Economía

Javier Milei: "El Gobierno tiene una oportunidad enorme para hacer cambios, pero la desperdicia"

El economista, singular defensor del lierarlismo y severo crítico de las políticas gradualistas, analizó en una entrevista con Infobae las oportunidades y amenazas que tuvo el país y cuáles cree que tendrá en 2018

Javier Milei es un estudioso de la economía y sus tendencias. Rápidamente abrazó las ideas del liberalismo económico y cuestiona en cuantas oportunidades tiene la teoría y políticas keynesianas . En el hoy y ahora de la Argentina, sostiene enfáticamente las políticas de shock, esto es "normalizar" la economía lo más rápido posible para poder disfrutar de sus beneficios, por oposición al "gradualismo" que eligió el Gobierno, que considera que "es lo único que permite la realidad social", pero que no conforma con los resultados, a pesar de que hay claras mejoras. Frente a semejante antagonismo, y la ratificación del Gobierno de su línea de acción, en una entrevista con Infobae el economista accedió a la propuesta de hacer un análisis FOD. esto es de las Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas que tuvo Cambiemos en su segundo año en la Presidencia de la Nación, y las que observa para 2018. Milei no sólo mantiene una activa presencia mediática y en foros donde se analiza la coyuntura y las perspectivas de la Argentina, sino también es economista jefe de la Fundación Acordar, miembro del B20, del Grupo de Política económica del ICC Internacional (asesor del G20) y del Foro Económico Mundial; es especialista en temas de crecimiento con y sin dinero y es autor de más de 50 artículos académicos, cerca de un centenar de artículos periodísticos y de siete libros, entre ellos Política económica contrarreloj, Lecturas de economía en tiempos del kirchnerismo, El retorno al sendero de la decadencia argentina; Otra vez sopa. Maquinita, infleta y devaluta, y Otra vez sopa. Está en edición Desenmascarando la mentira keynesiana; y, para el año que viene, Crecimiento, monopolio y los valores del capitalismo, junto a otros economistas, como Diego Giacomini. – ¿Con qué fortalezas comenzó el 2017 para el Gobierno de Cambiemos? – La principal fortaleza que le ví a este Gobierno, independientemente de lo que se cree en general de esta gestión, es la facilidad para ganar elecciones, con un esquema que es impresionante, es decir hace un trabajo político para que le aprueben las leyes que también es asombroso. De ahí que, a pesar de que se lo subestimaba en el plano político, este Gobierno ha mostrado un manejo en esa parte que, verdaderamente no estaba en los planes de nadie, y que le permitió sacar una cantidad enorme de leyes. Es cierto que cometen errores, pero terminan sacando las cosas; y consiguió un resultado electoral en octubre muy fuerte. Eso debería haber abierto la ventana a un conjunto de oportunidades más interesantes para lograr cosas que contribuyan al cambio, pero, sinceramente, tuvo como contraparte falencias técnicas y falta de coraje para llevar a cabo reformas que verdaderamente impulsen un cambio. Por eso más que Cambiemos yo lo llamaría Gatopardismo porque en el fondo termina cambiando las cosas para no cambiar nada. Ahí adhiero a la frase de mi colega y amigo, José Luis Espert, cuando dice "esto es kirchnerismo de buenos modales", o si se quiere lo llamaría "socialismo amarillo". Y hasta en algún sentido me parece perverso, porque las mejores formas que presentan diría que son más peligrosas, porque son tan jorobados como los kirchneristas. Por eso creo que tienen una oportunidad enorme y la está desperdiciando. – Frente a las fortalezas que describió, ¿cuáles cree que fueron las oportunidades que desperdició el Gobierno en su segundo año? – Desde el primer momento debería haber encarado la política económica de una manera mucho más contundente y audaz, en lugar del gradualismo, porque el gradualismo es en realidad la combinación de ignorancia con falta de coraje, es decir cobardía. Porque la evidencia empírica dice que desde 1952 en adelante todos los programas de shock, sacando el de 1959, fueron expansivos de la actividad y el empleo; y todos los programas graduales terminaron