Seguridad

Errores que no pasan un examen

Allegados al Cuerpo Médico Forense, referencia en medicina legal, consideran el trabajo de los gendarmes como una muestra de incompetencia, inexperiencia o manipulación política. Y aseguran que los miembros del cuerpo esperan la demanda para poder contestarla con argumentos realmente científicos.

Allegados al Cuerpo Médico Forense fueron drásticos: “Sólo la ignorancia o la manipulación pueden haber estado detrás del informe que entregó la Gendarmería sobre la muerte de Alberto Nisman”. Según la mirada de cuatro profesionales, que conocen al detalle lo que se hace en la morgue y en el CMF, los errores del informe de Gendarmería son tan elementales “que harían naufragar a un alumno de la cátedra de medicina legal”. Se confunde un derrame biliar con un golpe en el hígado, hay una lesión post-mortem que proviene de los propios dientes de Nisman y que la informan como un golpe debajo del labio. Y, “el colmo, señalan una fractura de nariz cuando no hay ni un hematoma. ¿Usted vio cómo le queda morada la nariz cuando recibe un tremendo golpe ahí? Lo concreto es que confundieron una radiografía en la que se seccionó un poco oblicua la nariz con una fractura”. “El pool de vísceras (muestras de distintos órganos), no se pasó por uno sino por dos cromatógrafos –señalaron los especialistas consultados por este diario– y la ketamina hubiera sido detectada porque es fácil de detectar. El cromatógrafo de la Gendarmería seguramente está contaminado. Fíjese que no encontraron ketamina ni en la orina, ni en la sangre, ni en el humor vítreo, ni metabolizada. Un disparate. Y encima de ahí sacaron la conclusión de que lo durmieron con ketamina, pese a que apenas se encontraron trazas. La ketamina es lo último que se hubiera usado para dormir a alguien. Encima se hubiera tenido que administrar con una inyección y Nisman no tenía rastros de haber sido inyectado”. El diagnóstico de los allegados al CMF parte de lo que para ellos es una certeza: la Gendarmería no tiene la menor experiencia en autopsias ni análisis de cuerpos. En cambio, en la morgue, el CMF hace más de tres mil autopsias por año: la de Santiago Maldonado, por ejemplo, fue la número 3087 de 2017. Dado que existe una denuncia por los resultados tan discrepantes, se dice que en el CMF están esperando ansiosos el contrapunto, documentación mediante. Como se sabe, la Gendarmería sostuvo en su informe de casi 400 páginas que a Nisman le pegaron una golpiza y luego lo durmieron con ketamina. El tema es decisivo para la hipótesis del homicidio que sostuvieron los gendarmes, porque de otra forma no podrían explicar por qué el fiscal no tiene ninguna lesión defensiva y no existió el menor revuelo en su departamento. No se encontró nada desordenado, ni siquiera en el baño que mide apenas dos por dos. O sea que la ketamina fue la forma de justificar que Nisman se dejó llevar dócilmente al baño y a la muerte. La sustancia química, consumida en boliches a los que el fiscal concurría, fue detectada en mínimas trazas, al punto que los gendarmes pusieron en la página 51 las siglas N/C, que significa “no cuantificable”. Dos páginas más adelante, admiten que la droga fue hallada en baja concentración, cercano al límite de detección, pese a lo cual concluyeron sin explicación alguna que los supuestos asesinos lograron que Nisman cayera en un estado de inconciencia llamado “anestesia disociativa”. Fuentes cercanas a la Gendarmería dieron la siguiente explicación: “El CMF no encontró la ketamina porque no está en la biblioteca de su cromatógrafo”. Los allegados al CMF contestaron en varios planos. “El pool de vísceras de Nisman se pasó por dos cromatógrafos distintos y la ketamina por supuesto está en las bibliotecas que tiene el Cuerpo”. El cromatógrafo es un instrumento sofisticado que bombardea los tejidos y tiene una “biblioteca” de sustancias que “busca”, lo que significa que cuando las detecta produce oscilaciones, como si fuera un electrocardiograma. Ante esas oscilaciones, el operador y el toxicólogo marcan la sustancia. Las bibliotecas son paquetes que se compran en el exterior y que abarcan miles de sustancias que se buscan en un estudio toxicológico. Quienes conocen el funcionamiento del CMF le señalaron a este diario que los cromatógrafos de toxicología del Cuerpo tienen en su biblioteca la ketamina, que es una sustancia muy básica, fácil de detectar. Y además le aseguraron a PáginaI12 que se pasó por dos cromatógrafos, ambos comprados en los últimos años. “Todos los datos que se aportan llaman la atención –señalaron los allegados al CMF–. En primer lugar que se haya encontrado sólo en el hígado y en ningún otro órgano. Tampoco lo detectaron ni en la orina, ni en la sangre, ni en el humor vítreo (el ojo). A esto se agrega que dicen que lo hallaron sin metabolizar, algo imposible en el hígado. Nada de eso podrán explicarlo. Todo indica que tuvieron el aparato contaminado porque el trabajo que hacen ellos habitualmente en las causas judiciales es analizar si tal pastilla o cristal es de ketamina, éxtasis o lo que sea. Ellos analizan drogas en estado puro. ¿Cómo garantizan que el aparato no haya estado contaminado?” Sin embargo, los especialistas señalan dos contradicciones más. La primera es que resulta arbitrario decir que Nisman fue anestesiado ya que para eso se necesita una cantidad muy importante y apenas encontraron trazas en el hígado que no pudieron ni siquiera cuantificar. “Se sacó una conclusión sin ninguna base