El desafío más severo que tiene Cambiemos en los lugares más humildes del conurbano de la provincia de Buenos Aires es intentar ganar elecciones sin hacer clientelismo. A esta altura, el equipo de Alicia Kirchner repartía por los barrios televisores LED, heladeras y lavarropas. Era la manera más sencilla de saldar la brecha social, un Estado muy presente que llegaba al barrio como si fuera Papá Noel. Ni había que tomarse un colectivo. Venía la época de campaña y empezaban a llegar los camiones desde donde bajaban los regalos para grandes y chicos, los émulos de la máquina de coser y la bicicleta que hacía llegar la Fundación Eva Perón. Ahora nadie lo hace. Claro, se trata de un gobierno "gorila, de ricos y para ricos". Para colmo, los bolsones de comida y los elementos de construcción se distribuyen a través de las organizaciones sociales, y los candidatos del oficialismo se tienen que pelear con los funcionarios para lograr migajas. Ni qué decir de los trabajadores de las cooperativas, que cobran mensualmente para desarrollar tareas específicas en sus distritos. La mayoría de ellos, como es lógico, dedican sus horas de trabajo a hacer campaña por los candidatos de su partido que, por supuesto, son opositores al Gobierno. En 25 años, estamos en presencia de la primera campaña donde el oficialismo no apela a a prácticas clientelares en las elecciones, algo que es bueno o malo, según desde donde se lo mire. Para la gente de los barrios no es nada fácil adaptarse a semejante cambio. Se sienten frente a un gobierno insensible. Esperaban tener más, y tienen menos. ¿Menos planes sociales? ¿Menos alimentos? ¿Menos seguridad? ¿Menos escuelas? ¿Menos salud? Nada de eso tienen menos. Sí tienen más aumentos en cuestiones que durante los años K estuvieron congeladas, como el transporte y los peajes, y los servicios de luz y agua, pero los que están conectados legalmente y tienen cloacas, son una minoría. ¿Tienen menos changas? Tampoco. El rubro de la construcción pública y privada aumentó a niveles récords y hay más demanda que oferta de trabajo, así que todo aquel que quiera hacerse una changuita, lo logra. Sí aumentó la garrafa, y si hace mucho frío no les alcanza la garrafa social para todo el mes. ¿Tienen menos empleo? Si trabajan en fábricas textiles o de calzados sí, porque hubo gran cantidad de despidos, pero es fácil percibir que los comercios del conurbano están al tope de trabajo, las remiserías y fletes trabajan como en los mejores tiempos y también los almacenes, panaderías, boliches varios. LEER MÁS: En el tramo final de la campaña, Macri ordenó a su gabinete jugar a fondo Así y todo el ánimo que domina es el de decepción. Esperaban de Cambiemos un Papá Noel todavía más generoso que el anterior. Durante un año esperaron, y nada. Y cuando vino el tiempo de las elecciones los únicos camiones que llegaron son los de los obradores de plantas cloacales y rutas, pero poco y nada que los haga sentirse un poco más felices aquí y ahora. Tampoco para los candidatos oficialistas es fácil capitalizar las obras que el gobierno de la Provincia y el de la Nación hacen en distritos gobernados por el kirchnerismo. Al intendente le alcanza con poner un cartel para "apropiarse" de la obra. No está bien visto en Cambiemos poner cartelería, instrumento de comunicación que se lo considera del "siglo XX". Así que hay que aguzar la creatividad. Es el caso del candidato a concejal Evert Van Tooren, que ideó el ObraBus, un colectivo ploteado que pone a disposición de los vecinos para hacer un recorrido de dos horas y media con paradas por las 13 obras que Provincia y Nación realizan en el distrito de Esteban Echeverría, viviendas, ensanches de rutas, puestas en valor de un hogar escuela, red cloacal, remodelación de un hospital. Infobae participó del recorrido que se hizo ayer sábado por la mañana, compartiendo la experiencia con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el ministro de Obras Públicas bonaerense, Roberto Gigante, y varios vecinos de distintos barrios del populoso municipio, además de Van Tooren. En el colectivo esta cronista conversó con Gustavo y su esposa Edith, dueños de una pequeña empresa contratista, vecinos de Luis Guillón. Gente de trabajo, era la primera vez que estaban cerca del candidato, a quien ya votaron a intendente en el 2015, cuando perdió. "Nosotros estamos muy bien, porque tenemos mucho trabajo y nos cuesta conseguir personal. Además, porque por primera vez se nos permite competir en trabajos grandes", dijeron. Muy orgullosos, contaron que "tenemos en nuestra casa los planos de Atucha, porque nos dejaron presentar en una licitación en la que salimos segundos, nos ganó Techint de buena ley, y la verdad es que aprendimos mucho" con esta compulsa. Algo similar contó Carmen, en un timbreo -quizás el primero del que un medio periodístico pudo ser testigo-, en una calle del barrio 9 de julio, al lado de una obra hídrica sobre un arroyo que ya provocó muchas inundaciones. "Hace 20 años que reclamo por esta obra y ahora la están haciendo, cómo no lo voy a votar", dijo a Infobae. En una feria "saladita" en el cruce de la calle Enrique Insúa y la avenida Oliver los ánimos fueron dispares, barrio 9 de Julio. Desde una señora que cruzó el grupo diciendo"a mí los políticos no me interesa ninguno, son todos unos ladrones", hasta un comerciante que habló muy amable pero cuando un cliente le preguntó de quién se trataba dijo que "no sé de qué partido es, yo saludo a todos", hasta otro que le aseguró al candidato que "yo te voto de nuevo, Evert" y una señora en ese mismo puesto que pidió "más asfalto y más trabajo" una y otra vez, como para que nadie se olvide. En lugar de regalos, Cambiemos lleva a los barrios capacitaciones. Lo confesó el ex subsecretario de Asuntos Electorales, Ezequiel Fernández Langan, hoy número 12 en la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Forma parte del pelotón de candidatos que recorre diariamente los distritos de la primera y tercera sección donde realiza tres actividades, un timbreo en un barrio, un mano a mano en la casa de algún vecino y una capacitación para fiscales en un club, una cooperativa o un local partidario. Cambiemos debería sacar en la provincia de Buenos Aires 31 o 32 % para que él pueda ingresar en la Cámara de Diputados, lo que -en principio- parece asegurado. Sin embargo, es bastante menos de lo que imaginaban unos meses atrás, cuando esperaban llegar fácilmente al 37 o 38%, con lo que podrían ingresar 15 o 16 diputados. El jefe de Gabinete de la gobernadora María Eugenia Vidal, Federico Salvai, dijo en el almuerzo de candidatos a concejales al que el presidente Mauricio Macri invitó el jueves pasado, que Cambiemos está perdiendo las PASO por un punto, 32 a 31, que no bajará de eso, y que espera poder subirlo hasta el día de la elección, aunque no mucho. La apuesta es hacia octubre. Habrá que ver qué pasa, finalmente. Arranca la última semana del primer desafío electoral de Cambiemos en el Gobierno. Hace dos años muy pocos imaginaban que podían ganar la Nación y la Provincia. Tampoco ahora son muchos los que creen que pueda repetirse ese milagro.
¿Se puede ganar una elección sin hacer clientelismo? Cambiemos está por descubrirlo
Por primera vez en décadas, estamos en presencia de la primera campaña donde el oficialismo no apela a a prácticas clientelares para ganar votos, una apuesta muy arriesgada para enfrentar al kirchnerismo en los distritos del conurbano