Un tuit trajo la noticia. "¡Bienvenido Gianluca Palermo! Felicitaciones Martín, Jessica y familia". Ocurrió el 8 de febrero de 2016 y el presidente de la República saludaba la llegada del cuarto hijo del máximo goleador de la historia xeneize. Si no se trató de un día más para Palermo , tampoco lo fue para Mauricio Macri , que cumple años... el 8 de febrero. Un motivo más para sentirse cercanos, después de haber sido dos de los arquitectos del Boca más glorioso. "Dios sabrá por qué este señor tiene ese acuerdo con la hazaña", lo distinguió alguna vez Macri. El jefe del Estado nunca disimuló su debilidad por Palermo. "Con Mauricio tengo relación, nos mandamos mensajes y de vez en cuando hablamos. Él está pendiente de cómo nos va en Chile, más allá de que haya mil cosas más importantes en la Argentina", revela el entrenador de Unión Española, la leyenda que tiene su estatua en las entrañas de la Bombonera. Entre tantas condecoraciones, guarda especialmente una plaqueta que reza "Por hacer posible lo imposible y por no bajar los brazos nunca". Se la entregó el gobierno porteño, bajo la administración Macri. Palermo vive en el barrio Las Condes, de Santiago. Atraviesa una etapa de crecimiento en Chile. El hombre disfruta de recorrer las góndolas del supermercado casi como un anónimo. El entrenador siente que finalmente se consolidó porque domó al futbolista. Y el ciudadano argentino no se esconde detrás de la Cordillera de los Andes. "Veo que Macri está buscando encaminar al país, salir a flote en muchos temas. Noto optimismo. Será de a poco, es imposible de un día para el otro, pero desde afuera ven que Argentina está dando pasos para cambiar. No conozco mucho de política, pero veo las cosas que suceden. Cuando charlo con familiares o amigos, me cuentan que se están queriendo cambiar y mejorar algunas cosas". Las largas piernas de Palermo se mueven todo el tiempo; se acomoda una y mil veces en el sillón. Se ilusiona con un país mejor, pero no desconoce los contratiempos. Él mismo los sufrió hace un par de meses, cuando un gimnasio de su propiedad fue violentamente asaltado en La Plata. Santiago parece a salvo de la sinrazón. "Es cierto que en el centro de la ciudad está todo bien. Es muy ordenada y hay un profundo respeto por el otro. En ciertos horarios hay ?taco', es verdad, que es un tránsito muy intenso, pero nadie se saca, no tocan bocina, no te pasan por la banquina... El peatón es genuinamente respetado. En las afueras hay robos también, hay 'portonazos', que serían nuestras 'entraderas', pero a los sumo te roban el auto. No existe el pánico a que te peguen un tiro en la cabeza". Compara, y sufre las diferencias. -¿Te han hecho sentir nuestra rivalidad con Chile? -No me sentí nunca atacado. Desde el momento en que llegué, la recepción fue buena. También, depende de la que cara que uno les muestra: si uno llega como el argentino creído, que se lleva el mundo por delante por portación de nacionalidad, ahí sí te empiezan a mirar con desconfianza. Cada uno sabrá a qué quiere exponerse. A nosotros les resultados nos ayudaron y nos dieron credibilidad. -Desde Chile, ¿cómo analizás el fútbol argentino? -El fútbol argentino es feroz, en cambio en Chile no hay un resultadismo tan extremo y eso permite que el debate por el juego esté más presente. Y eso lleva a que los entrenadores puedan trabajar con más calma y no les transmitan histeria y tensionas a sus jugadores. Si un técnico está condicionado, transmite miedo. En cambio, como se ve que en Chile respetan mucho más los proyectos, el técnico se siente respaldado para insistir en su idea. Podés llegar a perder uno o dos partidos, y más allá de alguna crítica o algún enojo del hincha, no te van a