–Mándenle champán a la doctora Carrió –dijo Julio De Vido. Las últimas palabras que el ex ministro de Planificación eligió decir en público antes de terminar preso por corrupción en la cárcel de Ezeiza tuvieron un único destinatario: Elisa Carrió. El hombre que manejó la obra pública durante 12 años apuntó contra la mujer que, desde 2003, lo acusa de ser “el cajero de Néstor Kirchner”. Dicho por la diputada, el gran coimero del Estado e integrante de una asociación ilícita que defraudó al Estado. El desafuero y la posterior detención del arquitecto santacruceño fue, para la líder del oficialismo, la culminación de una larga investigación que duró casi 15 años. Todo comenzó el 20 de enero de 2003, cuando después de un viaje de campaña por la Patagonia, Elisa Carrió decidió comenzar a investigar a Julio De Vido. Había llegado a Puerto Madryn en un auto con las diputadas Susana García, Elsa “Tata” Quiroz, y uno de sus hijos que tenía 8 años. En otro vehículo iban su vocero de aquella época, Matías Méndez, con Graciela Ocaña y su esposo. –No teníamos un peso para pagar un hotel, vivíamos de prestado –declaró ella. Fue entonces cuando un empresario pesquero, capitán de barco, Rubén Espinoza, se le acercó y le reveló detalles inédito del modelo K. “Cacho”, como lo conocían, les contó que cuando Néstor Kirchner pasaba por Chubut en campaña les decía que debían aportar a la causa y hablar con Julio De Vido y Claudio Uberti. Diez días después, cuando entraba a su casa, alguien le gritó, él se dio vuelta para saludar y lo mataron. –Nos regaló dos cajas de langostinos que comimos esa noche, no lo vi nunca más. A los 10 días lo asesinaron –testificó Lilita en el juicio por su muerte, que en 2015 quedó impune. Después de ese viaje, Carrió bautizó a De Vido como el “cajero” de Kirchner. Espinoza les había contado que había sido invitado a navegar en un yate por Tigre con De Vido y Claudio “Mono” Minnicelli. Ahí –dijo– le pidieron dinero para la campaña y hasta le dieron un esquema para hacer aportes pagando autos en una remisería. El día del pijama a rayas El apodo y las denuncias de la diputada, que ya en 2004 fue a la Justicia para acusar al todopoderoso ministro K, le valieron un contraataque judicial. El 20 de mayo de ese año, a pocos días del primer aniversario del Gobierno de Néstor Kirchner, De Vido pidió que Carrió vaya presa. El santacruceño fundamentó su pedido en Comodoro Py presentando una carpeta llena de recortes de diarios y revistas con declaraciones explosivas de Lilita. ─Bajo ninguna circunstancia me voy a rectificar de la verdad, cualquiera sea el precio que haya que pagar. Es preferible enfrentar el riesgo de una querella criminal a ser cómplice del silencio ─respondió Carrió. “Me tienen que salir a comprar un pijama a rayas”. Acostada en su cama en el departamento de Santa Fe y Paraná, principal búnker de sus investigaciones, Carrió les dio a sus colaboradores esa misión al ser notificada de la denuncia. No encontraron ninguno. Tampoco hizo falta. De Vido, por orden de Kirchner y ante el revuelo público, retiró la demanda. ─Del ridículo es del único lugar desde donde no se vuelve. Ahora me voy a devolver el camisón a rayas ─lo cruzó ella, que en realidad tenía listo uno celeste, de seda. Carrió usó el pedido del ministro K para lanzar ironías y compararse con María Julia Alsogaray. “Ella va a ser condenada por enriquecimiento ilícito y yo, por decir la verdad. En todo caso, preferiría ir con Giselle Rímolo", repetía. Maricel Etchecoin Moro es la presidente de la Coalición Cívica-ARI y empezó a militar con Lilita en el 2000, cuando tenía 22 años. Fue una de las que tuvo que salir a buscar el pijama a rayas. “Le pidieron la detención, dijeron loca, que no tenía los patitos en fila, dos personas que denunció le pusieron a una yegua su nombre (la bautizaron Karrio, lo que fue leído por la diputada como un mensaje mafioso) y bancamos cuanta opereta burda había”, dice. El miércoles, día en el que Julio De Vido fue preso, festejó: "Fue un dia de gloria para usar palabras de Carrió". Búnker “Lilito” Santa Fe esquina Paraná. Noveno piso. Elisa Carrió lee expedientes