Seguridad

Qué falta de respeto, qué atropello a la razón

Era el paso que faltaba para ir por los funcionarios del gobierno kirchnerista: no hay ni idea de quién podría ser el autor material del supuesto “asesinato”, entonces se persigue a los autores “intelectuales”.

La Cámara Federal sostuvo el viernes que a Alberto Nisman lo asesinaron y que el motivo fue la denuncia del fiscal contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por haber firmado el Memorándum con Irán. La conclusión de los camaristas Martín Irurzun y Leopoldo Bruglia no surge de ninguna prueba concreta sino de dos deducciones, ambas insólitas. Como no se sabe quién cometió el supuesto homicidio y nadie vió entrar ni salir a nadie, los magistrados concluyen que fue una operación muy compleja. Para sostener eso hay que creer que fue obra de un sofisticado complot que “necesariamente” tuvo que tener como protagonista al gobierno anterior. La segunda deducción es que como además Nisman denunció a CFK, Héctor Timerman y otros el 14 de enero, el crimen del 18 de enero no pudo tener otra motivación que esa denuncia. Lo mataron para silenciarlo. A partir de esas elucubraciones y sin evidencias, la Cámara Federal le ordenó ahora al fiscal Eduardo Taiano y al juez Julián Ercolini que avancen en la investigación, poniendo el acento en los ex funcionarios kirchneristas. La realidad es que será imposible avanzar en el hecho mismo, ya que las pericias más serias indican que Nisman se disparó a sí mismo. La hipótesis contraria, la que le sirve al aparato político, sólo fue sostenida por la Gendarmería, bajo las órdenes de Patricia Bullrich. Todo indica que en la causa no se va a buscar a los supuestos autores materiales del crimen porque no existen y apuntarán entonces a buscar los autores intelectuales. Estos últimos ya están decididos de antemano: funcionarios kirchneristas. La no-búsqueda de los asesinos tiene como objetivo dejar el cuadro deseado: dejar instalada la sospecha sobre la actuación de un comando iraní-venezolano-kirchnerista (de acuerdo a la versión lanzada en su momento por Elisa Carrió). Todo a partir de deducciones y sin ninguna prueba. La conclusión es la siguiente: en el aparato judicial-político-mediático de Comodoro Py no buscan autores materiales. La actual es la situación que les conviene. Cualquiera se preguntaría cómo se hace en una causa judicial para avanzar sobre un autor intelectual si no hay indicios del autor material. La respuesta es que manejarán las cosas como hasta ahora, a partir de un fiscal, un juez, camaristas y hasta la Casación, alineados con la Casa Rosada. Es asombroso lo ocurrido. Establecieron que hubo un homicidio sin tener los mínimos elementos: Por lo tanto, no se avanzará en determinar los autores materiales, en primer lugar, porque no existen y también porque el status actual le conviene a la única sede de Cambiemos que en estos dos años y medio funcionó como un relojito: Comodoro Py. Sin tener autores materiales ni evidencias sobre autores materiales, igual el fiscal, el juez y los camaristas afirman que hubo un gigantesco complota y que se debe avanzar sobre los autores intelectuales, es decir el kirchnerismo. La forma de hacerlo es la que dibujó la Cámara el viernes: hay demasiadas llamadas telefónicas el sábado y el domingo, fin de semana de la muerte de Nisman. Según ellos, esa es la prueba clave. Página/12 hizo un resumen muy preciso sobre esas llamadas a partir de la enumeración que hizo Ercolini a lo largo de 77 fojas. Tres llamadas, dos el sábado y una el domingo. Todo indica que Jaime Stiuso, ex jefe de la SIDE y aliado del fiscal, le había prometido material para la denuncia contra CFK. Stiuso, pese a estar en guerra con el kirchnerismo, se hizo el distraído. No atendió. Dijo que tenía el celular en vibrador y no escuchó las llamadas. Para hablar con su hombre de confianza, Alberto Mazzino, otro ex SIDE, Stiuso sí tuvo el celular dispuesto: intercambiaron 13 llamadas. Ahí no hay complot posible. Durante el fin de semana hubo dos llamadas de Fernando Pocino, el jefe de Reunión de Información de la ex SIDE, allegado al kirchnerismo, con César Milani, jefe del Ejército. El día anterior, jueves 15, robaron un misil de la unidad de Arana, en las afueras de La Plata. El Tow 2 capaz de perforar cualquier blindaje provocó una búsqueda en la que participó la ex SIDE por orden del juez platense Laureano Duran. La hipótesis era que el misil podría ser usado no sólo para robar un blindado sino también para un atentado, lo