Política

Julio De Vido: la mentira por única defensa

El ex ministro mintió por escrito en la defensa que entregó a la Cámara de Diputados.

El arquitecto Julio Miguel De Vido mintió por escrito en la defensa que entregó a la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación. La Comisión de Asuntos Constitucionales recibió la semana pasada un descargo del ex ministro. En ese texto, De Vido mintió. Lo hizo de un modo llano, simple y obvio. Dejó asentado con su firma que “ninguno de los temas que me imputan se relacionan con comportamientos funcionales propios del desempeño del cargo de Ministro que ejercí desde mayo de 2003 hasta diciembre del 2015 y tratan en general, sobre el conocimiento que pude o no haber tenido o sobre la sospecha de comportamientos disfuncionales de otros funcionarios o en cuestiones relacionadas con decisiones políticas sobre temas complejos, que están lejos de haber sido completamente investigadas o aclaradas”. La frase es así: textual. La verdad es todo lo contrario. La realidad desmiente punto por punto al ex súperministro K. En el párrafo anterior al citado, De Vido se defiende con la afirmación de que hasta la semana pasada, entre los argumentos expuestos para la remoción de su banca de diputado, no existían actitudes “personales” que fueran “objetables éticamente”. El ex funcionario K se defendió redactando que todas las denuncias que le hicieron en su contra para expulsarlo del Congreso “no son sobrevivientes” a su asunción como legislador. Es decir, que no se corresponden a sus labores realizadas tras su asunción como diputado, sino que tienen que ver con investigaciones judiciales relativas a su “función anterior como Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios”. De Vido no sólo miente: también se contradice. Sostiene primero: que todas las denuncias en su contra tienen todo que ver con su gestión como ministro K, cuestionada por investigaciones judiciales, y no con su cargo de legislador. Pero inmediatamente después escribe, al revés: que las causas judiciales que lo atosigan no tienen nada que ver con sus “comportamientos funcionales como ministro…”. Las opiniones son libres, los hechos son sagrados, solía repetir el fallecido ex juez de la Corte Suprema, Carlos Fayt. De Vido deberá enfrentar un juicio oral acusado de los delitos de “estrago doloso” y “administración fraudulenta” en la causa que ya condenó a dos de sus subalternos en la Secretaría de Transporte. Es el juicio por la masacre de la estación de Once, el choque de un tren sin frenos de la línea Sarmiento que el 22 de febrero de 2012 provocó la muerte de 52 personas y dejó físicamente heridas y lesionadas a otras 700. De Vido está procesado en varias causas más. Todas debidas a su gestión ministerial. Está procesado en el caso de sobreprecios y de redireccionamiento a socios K de multimillonarios contratos de obra pública; en un expediente donde se lo procesó por la compra de material ferroviario que en realidad era chatarra inservible; en una instrucción federal donde quedó al borde del juicio oral por la concesión fuera de todo control de multimillonarios subsidios para el gasoil de líneas de colectivos; en otra causa más donde pasó de imputado a procesado por negociar irregularmente contratos de renovación también en líneas de ferrocarriles. Quizás estas mentiras que redactó el arquitecto y diputado para aferrarse a banca y por lo tanto a sus fueros parlamentarios, que conllevan la inmunidad contra el arresto, sean una actitud de las que él describió como “objetables éticamente”, pero negó haber cometido nunca, jamás. Julio Miguel De Vido es diputado nacional desde diciembre de 2015. La ex presidenta Cristina Kirchner y su hijo Máximo le dieron el sexto lugar en la lista de candidatos a legisladores nacionales por Buenos Aires. La disputa en el Congreso por el diputado De Vido es un ejemplo para las elecciones de octubre, también legislativas. ¿Cuántos “De Vidos” más pueden entrar en diciembre próximo al Congreso? El arquitecto Julio Miguel De Vido tuvo un padre que dirigió una fábrica de chocolate. Un solo hermano, Hugo, a quien le dio trabajo en su ministerio K. Cinco hijos. Dos matrimonios. Su esposa se llama Alessandra “Lali” Minnicelli. En junio del 2003, a solo un mes de asumir la Presidencia de la Nación, Néstor Kirchner nombró como segunda funcionaria de jerarquía en la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) a "Lali" la pareja de su amigo súper ministro. Vale decir, puso a Lali en la primera plana de un organismo nacional de control público que entre otros entes debía auditar al Ministerio de