La Argentina es una sucesión de hechos conmocionantes que pasan demasiado rápido. La mayoría de las veces, olvidamos sus detalles. Sólo en los últimos meses del año murió Santiago Maldonado, desapareció un submarino en las profundidades del Atlántico Sur, De Vido fue preso, a Cristina Kirchner le pidieron la detención y se aprobó una reforma jubilatoria en medio de un ataque organizado que buscó consecuentemente que el Congreso dejara de sesionar. En otros países, todo eso junto quizá podría suceder en una década. En el caso Maldonado, un grupo de abogados comandados por una fiscalía que respondía a la procuradora Gils Carbó, presentó dos testigos para imponer una "desaparición forzada" del artesano. Tanto Matías Santana -el mapuche que dijo usar "binoculares"- como un joven llamado en los escritos Testigo E, afirmaban haber visto cómo a Santiago se lo llevaban los gendarmes. Ambos hicieron relatos parecidos con camionetas, vehículos unimog y veloces salidas hacia la ruta que, supimos luego, sólo existieron en su imaginación. Maldonado nunca salió del río donde se metió para intentar escapar de los gendarmes que lo perseguían tras el corte de una ruta y murió ahogado. El detalle: los falsos testimonios que alentaron durante casi tres meses una especulación política. ¿Llegará la ley penal para los ideólogos que sembraron las pistas falsas durante la última operación contra el Gobierno que comandó Gils Carbó antes de renunciar? El Testigo E, una revelación de Clarín, siempre supo que Santiago había quedado en el río. Lo supieron también los miembros de la comunidad mapuche que primero lo buscaron por su cuenta y luego obstaculizaron la tarea de buzos, peritos y bomberos para estirar la conmoción pública, mientras Cristina iba a misa con una foto de Maldonado en el regazo. ¿Alguno de ellos les pedirá perdón a los millones de argentinos que preguntaban dónde estaba Santiago Maldonado ignorando los detalles que ellos conocían y silenciaban? Cuando se cumplió un mes de su desaparición, hubo una marcha multitudinaria en el centro porteño. Uno de los manifestantes era el ex líder de Quebracho, Fernando Esteche, que mientras caminaba resultó atacado por otros miembros de esa agrupación, ex compañeros suyos. Lo apuñalaron con facas tumberas -las fotos del ataque fueron otra primicia de Clarín- y casi lo matan. Esteche denunció a sus agresores en la justicia de La Plata, donde vive, que tras un tiempo de modorra la pasó a la justicia porteña. Los denunciados nunca fueron citados a declarar. ¿Estuvieron junto a los militantes de Quebracho que atacaron a pedradas la sesión del Congreso el lunes pasado? Otro detalle: el ex candidato a diputado que tiraba con un mortero improvisado está prófugo desde ese día. ¿Dónde lo están buscando? ¿Cuántos escondites tiene para mantenerse prófugo cuánto tiempo más? Los detalles de la tragedia del submarino pusieron en crisis a la cúpula de la Armada que, a pesar de informar diariamente sobre la situación de búsqueda, siempre dejó flotando una sensación de cosa oculta, de no te miento pero tampoco te digo toda la verdad. Cuarenta y cuatro familias desgarradas, que acaban de pasar la peor Navidad de sus vidas, merecen saber por qué pasó lo que pasó. Último detalle. De Vido fue preso después de que el Congreso le quitara los fueros tras un fallo de la Cámara Federal que ratificó el pedido de un juez para encarcelarlo. Idéntico camino siguió el pedido de prisión para Cristina Kirchner, pero el Senado ni mosqueó. ¿Y el principio de igualdad ante la ley? A veces los detalles son cuestiones de fondo.
El valor de los detalles en los grandes casos
¿Qué pasará con los testigos falsos del caso Maldonado? ¿Y con el prófugo del mortero por el ataque al Congreso?