pinchar las ruedas del auto, no te van a tirar piedras, ni tu familia la va a pasar mal en la cancha. Eso tendría que ser lo normal, ni siquiera habría que destacarlo. -¿Creés que la sociedad chilena es más civilizada? -No viven el fútbol de manera tan apasionada. En la Argentina vivimos en los extremos, y en Chile son más tranquilos. Entonces se puede trabajar con calma y paciencia. En los entrenamientos del día a día no ves ese acoso de los hinchas o de los medios. Quizá en Colo Colo, en la U de Chile o algo en Católica, pero en el resto muy poco. -¿Cómo asimilaron no ir al Mundial de Rusia? -En la Argentina hubiese sido un drama no ir al Mundial. En Chile se sintió el golpe, sí, habrán sido dos o tres semanas en las que se habló mucho y solo se escuchaban lamentos. Pero ya está, todos están pensando en lo que vendrá, en el nuevo entrenador, en las próximas generaciones que tendrán que reemplazar a esta generación tan brillante. Palermo habla de Chile, pero está hablando de la Argentina también. A los 44 años luce aplomado, lejos del Loco que debutaba en Estudiantes hace un cuarto de siglo. "Ni Twitter, Facebook, Instagram. No tengo nada de eso. Soy reacio a todo eso. Veo que la gente se relaciona más por ahí que en la vida real. Y veo, también, que la gente está muy pendiente. Cuando ganas está todo bien, en los comentarios opinan que todo es lindo, y cuando perdés es una carnicería. Y no es así. No, tenés que cuidar el equilibrio. Ni está todo bien cuando ganás ni sos un desastre ni un burro en la derrota. Como cada uno es libre de opinar lo que quiera en las redes, yo soy libre de no leerlas para no condicionarme con nada". Sienta posición. Nada de condescendencia. Cuenta que realmente comenzó a sentirse entrenador en Chile. "Veo que soy otro, ahora me siento realmente preparado? Era dar ese pasito más, ese cambio interno que para mí era muy necesario porque me costó mucho sacarme al futbolista de encima. Ahora tengo mayor madurez para pararme frente a los jugadores, hasta mejoré mi forma de hablar con ellos. Descubrí que hasta me gusta más el fútbol ahora que cuando jugaba. Me ayudó mucho este año y medio en Chile". -¿Qué hacías mal en tus comienzos como técnico? -Recuerdo que en mis primeros partidos como técnico de Godoy Cruz, si la pelota pasaba cerca, por la línea, me tenía que contener para no tocarla o dar un pase. Después ya fui bajando?, pero gritaba mucho, y los jugadores no escuchan lo que les gritamos durante los partidos. Además, si el jugador ve que el que conduce es un manojo de nervios, no se siente cómodo. A veces, durante un partido, hago el gesto como si todavía estuviera en el área, y es el instinto. Pero por más que lo intente, ya sé que yo no voy a volver a meterla. Algunos entrenadores son muy pasivos y los ves tranquilos en el banco, sienten que todo ya se hizo en la semana y ahora ya pasa por el jugador; hay otros que son demasiado eufóricos, tanto que se pasan de la raya. Y otros que intentan encontrar el equilibrio. Yo me pondría por ahí. Hay que encontrar ese punto medio. -¿Sos un técnico bianchista? -No, he rescatado virtudes de todos mis entrenadores. De Carlos siempre recuerdo la manera de llevar al grupo, él lograba que del primero al último estuviéramos mentalizados para competir por el puesto. La exigencia de Bielsa era altísima, pero lo hacía para sacar lo mejor del jugador y siempre buscaba dejarte alguna enseñanza. Con él entendí que el futbolista puede aprender algo hasta el último día de su carrera. Después, por su manera, presencia y personalidad, el Coco Basile fue trascendente. Y por lo extrovertido que fue en sus inicios, por sus formas, el profe Córdoba me dejó muchas sensaciones. De todos ellos