que motivó un comunicado de preocupación de la DAIA. En Comodoro Py no faltan quienes quieren usar las comunicaciones entre Pocino y Milani como evidencia de que se armó una zona liberada en Puerto Madero. Ambos ex funcionarios exhibirían una estupidez sin límites ya que usaron los celulares a su propio nombre (en el caso de Pocino, el celular estaba, desde hacía mucho, a nombre de su esposa, Silvia Tomalini) para armar un complot destinado a matar a un fiscal. El mismo criterio puede usarse respecto de las llamadas entre Pocino y Hugo Matzkin, jefe de la Bonaerense. Durante aquel fin de semana no sólo estaba el robo del misil, sino que se jugaba la Copa de Verano en Mar del Plata. El sábado, Boca-Racing y el domingo River-Estudiantes de La Plata. La información que circulaba era que iba a haber enfrentamientos entre las hinchadas y estaba la sospecha de que podrían “tirarle un muerto” a Daniel Scioli, candidato presidencial. Nuevamente, Pocino y Matzkin usaron sus teléfonos oficiales en las cinco llamadas que se cruzaron. En caso de complot, personas tan expertas hubieran usado lo que se conoce en el argot como mochos, es decir celulares difíciles de identificar porque su origen es incierto. Curiosamente, el juez no tuvo espacio en las 77 páginas de mencionar las llamadas entre el fiscal federal Carlos Stornelli y Pocino, por un lado y de Stornelli con Matzkin por el otro. Como se sabe, Stornelli es un fiscal muy cercano al macrismo y fue secretario de seguridad de Boca cuando el actual presidente era el titular xeneise. Stornelli habló primero con ambos funcionarios porque detuvieron a un amigo de su hijo en Pinamar. El joven tuvo una pelea a la salida de un boliche. Además, Stornelli y Pocino fueron compañeros en la Facultad de Derecho y solían hablar en forma permanente –según declaró en la causa el fiscal–, por lo que hablaron también de Nisman. Como es obvio, éstas llamadas no podrían ser parte de ningún complot. El número dos de la ex SIDE, Juan Martín Mena, se comunicó seis veces con quien era el encargado de reunir información. Un punto central del diálogo entre Mena y Pocino fue que esa mañana el diario La Nación puso que uno de los principales denunciados por Nisman era un supuesto agente de la SIDE llamado Alan Bogado. Todo se probó falso. Mena y su principal subordinado, Pocino, hablaron además de los otros temas: el robo del misil, los barras de Boca y River y, por supuesto la denuncia de Nisman. Nuevamente, tanto Mena como Pocino usaron sus propios celulares oficiales, con los que se comunicaron siempre, antes y después de la muerte de Nisman. Durante todo el fin de semana, hubo numerosas comunicaciones entre Mazzino, el hombre de Stiuso, y Fernando Pocino. El gobierno había echado a Stiuso y suponía que, como venganza, Stiuso armó o participó de la denuncia de Nisman por el Memorándum. Para toda la comunidad de la ex SIDE estaba claro que Mazzino respondía a Stiuso y Pocino a la Casa Rosada. Pero de uno y otro lado resolvieron mantener diálogo para ver qué información podía recoger cada uno. Todo indica que ese domingo se tantearon por lo de Alan Bogado y sobre todo por la denuncia de Nisman y la posible audiencia en el Congreso. Desde ya que nada podían tener que ver esas conversaciones con un plan respecto del fiscal: ambos estaban en bandos opuestos. Durante el domingo 18 de enero de 2015, el día de la muerte de Nisman, Luis Miño era uno de los dos custodios del fiscal. El otro era Armando Niz. Miño registra comunicación con Héctor Goncalvez Pereira, dueño de una pequeña agencia de vigilancia, en la que Luis Miño y su hermano Carlos prestaban servicios. La versión es que Goncalvez Pereira tenía clientes por influencia de Stiuso y que era un aportante de información para el ex SIDE. Es decir que si Miño era parte de un supuesto complot –una especulación descabellada– su principal relación era más bien con Stiuso. Como se ve, se pretende armar un complot incomprobable a partir de ese cruce de llamadas. Es elucubrar desde la nada. El problema es que desde la nada han llegado hasta aquí, construyendo una historieta sin ningún tipo de evidencia o testimonio. Lo que domina en el caso de la muerte de Nisman es la politica. Elucubran la existencia de un comando y un complot con un doble objetivo. Internacionalmente, acusar a Irán, en sintonía con las derechas de Estados Unidos e Israel. Localmente, seguir echándole culpas al kirchnerismo. (email protected)/12. com. ar

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