mal; el más emblemático fue el de la Tablita Cambiaria de Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía entre marzo de 1976 y marzo 1981), un programa muy parecido a este, le propongo que vea los videos hablando de su programa económico; y terminó mal, en un contexto donde se estaban reciclando los petrodólares; con lo cual había abundante liquidez en el mundo; políticamente tenía más fuerza que el Gobierno actual, y aún así terminó mal. Entonces ¿por qué habría de terminar bien esta vez? – ¿Cuál es el fundamento por el cual todos los planes gradualistas en la Argentina están condenados al fracaso? – Veamos, en 1975 volamos por los aires con un déficit fiscal de 14% del PBI; en 1982 voló por los aires con 11% del PBI; en 1989, en la hiperinflación al fin de la presidencia de Raúl Alfonsín el plan colapsó con un rojo fiscal de 8% del PBI; y la convertibilidad a fines de 2001, principios de 2002 voló con 7% del PBI. Por tanto, con un desequilibrio fiscal como el que hoy tiene la Argentina que es a nivel nacional, más la posición de Letras del Banco Central, emergente de la compra de los dólares para financiar al Tesoro, se llega a 10 a 11% del PBI; ese, a la luz de la historia, es un número muy riesgoso. Y si se tiene presente que todas las crisis en la Argentina tuvieron un origen fiscal, ¿quién va a invertir con la situación actual de las finanzas públicas?, porque los potenciales inversores están esperando que colapse para comprar barato, nadie va a comprar caro, porque si viene la crisis recuperar la inversión será imposible. – ¿Qué debería tener un plan de estabilización para que sea exitoso en la Argentina? – Lo que el sector privado hace en materia de ahorro tiene que tener una contrapartida en la inversión productiva. Cuando se opta por un programa gradual lo que ocurre es que el ahorro sube lentamente, pero la inversión es un acto de shock. Veamos lo que pasa en la Argentina. Para sostener la relación deuda pública y PBI, del 59%, se requiere un superávit primario de 3% del PBI para hacer frente al pago de los intereses de cada año; pero las finanzas públicas registran un déficit primario de 4% del PBI; por lo que se requieren 7% del PBI para recuperar el equilibrio; por tanto nadie en su sao juicio va a invertir frente a la necesidad de ajuste fiscal que necesita hacer el Gobierno de turno, y menos con la tibieza con que lleva a cabo la política económica. Por eso, el aumento esperado en el PBI de este año, del orden de del 3% no es crecimiento, es rebote tras la caída del año anterior. Por tanto, la combinación de ignorancia y cobardía que representa el gradualismo determinará que no va a haber inversión genuina, sino fundamentalmente financiera. Hoy la inversión bruta interna, bien medida, esto es sin el efecto del atraso cambiario es del 16% del PBI; y en nuestros vecinos es del 23%, y aún así la economía no crece fuerte; no son Corea del Sur que, por ejemplo, invierte 35% del PBI, o China que llega al 40% del PBI. – Con esas restricciones, ¿usted estima que cierra el año con muchas debilidades? – Sin duda. Me parece que una de las debilidades fuertes en el modelo de Cambiemos es la política de reducción del déficit fiscal, porque es una luz naranja. Y me parece mucho más aterrador que hay gente que cree que se arregla esto dándole más impulso al gasto público. La visión de la Jefatura de Gabinete de Ministros, que es natural porque Marcos Peña es un político, es un ignorante en materia de análisis económico, y se nota, por eso margina a todos los que le hablan de la ecuación del Presupuesto. Eso es muy peligroso. Axel Kicillof, en los cuatro años como ministro de Economía, estimuló la demanda tremendamente; llevó el déficit fiscal a un nivel colosal; pero el PBI estaba en 2015 en el mismo nivel que en 2011, con algunas oscilaciones intermedias; y en términos por habitante cayó. Por tanto la pregunta es ¿por qué se cree que haciendo lo mismo va a obtener un resultado distinto? – ¿Usted lo dice por convicción ideológica, o porque se apoya en evidencias empíricas? – Está demostrado: Hace 70 años que se aplica la misma receta del desastre del keynesianismo y de ser el quinto país más rico