Espectáculos

Dolores Fonzi: "Mi hija, de cinco años, podría gobernar este país de una manera más sensata"

Sin temor a generar polémica, la actriz habló con Teleshow de la impunidad que tienen en la industria del espectáculo los denunciados por acoso sexual, como Juan Darthés, y cuestionó las controvertidas declaraciones de Cacho Castaña y Facundo Arana. Además, tras acercar su análisis de la actualidad política, social y cultural, resaltó la necesidad de debatir seriamente la despenalización del aborto

Es tan bella como talentosa y comprometida con las causas que defiende. Luego de terminar un año muy exitoso en cine con La Cordillera y El futuro que viene, Dolores Fonzi (39) comenzó el 2018 protagonizando en teatro Entonces la noche, junto a Cecilia Roth, Ezequiel Díaz y Guillermo Arengo. Allí se convierte en una prostituta santafecina que viene a la ciudad, y comparte monólogos de altísima intensidad sobre la noche y la marginalidad. "Siento que nunca hice algo igual, es jugadísima", dice la actriz sobre la obra de Martín Flores Cardenas. "Cada día que estoy parada atrás del escenario, empieza a sonar la música, se apaga la luz y digo: 'Voy a tratar de disfrutar'. Pero, ¿qué es disfrutar finalmente?", se pregunta Dolores, quien pese a sus 20 años de carrera se sigue estresando antes de salir a escena. Pero eso repite ciertas cábalas previas: tomar un café doble con hielo y comer un sandwich de queso, huevo y tomate. —¿Qué pasa con el ritmo del teatro y la noche? Porque se invierten los horarios y vos sos mamá. que es un gran trabajo. —Sí, es un gran trabajo. Por suerte, por ahora están de vacaciones con el papá (el actor mexicano Gael García Bernal). Quedo muy cansada después de la función, me cuesta mucho dormirme, y me quedo leyendo o viendo series boludas que me distraigan. —¿Estás aprovechando estos días para la pareja, ahora que los chicos están con su papá en otro país? —Obvio, re potencia eso. Y potencia ser libre, con todo tipo de responsabilidades. Dormirme a las cuatro de la mañana si quiero, viendo tres películas, y despertarme a las cuatro de la tarde. —¿Cuánto tiempo se fueron? —Un poco menos de un mes. Es hermoso. Y ellos crecen, les viene bárbaro. —Alguna vez me dijiste que si para tu novio, Santiago Mitre, fuera una necesidad ser papá, lo evaluarías, aunque hoy no tengas esas ganas. —A mí todo ese mundo me parece estimulante. Si sucediese, genial; bienvenido sea. No tengo una fobia o una contrafobia con eso que me pusiese en problemas hoy. —En esa misma charla te pregunté qué pasaría si Santiago te planteaba tener una pareja abierta. Y me dijiste: "Si me lo dice seriamente, lo evalúo". Fue un escándalo nacional… —Sí, salieron muchísimos titulares. Aparte fue gracioso porque Santi me dijo: "Me hiciste quedar como un conservador, boluda". Igual no, realmente nunca me lo pediría. Igual siento que, filosóficamente, yo no soy así de abierta. Quedó como que quiero una comunidad (risas). —Apareció tu pareja con el listado de gente que quería involucrar. —Ahora estamos haciendo castings (risas). —Siempre pusiste mucho el cuerpo para hablar de feminismo. Y se está viviendo un momento muy importante en la Argentina y en el mundo. Avanzamos, pero también nos falta, ¿no? —Mal. Sí. —En las últimas semanas hubo un debate a raíz de las declaraciones de Facundo Arana, que después se disculpó, sobre la realización de la mujer y la maternidad. ¿Cómo fue en tu caso? —La maternidad es un accidente en un momento de la vida. Hay personas, sin determinar sexos, que nacen queriendo tener hijos. Y personas que no. —¿Vos siempre quisiste tener hijos? —No. Nunca me gustaron los niños de por sí. Me gustan los niños ahora porque tuve y porque ya no me genera una tensión relacionarme porque entiendo cómo funcionan. —Pero no eras "Susanita". —Cero. Yo trabajo desde los 17. Imaginate que fui madre a los 30, así que pasaron 13 años antes de tener hijos. Yo ya me sentía… realizada igual. Que un hombre venga a opinar sobre cómo se realiza una mujer es todo tan de las cavernas que me causa gracia. Habría que preguntarles a los hombres si se sienten realizados a partir de ser padres. Volviendo al tema de lo adelantados o atrasados que estamos, en Estados Unidos, con todo lo que explotó con las denuncias de acoso y la mano dura que se impuso ante los casos, hubo una reacción súper activa. Acá no, acá es un desastre. Seguimos todos protegiendo lo que no se dice, callados y manteniendo una forma del patriarcado. —¿Quedan muchas cosas por decir? —Sin ir más lejos, el caso (Juan) Darthés me dejó impresionada que se siga protegiendo, esa cierta impunidad… Después él utilizó lo