Sociedad

El nuevo paisaje de Villa Mascardi: colchones para los mapuches, un asado anti toma y turistas precavidos

Cómo cambió la zona desde la ocupación y la muerte de Rafael Nahuel. Recorrida de Clarín.

A medida que pasan los días el predio ocupado por la comunidad Lof Lafken Winkul Mapu en Mascardi, a 35 kilómetros de Bariloche, va creciendo en “cuerpo” y fama. El espacio se ha convertido en una extraña pieza de atracción turística y también en un punto de confluencia para quienes apoyan causas muy diversas. Aquí coinciden admiradores del mundo indígena, militantes de izquierda, anarquistas y ecologistas, entre muchos otros. Mientras tanto aun no hay noticias de cuándo el juez Gustavo Villanueva ingresará al área de montaña, en la que falleció el joven Rafael Nahuel el sábado pasado, para dar curso a la investigación correspondiente. Ayer este diario fue testigo de los numerosos automóviles que ingresan constantemente al lugar cargados con colchones y víveres para los ocupantes. Incluso se observó camioneta con patente chilena que estuvo estacionada por espacio de horas junto a la tranquera de ingreso. Si hace dos semanas hacían el “aguante” solo cinco o seis militantes en el sector bajo de Mascardi, hoy hay por lo menos cuatro o cinco familias completas junto a las fogatas con niños a los que se les escucha jugar. Los propios policías federales dicen que un ingreso forzoso sería delicado porque los menores han quedado en la primera línea del territorio. Pero en los alrededores también comienzan a sumarse militantes anti ocupación. Este diario encontró un grupo de alrededor de ocho adultos varones, pelo corto, formales y cuerpo trabajado, haciendo un asado a 80 metros del predio tomado por los indígenas. Estaban en plena asado, pero la verdad es que durante todo su paseo se los notó haciendo labores de vigilancia. Cuando este cronista quiso preguntarles un dato fue “expulsado” por uno de ellos, que oficiaba de líder: “¿Si, que querés?”, preguntó en tono amenazante. “Acá no hay nadie, somos turistas, andate, dale”, inquirió la figura ahuyentando a la prensa de un sector público y libre acceso. Por turnos, los “turistas” caminaban hacia la entrada del sector donde están los mapuches y, todo indica, tomaban apuntes mentales del escenario. Horas después este mismo hombre y su gente vociferaba furioso contra indígenas e izquierdistas en el Centro Cívico de la ciudad donde coincidieron con una marcha convocada por ATE y CTA y otra Pro Prefectura Naval Argentina. A unos 150 metros del predio permanecen apostados unos 40 efectivos de la Policía Federal. Reconocen que por las noches se sienten atemorizados de que desde los cerros que tienen justo encima de sus cabezas les lleguen piedrazos que no puedan esquivar. “Estamos desguarnecidos acá, listos para recibir”, dice uno de ellos que controla el paso de los vehículos. Los vecinos de Mascardi aseguran que por las noches se observan fogatas que encienden los numerosos jóvenes que van arriba durante el día. “¡Hay un quilombo allá arriba! No sé si serán mapuches, pero se escucha mucho ruido, hay mucha gente y fogatas por todos lados”, cuenta un vecino que no quiere que trascienda su identidad. “A estos pibes los traen en vehículos particulares, van viniendo de a tres, cuatro y suben”, cuenta otro. Hasta hace unos días, cualquier persona podía encarar por la huella que conduce al predio tomado y pedir hablar con alguno de los voceros. Este período de tolerancia se esfumó el martes cuando el juez Villanueva ordenó y de casi inmediato suspendió un operativo con unos 20 agentes de la Policía Federal que estuvieron a pocos metros de ingresar armados, con escudos, escopetas antidisturbios y escudos. Desde entonces los mapuches ahuyentan bajo insultos y amenazas de lanzar piedras a quienes se atreven a aproximarse. Ayer el fotógrafo de este diario fue amenazado solo por caminar afuera del predio que pertenece a Parques Nacionales. Cruzando este terreno se encuentra en línea recta una de las zonas de picnic del lago Gutiérrez a la que asisten cientos de personas cada día para descansar sobre todo en estos días en que hubo temperaturas con picos de 30 grados. “¿Y. . . hay despelote o no hay despelote?”, pregunta un visitante que anda con su pareja paseando a la orilla del lago. Vino a pasar la tarde pero también a “ver qué onda”. A metros una familia hace asado con sus hijos y un perro. Resulta una paradoja que el sábado, a 100 metros de esta área, efectivos de Albatros protagonizó, de acuerdo a la versión oficial, un violento enfrentamiento con mapuches radicalizados. Y murió un joven de 22 años.

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