del mundo a principios del siglo pasado se cayó al puesto 59; y si llega a estallar una nueva crisis vaya saber a dónde nos van a buscar. Eso ocurre porque el multiplicador keynesiano es una tontería que surge de una construcción matemática inválida: suponga que tiene un ingreso de 100 que destina 80 a consumo y 20 a inversión, de ahí surge que el PBI es 5 veces el nivel de inversión; por tanto hay quien cree que si se aumenta el gasto público en infraestructura a 40% el PBI se eleva a 200. Es decir hay gente que compró que se descubrió la multiplicación de los panes, pero eso está en el campo Divino, no en el de la economía. ¿Cuál es el problema? que si aumenta el gasto público, el Estado la plata la saca o del cobro de más impuestos al sector privado; ya sea presente explícitos, o implícitos con inflación porque emitió dinero; o con impuestos futuros, con deuda. Por tanto, va a provocar caída del consumo privado y no va a lograr nada en términos netos. Y además, los impuestos generan un daño, porque no son pagos voluntarios, por eso se llaman impuestos, porque se imponen a la sociedad. Y además, no sólo quita incentivos a la inversión, sino que también implican un avance sobre las voluntades individuales, porque le están poniendo las manos en el bolsillo. Y nadie puede gastar la plata mejor que uno mismo, por eso es utópico que el Estado va a gastar de manera más eficiente, eso se llama Estado de Bienestar, pero nadie puede gastar mejor el dinero de otro en otro, porque no aprecia cuánto cuesta ganarlo, es decir debería llamar el Estado del Malestar. Y además, la productividad en el sector público es menor que en el sector privado. – ¿El Estado debe ejercer algún rol regulador de la economía para evitar que el más fuerte domine al más débil? – Eso es falso. En una economía capitalista sólo se puede ser exitoso sirviendo a su prójimo. La única forma en la cual se puede prosperar es haciendo intercambios voluntarios, por tanto no tiene sentido que uno se quiera comer al más débil, porque sino revienta la división del trabajo y pasa a vivir peor. Esa es una de las grandes falacias del socialismo que arma un muñeco de paja para pegarle al capitalismo de modo incorrecto. Es lo mismo que ocurre con la teoría del derrame, porque si hubiese derrame lo hay para los dos lados, porque los intercambios ocurren para los dos lados, porque los intercambios de bienes y servicios son voluntarios. Es decir uno lleva al mercado algo pensando que va a ganar algo, y el otro lo va a hacer si gana algo, por tanto los dos mejoran. Y gracias a Dios, la gente es distinta, y eso permite la división del trabajo y la interacción y la cooperación social. Incluso en el caso de un monopolio, que llega a esa condición en un mercado competitivo, es un héroe!, y si se lo castiga en realidad estaría penando el proceso de crecimiento. Sólo hay un caso en que un agente se quedó con toda la economía y fue un fracaso en lo económico, en lo social, y en lo cultural, se llamó comunismo. Y lo más importante es que para imponerse lo hizo por la fuerza y costó más de 100 millones de vidas humanas. Y se cayó porque no puede hacer cálculo económico, eso lo derrumbó. Eso se llamó la imposibilidad del socialismo, definido por Ludwig von Mises, y luego mejorada por Jesús Huerta de Soto, mejoras intermedias de Friedrich von Hayek e Israel Kishner. Nunca se pudo imponer de modo voluntario. Si se toman las personas más ricas del siglo XX no son las mismas de hoy, porque cuando una empresa crece y crece empieza a perder la posibilidad de hacer el cálculo económico. – ¿Qué amenaza deja 2017 para el año entrante? – Me parece que la amenaza es que frente al desequilibrio fiscal que tenemos, enorme, el Poder Ejecutivo cree que esto se arregla creciendo, bajo una concepción keynesiana que sostiene que aumentando el gasto público va a hacer crecer tanto la actividad que el déficit de las finanzas públicas va a disminuir. Pero eso no lo sostienen ni siquiera los keynesianos más primitivos. Esa fue la mentira que le vendió Alfonso Prat-Gay a Marcos Peña. Frente a esa posición de desprecio por la economía rigurosa y de contención del Presupuesto, en un contexto en donde