científica”, acotan. La segunda contradicción mencionada por los forenses que hablaron con este diario es que “lo último que se hubiera elegido para anestesiar a alguien para después matarlo es ketamina. Esa sustancia puede adormercer, pero también puede poner a una persona en estado inmanejable, violenta, eufórica y otras conductas. Todas son especulaciones falsas e incomprobables”. Los allegados recordaron que los gendarmes admitieron además que no saben cómo fue suministrada la ketamina. Para lograr un efecto tan fuerte tendría que haber sido inyectada, pero Nisman no tiene ningún vestigio de inyección. El otro elemento señalado por la Gendarmería son los golpes, en el hígado, debajo del labio, en una pierna y, sobre todo, la fractura de la nariz. Los gendarmes dicen que a Nisman le pegaron una paliza, lo dominaron a los golpes, luego lo durmieron con la ketamina y lo llevaron al baño –supuestamente dos sicarios– donde le pegaron un tiro. “Durante el proceso de descomposición –explicaron los forenses–, hay distintos órganos que pueden manchar la base del hígado. Uno es el colon. Pero en este caso, en el colon no había descomposición. En este caso fue un derrame biliar que se impregnó. Y la Gendarmería confundió eso con una hematoma. Es muy básico. Muestra que no hacen autopsias”. “La lesión debajo del labio es claramente post-mortem. Se llama impronta dentaria post-morten, reproduce el borde de los dientes. En las fotos de la autopsia se ve claramente que esas marcas son producto de la rigidez de los dientes que quedaron prácticamente incrustados en el labio inferior, como una mordida. Otra vez confunden eso, que es muy habitual, con un golpe”. Lo más serio desde el punto de vista criminalístico es que la Gendarmería informa que Nisman tiene fractura de nariz, o sea que recibió un golpe durísimo que lo dejó groggy para que le administren la ketamina. “Lo de la fractura de nariz es una afirmación sin fundamento alguno –señalaron los médicos que dialogaron con este diario–. Basta haber mirado el cuerpo y ahora las fotos para ver que no tiene ni una hematoma ni una marca de ningún tipo. Imagínese los rastros que deja una fractura. Los gendarmes confundieron una radiografía sacada con un leve chanfle, algo que es habitual, con una fractura. O hay inexperiencia o hay manipulación. Piense que todo eso fue observado por 16 forenses”. En el cuerpo de Nisman hay otras pequeñas lesiones. En una pierna por ejemplo, que ya tenía color verdoso, lo que significa que era un golpe de antigua data. También se confundió una mancha en el pulgar con un golpe. El autopsiante, Héctor Di Salvo, incluso abrió esa zona para demostrar que no había hematoma, es decir que no era un golpe. La forma en la que se calcula la data de muerte es a través de las transformaciones que experimenta el organismo: la temperatura corporal, la rigidez, las livideces. La autopsia se hizo a las ocho de la mañana del 19 de enero y hay que contar las horas hacia atrás. “La rigidez empieza tres horas después del deceso –explicaron los forenses–. Suele comenzar por la cabeza y termina en los pies. A las doce horas tiende a estar generalizada y a las 24 horas comienza a desaparecer. En las fotos de la autopsia se advierte la rigidez en varias zonas, como la cara y las manos. Hay otras rigideces que estaban y que no se advierten bien en las fotos. Eso demuestra que Nisman llevaba más de 12 horas fallecido y menos de 24. Por eso es que se dictaminó que murió en la mañana de aquel domingo”. “Pero, además, la temperatura es muy importante. Un cuerpo sin vida pierde un grado por hora en las primeras doce horas. Nisman tenía en el momento de la autopsia 28 grados, lo que significa que tenía ocho o nueve grados menos que los 36 o 37 que tiene un cuerpo. Si se cuenta que era verano, que fue en un baño, factores que elevan la temperatura, la conclusión es que murió durante el domingo. Nunca podría ser el sábado como quiso plantear la querella. Es más, objetaron que se le sacó el termómetro del recto antes de tiempo, pero si se lo hubiera dejado más, la temperatura que daba iba a ser todavía más alta”. El CMF es la referencia argentina e incluso internacional en materia de autopsias. Pero en el caso Nisman, además, intervinieron en una junta médica 16 forenses, incluyendo los designados por la querella encabezada por la ex pareja de Nisman, Sandra Arroyo Salgado. Ni uno solo señaló, por ejemplo, la existencia de una fractura de nariz. Es más, la autopsia consignó específicamente la inexistencia de lesión en el tabique nasal. Hubo trece forenses que diagnosticaron que no se percibió accionar homicida en la muerte del fiscal y establecieron que Nisman falleció en la mañana del domingo. Ahora hay una insólita causa por encubrimiento, en la que se acusa al CMF de haber tapado el supuesto asesinato del fiscal. Pero lo fundamental está en el expediente por la muerte de Nisman. El fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini, a cargo del caso, saben que el dictamen de Gendarmería no se sostiene firme, porque se basa en una especulación sobre ketamina, golpes y data de muerte sin base científica seria. Sin embargo, parecen tiempos poco propicios para desautorizar a la Gendarmería, hoy una fuerza clave para la Casa Rosada. Más todavía después del caso de Santiago Maldonado. En el CMF mantienen silencio, pero tienen todo listo para sostener, científicamente, que hubo “ignorancia o manipulación”.

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