Política

Luis Barrionuevo toma distancia de la protesta de Hugo Moyano y busca acercarse al Gobierno

El líder gastronómico intentó comunicarse con Mauricio Macri, pero el presidente no lo atendió y lo mandó a hablar con Jorge Triaca

El sábado a la noche, en Punta del Este, Luis Barrionuevo sorprendió diciendo que no convocaría a la marcha de la CGT del 21 febrero. "A la marcha de Moyano no voy", dijo en el asado con el que se festejó el cumpleaños de Aldo Elías, dueño del hotel Presidente y desde hace pocas semanas presidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT). No eligió cualquier lugar para comunicar su decisión. El empresario turístico es hoy uno de sus pocos amigos que tiene buen vínculo con el Gobierno, en este caso, diálogo directo con el ministro del área, Gustavo Santos. El mes pasado había atizado las brasas de la furia moyanista, convocando al jefe del clan, Hugo Moyano, a una cumbre en Mar del Plata que se realizó el 18 de enero, donde también estuvieron Juan Carlos Schmid, Sergio Palazzo y Julio Piumato, otros tres "duros" en la vida cegetista, normalmente muy alejados del gastronómico. Se sacó fotos, hizo declaraciones altisonantes. Buscaba llamar la atención de Mauricio Macri, que hace más de un año que no lo atiende. Pero no lo logró. Cuando ya había decidido que lo peor que podía pasarle en la vida es quedar pegado al kirchnerismo, la CTA y Rodolfo Baradel, dirigentes que "desprecia" (el calificativo lo pronunció él mismo, según reveló un amigo del sindicalista gastronómico), lo llamó al Presidente para transmitirle su posición. Pero Macri no lo atendió. Estaba jugando al paddle y le mandó a decir: "con el único que debe hablar es con Jorge Triaca". En el Gobierno analizan con frialdad la decisión de Barrionuevo, como si la hubieran estado esperando. Creen que al lado de la fenomenal capacidad de movilización que tiene el Sindicato de Camioneros, los gremios vinculados al gastronómico quedarían diluidos. "No tiene un sindicato movilizante y en el escenario iba a estar compartiendo con dirigentes con los que no tiene relación", explicaron. "Además, ¿qué ganaba? ¿darle liderazgo a Moyano?". En efecto, Barrionuevo tiene más fuego político que gremial. "Cuando para, el café de enfrente al sindicato está abierto", chicanean en el Gobierno. Triaca, de todos modos, no habló con Barrionuevo. A sus amigos, el sindicalista les dijo que sí lo hizo con segundas líneas, a quienes les expresó que nunca pensó en acompañar la movilización de la CGT, "porque es un acto en defensa propia del Negro y su familia, que tienen miedo de ir presos". Los gordos e independientes sí hablaron con el ministro de Trabajo y todos fueron anunciando, uno a uno, su distancia con la medida. Incluso uno de ellos, en diálogo con Infobae, reveló un dato que en el Gobierno no confirman. A saber, textual: "este viernes pasado no, el anterior, hubo una charla no sé si de Mauricio o Quintana con Moyano y se bajaron los decibeles, se freezaron los allanamientos, que venían con detención, y no hubo paro, solo movilización". Es verdad que Moyano esperaba el procesamiento y detención de su hijo Pablo en la causa que le sigue el juez de Garantías de Lomas de Zamora Gabriel Vitale, en una causa de fraude contra el Club Independiente. También que varios de sus amigos le pidieron que no extremara sus posiciones. Uno, en particular, le hizo llegar a un funcionario el comentario de que Liliana Zulet (la esposa de Moyano, involucrada en tres causas judiciales) es ferviente admiradora de Macri. Increíble pero real, la información fue acompañada de un análisis interesado, explicando que "los gremios arman empresas propias para abaratar costos".

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