los EEUU empieza a subir la tasa de interés, esto es peligroso. Y lo que quiere hacer el Gobierno, obligando a desesterilizar dinero para que le compren Letras al Tesoro Nacional, como ocurrió con las compañías de seguros, y en el fondo financiar el exceso de gasto público, es equivalente a emitir. En mi barrio eso se llama amenaza potencial de inflación, porque se le va a descontrolar la emisión de la autoridad monetaria también. Me huele como muy arriesgado. – Y ¿Cómo oportunidad, tras haber ganado las elecciones de medio término? – Creo que el Gobierno está dilapidando una gran oportunidad. El mejor ejemplo es la reforma previsional, porque lo explicó mal y además la hizo incompleta; porque el sistema es un problema concreto, porque genera un déficit anual de 3% del PBI, y creciente en el tiempo. Por eso había que hacer un cambio de la fórmula que fue diseñada para que no tomara una inflación que era mentirosa; y se tornó explosiva, más aún porque semejante desequilibrio surgió de políticas del kirchnerismo que hizo que el régimen pasara de un superávit de 3% del PBI a un rojo del 3% del PBI con moratorias, para incorporar más de dos millones de jubilados sin aportes. ¿Cómo se arregla? Primero poniendo una fórmula que tiene que ver con de dónde sale la plata, que es el PBI por habitante. Segundo. El problema de la cantidad se arregla con dos elementos: a) extender la edad jubilatoria; y b) bajar el beneficio, lamentablemente es así. – ¿Extender la edad jubilatoria no agravaría el problema, porque demoraría el ingreso de los jóvenes al mercado, y por tanto no aumentaría la cantidad de aportantes? – No eso es falso. Es el fetichismo del trabajo. Eso está muy bien explicado en el libro "La economía en una lección", de Henry Hazlitt. Es como creen los movimientos de izquierda que reduciendo las horas de empleo habrá trabajo para todos, esto es un estupidez. Lo que genera trabajo es la inversión, por tanto si se crece se crearán puestos netos de empleo. Y se avanza hacia un mercado laboral desregulado, la expansión de la ocupación va a ser notable y caerá el desempleo Lo que se observa en este punto son las inconsistencias de meterle manos a los mercados. No por nada aquellos países con menos regulaciones del mercado laboral tienen tasa de desempleo más bajas. Y volviendo a la reforma previsional, lo que finalmente se hizo fue aprobar un parchecito, se ahorran $80.000 millones, que se destina a financiar la baja de impuestos parciales en las provincias; y le giran $40.000 millones al gobierno de María Eugenia Vidad, que luego se eleva a $60.000 millones. Por tanto lo que hizo el Gobierno es hacer el ajuste sobre los jubilados para financiar el proyecto político de Vidal y así consolidar el proceso de reelección. Por eso la reacción en la calle. Todo eso fue culpa de Marcos Peña. Había que haber capitalizado al Fondo de Garantía de Sustentabilidad, para proteger a los jubilados futuros. Lo que se hizo fue una hipocresía, sacarle plata a los jubilados para financiar un proyecto político. – ¿Qué debilidad le ve a la política económica para el inicio de 2018? – La mayor debilidad la veo en el aspecto fiscal, en un escenario donde las tasas de interés en los EEUU comienza a subir; veo que empieza a desacelerarse la tasa de expansión de la economía que demuestra que el crecimiento de 2017 fue un rebote y que no tenía nada de crecimiento; y también me parece peligroso el avance que está teniendo la política sobre el Banco Central, como quedó demostrado en la conferencia de prensa en la Casa Rosada convocada por el jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, junto a los ministros de Hacienda, Nicolás Dujovne, y de Finanzas, Luis Caputo, y que fuera "invitada" la autoridad monetaria, Federico Sturzenegger. – ¿Le gustó la foto de Sturzenegger en la Casa Rosada, al lado de Peña, Dujovne y Caputo, y que fuera el último que explicara la "calibración" de las metas de inflación de 2018 hacia adelante? – Para nada!, es una foto deplorable que significa el triunfo de la irracionalidad de los políticos sobre la buena economía, porque cada vez que eso se hizo se perjudicó al sector privado que es el que genera