saqué cosas y, luego, yo formé mi identidad. -¿Nunca te arrepentiste de ser técnico? -Uno pretende que le vaya medianamente como le fue como jugador. Entonces yo quería jugar finales y ganar. Pero no es lo mismo ser entrenador que ser jugador, y aunque lo suponés y se lo escuchás decir a mucha gente, tenés que vivir tu propia experiencia. Tenés que transmitir una idea clara, tenés que ser transparente, tenés que convencer, tenés que tomar decisiones todo el tiempo. Necesitás que el jugador te crea y se comprometa. Pero nunca dudé porque, por mi forma de ser, siempre tuve que hablar, liderar, ser un poco la voz? y eso ya me proyectaba para ser entrenador. No. Nunca dudé. Nunca me dije ?¿qué hacés acá?, esto no me gusta'. Mi idea es dejar una huella y las huellas son los títulos. Así pensaba como jugador y así pienso como técnico. Por eso mi objetivo para este año es tratar de conseguir un título con Unión Española. Recuperamos el protagonismo del club, volvimos a las copas internacionales?, pero después de salir terceros, quintos y segundos, ahora quiero dar el salto: un título para devolver tanta confianza. -¿Boca lo necesita a Tevez? -Más allá de cómo se haya ido, acá lo trascendente es que Carlitos vuelva con esas ganas que mostró cuando regresó de la Juventus. Tevez es un privilegio para cualquier equipo. El aporte de esos jugadores que se hicieron en el club siempre es clave. Con él no es necesaria la adaptación ni que se meta de nuevo en el hincha de Boca. Pero Boca es un mundo aparte, hay que estar en el día a día. -Se hicieron mil comparaciones entre Benedetto y vos en la cancha. ¿Seguís de cerca su recuperación? -Sí, lo llamé antes de operarse. Y sigo su evolución, pero no se puede decir mucho, salvo algunas palabras de apoyo para afrontar lo que vendrá. Y después traté de apartarme de las comparaciones y todo eso. Yo ya pasé mi etapa, ahora es el tiempo de él con el hincha de Boca. Pronto volverán a disfrutar juntos. -¿Wanchope?? -Tiene una linda posibilidad de jugar y devolver esa confianza que el club y Guillermo le darán. Intuyo que es un goleador con hambre. -Hace algunos meses te preguntaron si algún día ibas a ser el DT de Boca y sorprendiste con tu respuesta: 'Mi sueño es dirigir a Estudiantes' -Si alguien cree que mi sueño es dirigir a Estudiantes y no dirigir a Boca, se equivoca. Fue una nota con unos chicos de un programa de La Plata... pero también sueño, por qué no, con dirigir algún día a Villarreal. Me gustaría, claro, es un club que ha crecido muchísimo en la Liga y en Europa. Entonces tendría que decir que mi sueño es dirigir en Estudiantes, en Boca, en Villarreal, en Alavés? El destino dirá, ya veremos cuáles son mis momentos. Sé que el tiempo me va a dar esa oportunidad. -Pero ¿podrías ser el DT del Estudiantes de Verón? -¿Por qué no? Sí. Dependerá de él, que como presidente crea que soy el indicado para ese momento del club. No veo un impedimento en que él sea el presidente del club. -¿Hace mucho que no hablan? -Y, sí, hace más de año? En Estudiantes hay una tradición: se hacen partidos entre todas las categorías, y él jugó para la suya y yo para la 73. Nos enfrentamos y nos cruzamos, pero no hablamos de nada sobre el futuro. -¿Creés que a él le costó despedir al futbolista? -A veces pasa... Pasar de la alta competencia a no jugar más te deja un vacío muy grande. Por eso es importante que te puedas preparar con tiempo porque eso te permite proyectar qué vas a hacer. Creo que él siempre tuvo claro que se iba a meter en la carrera dirigencial, pero al poco tiempo extrañó el día a día, entrenar y competir. Y eso es fuerte para muchos jugadores. Algunos engordan, otros se deprimen, es una situación muy difícil de aceptar...