en su cama y fuma cigarrillos Marlboro, que siempre apaga por la mitad. Los pasillos están repletos de cajas y en el living comedor del departamento hay una sola computadora que sus asesores (en su mayoría sub-30) se intercambian para buscar información vinculada a los Kirchner. Otros, revisan papeles. Entre ellos, camina y mueve la cola el perro DonDon, mascota de los hijos de la diputada, que un día, en medio de una investigación, colapsa y vuelve a la vida tranquila del Chaco. La imagen es el resumen de cómo comenzó la primera denuncia contra Julio De Vido. Con los años y las nuevas presentaciones, los personajes, con excepción de Carrió, varían. Están: -Matías Méndez y Diego Villanueva, de su equipo de comunicación; -Maricel Etchecoin (legisladora bonaerense electa); -Fernando Sánchez (hoy diputado, que irá al Gabinete en diciembre); -Maxi Ferraro (hoy legislador); -Adrián Pérez (hoy funcionario de Nación); -Paula Oliveto (diputada electa); -Susana García (diputada mandato cumplido); -Fabiana Ríos (hoy ex gobernadora de Tierra del Fuego); -Héctor “Toty” Flores (diputado electo); -Elsa “Tata” Quiroz (diputada mandato cumplido); -Gustavo Gutiérrez (diputado mandato cumplido); -Mariana Stilman (abogada de Lilita); -Cristina de Hoyos (secretaria de Lilita); -Los hermano Reyes, Fernanda (que fue diputada) y Hernán (legislador electo); -Los Juanes, Juan López (electo diputado) y Juan Calandri (asesor). En algunas denuncias también se sumó Elisa Carca, Graciela Ocaña, Juan Carlos Morán, Mariana Zuvic, y Fernando Iglesias, entre otros. En ese departamento fue donde Fabiana Ríos, después electa gobernadora fueguina, llevó en 2002 las primeras sospechas sobre Julio De Vido, la obra pública y sobreprecios en las viviendas. El destino hizo que, al gobernar su provincia, fuera rehén de los fondos del superministro K. Al principio del Gobierno del ex mandatario de Santa Cruz, cuando el kirchnerismo acumulaba poder sin oposición, las investigaciones era casi artesanales. Se revisaban boletines oficiales y licitaciones. Se calculaban sobreprecios comparando costos de metros cuadrados en Río Gallegos y otras ciudades patagónicas. Se buscaban composiciones empresariales, directorios, y Carrió traía “datos de la calle” que había que corroborar. Así fue cómo se desentrañó lo que después denominaron matriz de corrupción K, al que luego denominó “patrimonialismo corrupto”. Un día apareció el nombre de Electroingeniería. En esa única computadora, se googleó la empresa. Tenía página. Era una casa de electricidad sin mayores pretensiones. A las 24 horas, Oliveto viajó a Córdoba para ver con sus propios ojos de qué se trataba. “Era una tienda chiquita frente a la cárcel”, dice. “Hacíamos un laburo chino”, resume la diputada electa, que cuando empezó a investigar la corrupción K con Carrió estaba embarazada de su primera hija, Camila, que hoy está próxima a cumplir 15. El auto de Adrián Pérez En la casa de Carrió y en el minúsculo despacho 708 del anexo de Diputados que supo ocupar durante varios años, se planificaron viajes al interior del país en busca de pruebas. La falta de recursos hacía que, a la hora de investigar, tomar un avión fuese algo impensado. Así, el auto, de cualquiera del equipo, fue la opción elegida. El “sauromóvil” fue uno de los más célebres vehículos del carrioismo. Y también una metáfora. “Era un Renault 21, modelo 96, que tenía yo. Andábamos en eso y me cargaban bastante. Porque mientras los tipos que nosotros denunciábamos andaban en avión privado, nosotros hacíamos la campaña en ese auto, que se nos quedaba”, cuenta Adrián Pérez, secretario de Asuntos Políticos e Institucionales del Ministerio del Interior. En un viaje al sur, el auto se quedó muerto en la ruta. Intentaron empujarlo para que arranque, pero no hubo caso. ─Este auto no lo aguanto más ─gritó Carrió, en medio de la ruta 3 y se bajó. “No se subió más”, dice Pérez que ese Renault 21 recorrió el país en busca de testimonio para las denuncias de corrupción contra el kirchnerismo. Pérez, que creció bajo el ala de Carrió, luego pasó por el massismo y ahora forma parte del Gobierno, cree que nada hubiera sido