Seguridad

Caso Maldonado: cuando disputarse el relato y embarrar la cancha es más importante que saber la verdad

Pasó una semana que dejó más operaciones, hipótesis descartadas y hasta la irrupción de un testigo insólito que da pistas sólidas de la desaparición del joven artesano. Cómo es la descarnada batalla en las redes sociales en torno al misterio

Corren días tempestuosos, de fenómenos extremos, de huracanes y terremotos. En relación al curso caudaloso de las noticias también nos tapa el agua. Un tsunami de data nos sumerge en la desinformación. La irrupción en escena de un testigo tan válido como confuso y de un "informe de inteligencia" tan apócrifo como verosímil aceleró los tiempos del caso Maldonado. La historia le estalló al Gobierno como una bomba de fragmentación de efecto retardado. Las filosas esquirlas dañaron en la detonación a propios y extraños e hirieron de muerte el camino hacia el conocimiento la verdad. ¿Dónde está Santiago Maldonado? ¿Qué ocurrió con él ?, son las preguntas del momento. El "delay" en la aceptación oficial del drama solo sumó sospecha y oscuridad. El Gobierno pateó la pelota hacia adelante dinamitando su proclamado y más preciado capital: la confianza. La sombra de un eventual encubrimiento oficial tiñó los días de agosto. Como ocurrió con todos los gobiernos del 83 a esta parte, el de Mauricio Macri también temió que le "tiren un muerto". Tal vez nunca imaginaron contar con una escena infinitamente más tenebrosa, la de un "desaparecido". Frente a la falta de transparencia y celeridad en la marcha de la investigación todos salen a plantar su verdad. Para algunos, los más extremos, Macri manda a hacer desaparecer gente para amedrentar. Son los militantes de la consigna "Macri basura, vos sos la Dictadura". Para otros estamos frente a una patraña inventada para desestabilizar o, en el mejor de los casos, frente a un hecho accidental convertido en un "tango feroz" de oportunista instrumentación política. La disputa es ahora por el relato. Lo importante no es lo que en verdad ocurrió sino lo que cada uno cree o quiere pensar acerca del destino del Santiago Maldonado. La polarización hecha tragedia. A mediados de semana apareció en escena Matías Santana. Validado como testigo de la causa a cara descubierta y con DNI en mano, el joven mapuche hizo conocer ante el juez y la fiscal su versión de los hechos. Todos alentamos una esperanza. Duró poco. Pasó, en cuestión de minutos, del juzgado a los micrófonos y terminó sosteniendo desopilantes altercados mediáticos que solo sumaron bardo y descalificación. De la rienda corta y los binoculares a la bajada de línea antisistema sin solución de continuidad. De las "preguntas cizañeras" de Marcelo Longobardi a una disputa con Román Lejtman sobre su capacidad visual a la distancia. Pregunta va, respuesta viene, no tardaron en sumarse las contradicciones. En cuestión de horas le cayó el contundente peso del archivo. LEER MÁS: El fiscal Delgado pidió que un funcionario de Chubut declare por la desaparición de Maldonado LEER MÁS: Durán Barba, sobre Maldonado: "Piensan que como Macri es rico debe haber matado a alguien" El Gobierno confirmó que el ahora vapuleado Santana fue detenido junto a Jones Huala en mayo de 2016, acusado de ocupar tierras de Benetton en Chubut en un incidente que incluyó incendios, disparos y robo de animales. No tardaron en aparecer imágenes que lo muestran apoyado sobre el capó de un auto junto al lonko que es requerido por la Justicia chilena. Complicado en el revoleo, la tarde del jueves lo encontró desmintiendo ser "vocero de la RAM", como lo catalogó el Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. "Yo vocero de la RAM no soy. Soy vocero de mi comunidad, Pu Lof en Resistencia Cushamen, que no tiene relación directa con la RAM". En la misma declaración acusó a los medios de comunicación de tergiversar la información y ser parte del problema. Más de lo mismo. El único testigo válido hasta aquí fue cayendo en el descrédito para zozobra de todos y ahora la Justicia evalúa procesarlo por falso testimonio. Varios pasos atrás en este desesperante juego de la oca. El Jefe de la Federal, Néstor Roncaglia, también piensa hacer una denuncia por el "informe de inteligencia" que se presentó en la PROCUVIN. La data que ofrece una detallada descripción de lo que supuestamente ocurrió con Maldonado y que adjuntaba nombres y apellidos de los responsables fue catalogada de "apócrifa" por la máxima autoridad policial. Los hoteles de Esquel desbordan de gente afectada a los operativos de búsqueda y esclarecimiento pero el caso parece estar estancado. El juez no quiere entrar al territorio sagrado – solo Dios sabe bien por qué- y manda a rastrillar el curso de un río de 800 km un mes después de los episodios que nos ocupan. Entra en escena otra fuerza federal: la Prefectura. El Fiscal Federico Delgado dice que hay elementos para investigar al Gobierno por encubrimiento. El Secretario Avruj acusa al kirchnerismo de plantar pistas falsas. La Policía Federal bajó con 200 efectivos que esperan una orden para entrar en acción con sus drones, y helicópteros. Una pareja asegura haber llevado a Maldonado en su camioneta el 22 de agosto. Dicen que estaba golpeado y demacrado, muy perdido y triste, que fueron por la 40 de Esquel a Tecka. No hay por qué no creerles pero se duda. La impronta de los tiempos digitales se hizo sentir fuerte en esos días. A los actores regulares de esta marea informativa – funcionarios, dirigentes, periodistas, investigadores- se suma la fervorosa interactividad de las redes sociales. Fakes, trolls, bots y usuarios orgánicos de buena fe que participan intensamente de "la conversación". El común de la gente está engolosinada con la información. Se solaza compartiendo, viralizando, siendo parte de "la conversación" hoy devenida en una guerra de guerrilla de data. Cuesta abrirse paso a la verdad de en este berenjenal. A golpe de clics y retuits todos quieren participar reforzando en la conciencia colectiva la hipótesis a la que adhieren. Se comparten testimonios, imágenes, especulaciones y fantasías con el vértigo y la ansiedad que el caso amerita. No importa la fuente ni la procedencia. Lo único que cuenta es que lo que se diga o sostenga vaya en el sentido de confirmar los propios prejuicios o presunciones. Sentirse parte de un bando y una supuesta verdad siempre ofrece una zona de confort, tranquiliza. Los memes arrastran con su creativa trivialidad la sacralidad de la desaparición y la muerte. Hay para todos los gustos. De lo irreverente a lo bizarro. De lo tenebroso a lo sacrílego. Se juega con fuego sobre la cancha embarrada. Por la web corre una suerte de "guerra de guerrillas". En los tiempos de la post-verdad, la construcción del discurso se vuelve caótica y fragmentada. El mal se banaliza. Lo sagrado corre a la par de lo perverso. Se instala una suerte de terrorismo conceptual, la verdad se aleja o, aún peor, ya parece no importarle a nadie. Todo parece muy intenso y hasta comprometido, pero, a esta altura, mete miedo. En Twitter: @monigps Publicado originalmente en MonicaGutierrez. com. ar

To Top