que ella dijo para culpabilizarla de ciertas cosas. Usar la misma frase "No es no" es muy de psicópata. Que sea protagonista ahora de una serie juvenil, la verdad… O sea, que todo esto permanezca en un halo de impunidad y de como "Bueno, no se sabe, es la palabra de ella contra la de él…". —Me consta por otros casos que para las mujeres denunciar estas situaciones es muy difícil. Muchas veces los abogados les dicen que si no tienen pruebas no los denuncien porque se les puede venir en contra. —Claramente. Es muy complicado. Y sobre todo mientras sigamos teniendo productores y gente que maneje canales y que deje pasar estas situaciones, va a seguir así. —¿Te parece que faltan denuncias por aparecer? —Millones, sí, millones. Claramente. Digo, esta poca tolerancia que acá no se implementa porque no le debe convenir a nadie, más de uno debe estar asustadísimo, supongo. —¿Te pasó alguna vez? —Me pasó una vez una situación con un actor, pero fue una sola vez, y me pidió disculpas. Fue medio raro: una lengua fuera de lugar. Yo tenía 19, era muy chica y fue un momento, pero pude decirlo. Lo increíble hoy día es que una pasó por mil situaciones de acoso, y ya está tan naturalizado que para defenderte de esa situación no queda un recuerdo traumático, lo dejás pasar, "musa", y a otra cosa. Por supuesto no viví nunca algo traumático si no me acordaría supongo. —Hace poco Vicky Buchino denunció a Cacho Castaña. —Es como derrocar los ídolos de pies de barro y limpiar toda esa cosa que es tan argentina. —Facundo Arana y Cacho Castaña se disculparon. —No deberían creer que esas opiniones que dicen son tan importantes para nadie porque no lo son. Si nosotros seguimos permitiendo que esté naturalizado el tema de que "si sos hombre y te mandás una, igual no pasa nada", no cambian nada las cosas. —Recién decías que Dhartés está por empezar una tira. —No se modificó nada, sigue funcionando todo igual. Nos faltan mujeres feministas en los medios, nos faltan hombres feministas en los medios o que le den lugar a gente pensante, ni siquiera feministas, gente con sentido común. —¿Qué te pasó con Muriel Santa Ana, que contó que se hizo un aborto a los 24 años? —La amé. Le escribí: me pareció una genia. Combativa y diciendo las cosas que hay que decir en la cara y dejar de cuidar a los ídolos de no sé quién porque la verdad que esos referentes no los quiero para mis hijos. —¿Qué opinás del discurso de quienes están en contra de la despenalización del aborto? —Es una hipocresía total: las mujeres que abortan, abortan. Van a abortar de cualquier manera. Lo que pasa es que si no es legal los hipócritas se quedan como cubiertos por este halo de que no está pasando, pero es cualquiera. Y después, hay algo de un juicio de como la mujer aborta por placer, le gusta abortar, le gusta atravesar ese proceso. Como si eso fuese tan fácil. —El temor a que se convierta en un método anticonceptivo. —Claro. Uno se va a exponer a esa situación 20 veces, total, puede abortar porque es legal. Hay que pensar un poco. Siento que falta mucho… Nos faltan muchos recursos que apoyen las causas donde se pueda debatir y hablar con información real. La cantidad de mujeres que mueren por abortos clandestinos es enorme. —A nivel país, ¿cómo nos ves hoy? —Me puedo dar más cuenta por el tema cultural. Siento que el país avanza, retrocede, avanza, retrocede; desde que tengo memoria es igual. Avanza y hay ciertos espacios que se abren a lo creativo de una manera más interesada por el arte, y momentos en donde no hay tanto interés por la cultura. Esta obra es autogestionada: nosotros quisimos hacerla y La Plaza apostó por la obra y todo bien, sin ayuda de nadie. Si quiero filmar mi primera película como quiero y tengo un guión, no puedo. —¿Por qué? ¿Cómo venís con ese proyecto? —No puedo. La Ley de Fomento no apoya un proyecto de las características de una primera película mía. Porque tenés que haber filmado no sé cuántas cosas presentadas en no sé dónde, no importa que trabaje hace veinte años. El Instituto de Cine no está hoy apoyado de la manera en que se hacía antes. Y no hablo del gobierno anterior, hablo en general. Cuando yo tenía 19 años hicimos "Caja negra", y la hicimos nosotros. Bueno, es eso, es volver a las fuentes, autogestionar y encontrar la manera. Obviamente, la voy a hacer igual, pero tengo que encontrar otra forma. Poner el ojo en que lo único que se tiene que hacer es lo que dé plata, es horrible. —¿Cómo le explicás al que plantea que en un país con un 30% de pobres, no debe invertirse en cultura? Más allá del cine, porque la plata del INCAA es de la venta de las entradas. —Eso te iba a decir. El cine