riqueza, siendo el segmento más vulnerable de la población el que sufre más duramente las consecuencias. Acá quiero decir que hay tres formas de estabilizar los precios de la economía: 1) utilizando el tipo de cambio como ancla, como ocurrió con la convertibilidad del 1 a 1; e incluso el propio Guillermo Calvo es partidario de usar ese instrumento, para empezar a acomodarse a los precios internacionales, y eso lleva a que rápidamente el valor del PBI en dólares corrientes y en PPP, esto a un tipo de cambio comparable con el poder de compra en cualquier país, converge rápidamente; 2) es a través del control de los agregados monetarios, donde los máximos defensores en la Argentina son los economistas del CEMA; Diego Giacomini y yo, porque no creemos en controlar los precios; y además creemos que fijar el tipo de cambio es riesgoso porque introduce perturbaciones que impactan sobre la cantidad de dinero, de modo que genera una recesión o un recalentamiento de la actividad; y 3) el que utiliza el Banco Central hoy que es el de metas de inflación, controlando las tasas de interés, para influir sobre las expectativas. Ahora, fijesé lo que pasaba hasta la semana pasada, el Banco Central tenía una meta de inflación de 10% para 2018, pero en el Presupuesto se fijó 15, 7%. Eso tiene dos problemas, el primero es que esa divergencia lleva a una recesión, para mi inducida por la Jefatura de Gabinete, por qué si la autoridad monetaria es exitosa en el logro de su meta, y el Tesoro ejecuta los gastos sobre la base de una pauta del 15,7%, es deriva en un monumental aumento del déficit fiscal. Y si todos estamos de acuerdo que una inflación baja es mejor que otra más alta, por qué voy a ir por el equilibrio con una inflación más alta como se decidió el último jueves. Además, esa descoordinación impacta negativamente sobre la actividad económica. Por eso mal con la elaboración del Presupuesto, como todo lo que sale de la Jefatura de Gabinete, espantoso. Y como si todo eso fuera poco, el esquema que eligió la autoridad monetaria, si los agentes no se coordinan con la meta de inflación que busca, sino con la del Presupuesto, van a terminar forzando a que el Banco Central emita más de lo que tenía previsto, para hacer las transacciones, con lo que terminará convalidando un nivel de precios más alto. – Es cierto que el Banco Central ha fracasado repetidamente con el cumplimiento de la meta de inflación, pero fue exitoso en el sendero de desinflación: pasó de 40% en 2016 a 25% en 2017 y se proyectaba 16% a 17% para el año próximo… – Reconozco que el sendero de inflación es cada vez menor. Es más, considero que Federico Sturzenegger es el mejor presidente del Banco Central de la historia argentina, porque evitó una hiperinflación. Cuando asumió se encontró con muy poquitos dólares, y un sobrante monetario equivalente a 4% 0 5% del PBI. Eso pasó en 1959 y en 1975 y en los dos casos la inflación se sextuplicó, en el primer caso del 20% a 120% anual, y en el segundo del 30% a 180%. De ahí que si Alejandro Vanoli se fue con una expansión monetaria del 47, 5% anual y a eso le agrega el efecto de las operaciones abiertas de venta de dólares a futuro que la llevaba al 80%, llevaba a una inflación del 480%, y le suma el efecto de la caída del PBI, hubiese superado el 500%. Eso lo impidió Sturzenegger, y con ello evitó un desastre social, con la colocación de las Lebac. Pero a partir de octubre de 2016 cambió el esquema de la política monetaria, porque dejó controlar los agregados cuando ve que la tasa de inflación está cayendo y pasa a un esquema de metas de inflación, con fijación de la tasa de interés. Eso hace que después se equivoque, porque emitió de más. Y como si eso fuera poco, se agrega el accionar del Jefe de Gabinete que echó a Carlos Melconian de la presidencia del Banco Nación, por hacer bien su trabajo, y puso al frente a un economista keynesiano, como Javier González Fraga. ¿Qué hizo? Cuando asumió tenía en cartera Lebac por $150.000 millones, y si la cantidad de dinero aumentó debería tener $200 mil millones, pero la redujo a $100 mil millones, es decir le desesterilizaba la cantidad de dinero al Banco Central, para usar los pesos