y fue un desafío muy estimulante”, asevera sobre su paso africano. como pago, alicia ha recibido desde alfajores caseros hasta un caloventor, cervezas o huevos. Seguro del auto y obra socialComo médica de pueblo, para Alicia es algo cotidiano encontrarse con sus pacientes en la cola del supermercado, en la calle, o en cualquier parte. Por eso, la interacción se da todo el tiempo. Después de estar al frente de los servicios de hospitales y clínicas, asegura que el verdadero “laburo” tiene que ser antes, “para que la gente no llegue a esos cuadros”. “Nuestra cultura hace que no nos guste mirarnos y que no nos cuidemos; hay mucha gente que paga el seguro del auto y no tiene obra social”, afirma. “La idea es trabajar en la salud desde el aprender a cuidarse, asumir esa responsabilidad. Y entender que la salud no es solamente no fumar. También hace que estés sano el tener tiempo libre, más momentos de placer, hacer otras cosas aparte de trabajar, el ser creativo”, manifiesta.
La médica que, en su pueblo, cobra con trueque
Trabajó en grandes clínicas, pero un día decidió abrir un consultorio en Icho Cruz, donde vive. Cada lunes, atiende allí a sus vecinos a cambio de lo que quieran. En 2015, estuvo más de un año en un hospital en África.