Mauricio Macri diseñó una jugada política y diplomática para lograr que Donald Trump considere a la Argentina como un estado neutral en la Guerra Mundial del Acero y el Aluminio que acaba de lanzar desde la Casa Blanca. Trump declaró enemigos comerciales a China, Alemania, Japón, Brasil, Corea del Sur y Turquía, que son grandes exportadores de acero y aluminio a los Estados Unidos, y a la vez abrió un período especial de análisis respecto a Australia y la Argentina. Con dos presentaciones formales a la administración republicana y un back channel político, Macri explicó en Washington que las exportaciones nacionales no afectan la seguridad americana y que Argentina es un aliado clave del Salón Oval en América Latina. Trump fue informado de los argumentos de Macri y dejó trascender que podría considerar una exclusión del acero y el aluminio argentino, como ya decidió con México y Canadá, que son socios en el NAFTA y dos exportadores clave de esos insumos a los Estados Unidos. "Durante años hemos sido atacados, hemos vivido un auténtico asalto. Han inundado nuestra tierra con metal barato, subsidiado. Han practicado el dumping. Millones de trabajadores lo han sufrido, comunidades enteras han sido destruidas. Háganse una idea: en un mes China produce más acero que Estados Unidos en un año", aseguró Trump después de firmar en la Casa Blanca dos resoluciones que establecen un arancel del 25% para las exportaciones de acero a los Estados Unidos, y otro arancel del 10% para las exportaciones de aluminio. El presidente de los Estados Unidos estaba rodeado de un puñado de trabajadores que sonreían al unísono cuando escuchaban su discurso demodé y proteccionista. Trump sostiene que la economía americana tiene una fuerte dependencia exterior y que esa dependencia complica su desarrollo comercial y coloca a los Estados Unidos en una situación de debilidad ante una amenaza externa. Se trata de un argumento simplista que esconde una evidencia básica de la geopolítica actual: sus principales exportadores de acero y aluminio son aliados de la Casa Blanca (Alemania, Brasil, Japón) o mantienen relaciones recíprocas basadas en la contención mutua (China). Macri, Jorge Faurie, Francisco Cabrera y Fulvio Pompeo debatieron la mejor estrategia para evitar que Argentina sea arrastrada a una contienda mundial con extrema capacidad de daño comercial y final abierto. El Presidente se decidió por dos argumentos básicos que responden a las razones que presentó Trump para justificar su avance contra el libre comercio y los países más poderosos del planeta. Esos argumentos se sintetizan de la siguiente forma: las exportaciones nacionales no afectan la seguridad americana y el país es una aliado de Estados Unidos en América Latina. "Es muy importante destacar que la Argentina no es causante ni contribuye a las distorsiones que afectan a los mercados mundiales, ya que no subsidia la producción y no triangula su comercio con otros países. Por el contrario, la Argentina se ha empeñado junto a otros países en buscar una respuesta coordinada a estos desafíos. La Argentina y los Estados Unidos gozan en la actualidad de una estrecha relación bilateral, basada en principios y valores compartidos que se reflejan en la renovada cooperación en todos los ámbitos", sostiene la presentación que el canciller Faurie y el ministro Cabrera hicieron ante el Departamento de Comercio y el representante de Comercio norteamericano. Un aliado estratégico Esta presentación del gobierno nacional ejecutada el viernes pasado, pretende lograr que Trump coloque a la Argentina en la misma categoría que Canadá y México. El argumento tiene lógica interna: si la Casa Blanca excluyó de la guerra comercial a sus socios del NAFTA, pese a ser grandes exportadores de acero y aluminio, por qué no excluir también a la Argentina que sólo exporta a Estados Unidos el 0.6 del acero y el 2.3 del aluminio del total que cruza la frontera americana. A lo que habría que añadir, como sucede con México y Canadá, que la Argentina es un aliado estratégico de Washington en la región. Trump se fijó un plazo de quince días para reglamentar sus controvertidos anuncios. Ya sabe que deberá lidiar con la contra ofensiva de China, la Unión Europea, Japón, Brasil y Corea del Sur, que prepararan una réplica capaz de escorar el comercio internacional con Estados Unidos. "Estoy preocupado", le reconoció Paolo Rocca, CEO de Techint, al jefe de Gabinete, Marcos Peña, durante un almuerzo que compartieron ayer. Si Trump no excluye a la Argentina, Siderca que pertenece a Techint, sufrirá las consecuencias de la guerra comercial. Como sucederá con Aluar, que también exporta a los Estados Unidos, y es una pieza clave de la balanza comercial del país. Peña trasmitió a Rocca que Macri está sobre el tema y que agotará todos los recursos para lograr que la Argentina sea declarada nación neutral. Todo depende de Trump y su mirada del mundo. Que casi siempre tiene la amplitud de los 280 caracteres de un tuit.
Donald Trump estudia la propuesta de Mauricio Macri para excluir a la Argentina de la guerra mundial del acero y el aluminio
Macri diseñó una jugada política y diplomática para lograr que el presidente estadounidense considere a la Argentina como un estado neutral en esta guerra