no le quita plata a ninguna otra área. Eso está bueno aclararlo porque dicen: "Querés hacer una película con mi plata". No. Es un ente que se financia solo. —Más allá de esto pienso en los museos, en los festivales, en la cultura en general: ¿por qué sigue siendo importante la cultura? —Igual, obvio, si me decís así claramente prefiero que se construyan hospitales, escuelas, que la salud pública y la educación pública se ordenen y arranque de una manera con sentido común, pensando en la gente. Es casi infantil lo que digo: mi hija (Libertad, de cinco años) podría gobernar el país de una manera más sensata (risas). —¿Hay alguna figura de la política, aunque no acuerdes ideológicamente, que te parezca un lindo personaje para interpretar? —Lilita Carrió es un personajón para interpretar. A Myriam Bregman la amo, a Vicky Donda también. Cada una a su manera y con su estilo tienen cosas para decir y hacer. Vicky Donda es una diputada joven que legisló leyes increíbles y creo que tiene un récord de leyes legisladas; Myriam y su actitud y cómo se presenta ante el mundo: esas mujeres nos tienen que representar, tienen cosas para decir. Más allá que el mundo de la política es un mundo muy particular y hay que tener habilidad para lidiar con esos bueyes. Bueno, sin ir más lejos la sesión por la Ley Previsional fue re interesante, fue como el Mundial: estábamos todos ahí clavados viendo a todos los diputados que hablaban, no hablaban, los personajes. Y hay muchas mujeres metidas ahí. —¿Estábamos viendo lo que decían? ¿O estábamos viendo cómo se peleaba la gente que nos representa y lo que pasaba afuera? —Sí, una cosa desconectada total de la realidad. La realidad era la calle. A la vez me pareció muy interesante antropológicamente hablando ver a toda esa gente exponer cómo alguien se pelea con otro: Lilita hablaba, saltaba el otro, le decía no sé qué, como algo de un circo que no estamos acostumbrados a ver que me parece muy interesante, la verdad. —Estaba convencida de que este año venía tu película. —Lo voy a intentar. Ya está escrito el guión con Laura Paredes, que es grosa. Para este año no hay crédito para nadie según el Instituto, y el año que viene qué sé yo. Igual, los gobiernos terminan… —Pero en las últimas elecciones el gobierno tuvo mucho apoyo. —Es increíble. No me deja de sorprender nada lo que pasa en este país . Que ataquen a una víctima que denuncia un acoso. Que los hombres que son denunciados sigan trabajando, que tengan ese espacio. Que las mujeres, aparte, ataquen. Yo no voté a este Gobierno, claramente no; tampoco soy partidaria mucho de ningún partido, no soy nada definido. Corté boleta, creo en las mujeres que nombré. Nos merecemos un poco lo que tenemos: ganaron una votación y ese porcentaje de personas cree que lo que está pasando es lo mejor, bueno… Digo que terminan los gobiernos porque supongo que igual una reflexión en algún momento de la vida se hace y que hay mucha gente que ya no está muy contenta. Pero bueno, fueron hace poco las elecciones. Me asusta un poco. Igual, es una oleada mundial: Estados Unidos: tiene a Trump, nosotros tenemos a Macri, hay como una oleada de la derecha sobre el mundo. —¿En qué momentos mentís? —Miento muy poco porque hago humor con la verdad y te mando cualquiera en la cara. A veces debería mentir un poco más (risas). —A los chicos en algún momento les debés mentir. —No les miento tanto: omito o suavizo el tema de alguna manera. —¿A tus parejas? —Tampoco. —¿En el sexo, nunca? —No tengo problemas en ese sentido, ¿sabés? —¿Y para huir de una discusión? —En general no entro en discusiones, evito mucho a la violencia, le tengo fobia. ¿Viste que la gente puede discutir y argumenta? Yo no puedo: me voy a mil, lloro, soy un desastre. No puedo discutir. —¿Cuál es la mayor extravagancia de Dolores Fonzi? No caés al teatro con el caniche y tu séquito. —No camino. Vivo adentro del auto, encerrada. Pero no tengo ningún despropósito para nada: me gusta la vida simple y me gustan las necesidades básicas cubiertas, es un deseo que tengo para todo el mundo. O sea, si comí bien, dormí bien y me bañé, es un lujo que agradezco poder hacer. No tengo mayores aspiraciones. Soy bárbara, boluda (risas). —¿Qué te enoja? —Me enoja la hipocresía, me enoja la impunidad y la irresponsabilidad para tocar ciertos temas. Cuando escucho que alguien tira una declaración absurda que nos retrasa a todos, que nos pone en problemas, lo que venimos hablando, los debates que se van abriendo, me da bronca. Callate la boca, no digas, no opines. Nadie te pidió opinar. MIRÁ LA ENTREVISTA COMPLETA:

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