con fines electorales, y explica entre 6% a 7% de la inflación de 2017 se originó en ese efecto. Por eso luego se enfría la actividad, y el ministro coordinador, Mario Quintana, culpó por eso al presidente de Banco Central. Si yo dijera voy a determinar el precio de las bananas en el mercado de los autos en una economía monetaria, usted me diría cómo se le va a ocurrir semejante cosa. Determinar la tasa de interés en el mercado monetario es equivalente a eso, porque es un mecanismo de coordinación intertemporal, que permite pasar consumo del presente al futuro y viceversa; o pasar producción del presente al futuro, o viceversa. Es decir, la tasa de interés viene determinada por la interacción entre ahorro e inversión; y en el mercado monetario establece el poder adquisitivo del dinero, es decir va a subir el precio y si la sube sistemáticamente va a tener más inflación. Es así como funcionan. – Pero si al Gobierno le preocupa la tasa de interés alta, como lo manifestó, ¿qué debería haber hecho? – Si le molesta la tasa de interés alta tendría que fijarse por qué el ahorro es bajo en la economía. El ahorro es bajo en la Argentina, básicamente, porque el que desahorra es el sector público. Por tanto no hay que mirarlo a Sturzenegger, sino a Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, porque son ellos los que diseñan la política fiscal expansiva, que implica desahorro y altas tasas de interés. Por eso estoy en desacuerdo en tocar la tasa, porque implica cambiar un precio relativo de la economía. Métase con mi vieja, pero no con los precios que son sagrados, por eso no adhiero a ese mecanismo, porque está mal. Y, si como nosotros y el CEMA quiere, se regulara la cantidad de dinero, la tasa de interés sería más alta, y ahí no se le podría echar la culpa al Banco Central, la culpa sería de quien desahorra, es decir el sector público. Si usted quitara del ahorro que hay en la economía el desahorro del Gobierno, y que el gasto público representa casi la mitad de la economía, el sector privado argentino ahorra el 50%, por tanto la tasa de ahorro privado es enorme. Por eso, con el desahorro del sector público, hay poca inversión, poca acumulación de capital y se crece menos. – Con ese cuadro, ¿qué amenazas plantea el 2018? – Las amenazas son que suba la tasa de interés en el mundo, y por ende se restrinja el financiamiento. Me parece extremadamente peligroso las embestidas explícitas contra el Banco Central, porque si se alinean los planetas hacia la suba de la tasa de interés internacionales, con la desaceleración de la tasa de actividad y el aumento del déficit fiscal en la Argentina, y además se lo quiera financiar con emisión monetaria, la bomba de la hiperinflación está escondida en el stock de Lebac, es decir con esas ideas irresponsables no se podría descartar un escenario de crisis. Es decir, veo que la política monetaria pende del hilo de lo que ocurra en el plano internacional, es una locura. Esto demuestra que se está en una situación tremendamente frágil que lo refleja el déficit de las cuentas externas, el cual ocurre porque el equilibrio entre ahorro e inversión da una tasa más alta que la que hay en el mundo, por eso entran fondos, y no es porque se está invirtiendo mucho, sino gastando en exceso en el sector público; y es lo que determina la entrada de dólares para financiamiento. Es contable. ¿Qué puede pasar? que si cae la demanda de dinero, los agentes no van a comprar más Lebac, van a desesterilizar el dinero para comprar dólares, con lo cual puede llevar a un problema serio. En definitiva, lo que veo es que somos el Titanic, camino al iceberg. Lo veo a Marcos Peña gritando, dale, dale, acelerá que lo rompemos todo y vamos a aumentar la producción de cubitos. Pero la experiencia dice que en 1975; 1982, en el 89 y en 2001/2002 lo que se hundió fue el Titanic, no el iceberg. Quizás, para el jefe de gabinete de ministros, Cambiemos va a lograr que se hunda el iceberg. En realidad tengo mis dudas, es una empresa muy riesgosa en la cual están metidos más de 44 millones de argentinos; y los únicos que siempre tienen botes son los políticos.

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