Ibrahim Yassin es un musulmán chiíta nacido en Líbano, con una historia plagada de ribetes cinematográficos. Fue detenido y torturado por el grupo terrorista Hezbollah, mataron a su pequeño hijo, luego se infiltró en esa agrupación para pasar información a Israel, escapó a ese país, se convirtió al judaísmo y hoy es Rabino, con el nombre de Avraham Sinai. Alí, su bebé de ocho meses, fue prendido fuego delante de sus ojos por Imad Fayez Mughniyah, quien en ese entonces comenzaba a hacer carrera en Hezbollah y luego fue su jefe de operaciones globales. Se trata del terrorista sindicado como el coordinador del atentando contra la embajada de Israel en Buenos Aires, en marzo de 1992, que provocó 29 muertos y más de 240 heridos. "Imad Mughniyah era el organizador de todos los atentados en el mundo, para sembrar el terror fuera del Líbano. Es la misma persona que mató a mi hijo", explicó Yassin en una charla realizada en Jerusalén, de la que participó Infobae. Su historia En 1970, cuando Yassin tenía 7 años, "empezaron a llegar palestinos al Líbano, Arafat y su gente". Era el prólogo de lo que luego, cinco años después, sería la guerra civil que duraría más de 15 años. En 1982 Israel intervino en el conflicto ocupando la zona y dos años después nació el grupo terrorista Hezbollah. "Los israelíes vinieron a favor de los civiles locales, nos ayudaron mucho. Abrieron caminos, hicieron hospitales, hubo ayuda. En marzo de 1983 un israelí de un convoy militar puso en peligro su vida para ayudar a mi mujer a dar a luz. Vino un helicóptero con una enfermera y un médico y pudo tener a nuestro hijo", explicó sobre la ayuda recibida. La mujer fue atendida en el Hospital Ramban, en Haifa, donde tuvo a su hijo. Sin embargo, contó que Hezbollah comenzó a hostigar a los que no están contra Israel y Yassin fue uno de los que más lo sufrió. "En 1985 Israel se replegó de la zona del Líbano en la que vivíamos y quedamos fuera de su zona de influencia. En ese momento Hezbollah me secuestró junto a un hermano. Me pusieron en un sótano, en un búnker bajo tierra durante once meses. Nos empezaron a interrogar sobre porque no luchábamos contra Israel. Nos torturaron de la manera más cruel durante horas". Y allí llegó el brutal asesinato de otro de sus pequeños hijos, Alí, de solo ocho meses. Mughniyah trajo al chico al lugar donde estaba Yassin y ante sus ojos lo roció con combustible y lo prendió fuego. "No me voy a olvidar nunca lo que hicieron cuando mataron a mi hijo", lamentó. Ese dolor fue el motor que le dio fuerzas para buscar venganza desde las propias filas del grupo terrorista libanés. Un acuerdo de reconciliación entre el clan de su familia y miembros de Hezbollah permitió que pase a formar parte de la organización. "Me infiltré profundamente y lo hice para vengarme de lo que hicieron", explicó. La primera información importante que pudo conocer y dar cuenta a Israel fue sobre un atentado que Hezbollah preparaba contra una base del ejército. Su primer contacto fue aquel miembro de las fuerzas armadas de Israel que había ayudado a su esposa a dar a luz. "Yo me acordé de ese amigo israelí, caminé 40 o 50 kilómetros de noche, en la montaña. Pido encontrarme con la inteligencia y cuento sobre el atentado". Así empezó su infiltración, que duró hasta 1997, cuando advertido de que su vida corría peligro, fue llevado a Israel junto a su esposa y sus hijos. Radicado en ese país, Yassin se convirtió al judaísmo y ahora es rabino. "Me trajeron a Israel y seguí trabajando con la inteligencia israelí. Me dieron un lugar bueno para vivir, me dieron casa, comida y yo no soy israelí, soy musulmán, chiíta libanés".
"El hombre que coordinó el atentado a la embajada de Israel quemó vivo a mi hijo de ocho meses"
El dramático testimonio corresponde al Rabí Avraham Sinai, un libanés musulmán que sufrió torturas a manos de Hezbollah y luego, para vengarse, se infiltró en el grupo terrorista para pasar información a Israel. El hombre que mató de manera cruel a su hijo era Imad Mugniyah