Política

Gladys González: defensora de “La Corrupción del bien”

La actual senadora nacional por Cambiemos se muestra inocente, correcta, pura, con una imagen cuidada…pero los papeles no la ayudan. Las apariencias engañan. Removiendo el velo mediático, la verdad: ¿Quién es Gladys González?

Desde su aparición como interventora del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos, a González le llovió una catarata de denuncias por corrupción de toda dependencia pública en la que estuvo como funcionaria. 

La primera, en el año 2006, cuando era directora del Banco Ciudad. A González la denunciar por intento de sobornos a la Revista 23, para que le hicieran notas positivas a favor de su jefe,  Horacio Rodríguez Larreta. La causa llegó hasta el Juzgado Federal N°11, a cargo de Claudio Bonadío, donde terminó archivada. Sin embargo, la funcionaria fue despedida producto del escándalo que se generó en los medios, que impactaba indirectamente sobre la gestión de Mauricio Macri, en ese entonces Jefe de Gobierno porteño.

Luego Macri propondría a González como Auditora General de la Ciudad, pero los resabios de la denuncia mediática y una causa penal abierta por malversación de fondos públicos, fueron motivo suficiente para que la Junta Ética de la Legislatura Porteña rechazara impugnara su pliego. 

González terminaría como subsecretaria de Atención Ciudadana en CABA, donde también fue denunciada; en esta ocasión por contrataciones irregulares y sobreprecios. A saber: contrató a la mujer de Rodríguez Larreta para redecorar los registros civiles y por precios siderales (algunos números: plantines por valor de $350 cada uno y tachos a 300 dólares). Pero no terminó ahí, porque para llevar adelante el programa “Si, quiero”, González contrató nuevamente a la wedding planner Barbara Díez para renovar los registros civiles del GCBA, a costos altísimos, para adquirir “máquinas expendedoras de arroz”, filas interminables de sillas blancas y plasmas.

Así y todo, Gladys González fue premiada con su nombre en la lista de candidatos a diputados nacional PRO, para ocupar una banca entre 2009 y 2013. Ya instalada en el Congreso, aparecieron nuevas denuncias en su entorno: su segundo marido, su exchofer y actual diputado provincial, Manuel Mosca, fue acusado de exhibicionismo y acoso sexual, pero un cerco mediático evitó que la noticia ganara repercusión, tanto en los medios como en internet.

Con su imagen “limpia” y con el visto bueno del PRO, González llegó al 2015 como candidata a intendenta de Avellaneda y, como no podía ser de otra manera, una nueva denuncia, por falsificación de domicilio (hacia dos años residía en CABA). Para peor, fueron sus propios compañeros, los ediles UCR Miriam Graiño y Rodrigo Galetovich, quienes la acusaron. 

Y todavía faltaba lo mejor. Necesitado de mostrarse como la “nueva política” a un año de asumir como gobierno, Cambiemos comenzó una cacería brujas contra sindicalistas y cuando le tocó el turno a Rubén “Caballo” Suárez, la funcionaria encontró el momento justo para limpiar nuevamente su imagen, y asumió como interventora 

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