Planificación Federal de su cónyugue, el arquitecto Julio De Vido. El caso fue denunciado por varios medios. Años después, Minnicelli renunció a ese puesto de obvia incompatibilidad con las funciones de su cónyuge: fue el 22 de noviembre del 2007. Poco menos de un mes antes de la finalización del mandato de Néstor Kirchner. Julio Miguel De Vido fue ministro durante las dos gestiones de Cristina Fernández como Presidenta. Al contrario de "Lali", él siguió al frente del llamado “Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios”. Tuvo bajo su mando directo al Secretario de Transporte Ricardo Jaime: está preso. También tuvo bajo su mando directo al Secretario de Obras Públicas, con quien en un programa de la televisión pública se reían y sonreían sobre la definición de “caja” en la política. Era José López: está preso. Fue jefe del Secretario de Comercio Interior, ideólogo de la estadísticas falsas del INDEC K, entre otras políticas públicas. Hoy Guillermo Moreno debe responder por ellas ante la Justicia. Y también tuvo bajo su potestad gubernamental la Secretaría de Energía. El funcionario que más tiempo ocupó en su gestión ese puesto fue Daniel Cameron, quien debió renunciar en julio del 2014. En diciembre del año anterior, el canal de noticias TN mostró al funcionario jugando golf mientras en ese mismo momento un sinfín de apagones eléctricos afectaba a decenas de miles de usuarios y ciudadanos en un verano sofocante. Más allá de las causas judiciales en su contra, la perfomance de las áreas de Gobierno controladas por De Vido, quien controló presupuestos de cientos de miles de millones de pesos de fondos públicos, generaron muy pocos resultados positivos para la Nación en cuanto a infraestructura, avances en energía, el freno a la inflación, o la “planificación” de esos sectores de la economía, como mínimo. Al menos si se los analiza desde un el punto de vista de la transparencia en el manejo de fondos públicos. Ocurrió lo contrario en todas y cada una de las áreas y entes que manejó el hoy diputado. Por eso su presente no debe sorprender. Vida rica en paradojas, la del arquitecto De Vido. En diciembre de 2010 se casó en segundas nupcias con Alesandra “Lali” Minniceli. La ceremonia fue en una oficina del Registro Civil en Zárate, ciudad bonaerense donde ambos contrayentes invirtieron sus ahorros de empleados públicos de toda la vida. Y así compraron una mansión en un country donde hasta entonces sólo vivían familias que gozaban de esas fortunas millonarias que se tarda varias generaciones en amasar. Ese día de felicidad para el ministro, que negaba la coexistencia de una grave crisis energética, fue para sus detractores un oscuro día de ‘Justicia’. El casamiento de De Vido en el Registro Civil se celebró a oscuras, porque la repartición pública estaba sin luz eléctrica. Terminó su mandato como ministro y fue elegido diputado. Hoy el Congreso sesiona para expulsarlo por “indignidad”. Cuando asumió su banca, el arquitecto estaba imputado en varias causas: en una que lo complica a él y también a su esposa, en la que deben defenderse y demostrar que no se enriquecieron de modo ilícito en la función pública. Desde que se instaló la polémica por los fueros de De Vido, y ahora ya palpitando su posible pero por ahora improbable expulsión como diputado, su jefa y amiga, la ex presidenta Cristina Fernández, jamás lo defendió en público. Pero sí le ordenó a todo su bloque de diputados que se sienten en sus bancas y den la cara por el ex súper ministro. La precandidata a senadora por Buenos Aires entraría en contradicción consigo misma si defendiera a De Vido. En 2001, cuando Fernández de Kirchner era senadora nacional por Santa Cruz, y presidía la Comisión de Asuntos Constitucionales, argumentó que en la Cámara Alta no debía asumir Raúl Romero Feris, senador electo. La definición de CFK que resume el principio según el cual deben dirimirse las cuestiones que afectan hoy al legislador De Vido –definición citada por la precandidata a senadora y diputada Margarita Stolbizer en los últimos días– es precisamente el concepto que hoy busca evitar que se le aplique a su amigo, siquiera en forma aproximada. Dijo Cristina en 2001: "Incorporar a un ciudadano con múltiples procesos, todos ellos con motivo del ejercicio de la función pública y ya uno de ellos con condena -si bien no está firme- agregaría un escándalo difícil de superar y heriría de muerte las posibilidades de reconciliar esta institución con la sociedad”. En ese año, el 2001, De Vido era ministro de Gobierno de Néstor Kirchner en Santa Cruz.

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