posible sin el ímpetu de la diputada porteña. “Había una cabeza en esas investigaciones: era Lilita. La estratega. Nosotros trabajamos bajo el comando de una persona que vio lo que nadie estaba viendo: la corrupción y el autoritarismo”, explica. En 2005, cuando el Gobierno de los Kirchner estaba consolidado en el poder, Adrián Pérez viajo a Santa Cruz para recoger testimonios. Lo acompañó el vocero de Lilita, Matías Méndez. “Nadie quería hablar, todo el mundo tenía pánico”, recuerda Méndez. Completa Pérez: “En Río Gallegos, nosotros éramos mal vistos, muy poca gente que nos atendía. Hasta la oposición parecía comprada”. Sin embargo, hubo dos personas que los atendieron. Daniel Gatti, periodista que falleció en 2012 y autor de la primera biografía crítica de Néstor Kirchner, El amor del feudo (2003), fue uno de ellos. Mientras el kirchnerismo estaba en su apogeo nacional, el periodista que más los había criticado vivía en una casa que se caía a pedazos, en la que el lavarropas estaba en el living. “Había sido perseguido por investigar al kirchnerismo –dice Pérez–. Ahí vimos el cómo se manejaban con autoritarismo, con poder judicial, con oposición, con la prensa”. La otra persona que los recibió fue “El Angelito Negro”, cuyo nombre era Luis González, dirigente de ATE que fue el primero en aportar documentación sobre los desmanejos en Yacimientos Carboníferos Río Tercero (YCRT), una de las causas por las cuales quedó preso De Vido. “Gatti y el ‘Angelito Negro’ eran tipos muy valientes. Nuestra primera sensación era que iba a ser muy difícil investigar y denunciar”, resume el ex diputado. Ambos se sumaron después a las filas de la Coalición Cívica y fueron candidatos, pero sin éxito electoral alguno. “Sentimos la satisfacción de que se cierra un ciclo, que se termina la impunidad y que hay sanción para los tipos que robaron tanto. Es algo que en aquel momento parecía impensado”, cierra Pérez. Del 1, 8 a De Vido preso Maricel Etchecoin cuenta que en todos estos años, en la CC-ARI vivieron “demasiados momentos en soledad”. “Aún en los más difíciles –aclara– cuando había que poner la firma e ir a un tribunal, a la mesa de entradas, con o sin rédito político, lo hicimos, con más o menos votos”. Fernando Sánchez, mano derecha de Lilita en la Cámara de Diputados, pone un ejemplo. “Me acuerdo el día que fuimos a Comodoro Py, en 2008, llenos de cajas, llevamos la denuncia por asociación ilícita y se nos reían mucho. ‘No tienen pruebas’, nos decían”. En YouTube hay un video de ese día. Dura 6 minutos y 38 segundos. Soledad fue algo que sintieron en 2004, cuando después de un año de investigación, presentaron el primer informe sobre la cartelización de la obra pública, puntapié de la primera denuncias contra De Vido. “No vino casi ningún medio”, acota Oliveto. Soledad también sintieron en 2011, cuando Carrió sacó el 1, 8% de los votos en la elección presidencial en la que Cristina Fernández de Kirchner aplastó al resto de los candidato con un 54% de los votos. Juan López, diputado electo por la Ciudad, comenzaba a forjar su carrera política en el Congreso por esos días. “Después del 1, 8 se fue todo el mundo. Lilita vuelve a su oficina que tenía en el 97’, la que tenía en el anexo y en febrero ocurre la tragedia de Once”. –Tenemos que pedir el juicio político a De Vido por Once –pidió Carrió. “Me tocó ir a convencer a los diputados para que firmen, ella volvía a empezar de cero. Fue un juicio político al que casi nadie le dio bola en la Cámara”, explica. En la actualidad, Julio De Vido está siendo juzgado por estrago culposo agravado y administración fraudulenta por el Tribunal Oral Federal Nº 4 por el accidente que dejó 52 muertos y cientos de heridos. Once fue uno de los argumentos que esgrimió Carrió para pedir el desafuero por "inhabilidad moral" de Julio De Vido de la Cámara de Diputados el 26 de junio pasado. Hubo 95 diputados que en esa oportunidad lo salvaron. No tuvo la misma suerte el miércoles, cuando por 176 votos a favor y una abstención (y sin discursos de apoyo del bloque K, que pegó el faltazo), quedo desaforado y fue encarcelado en dos causas de corrupción ante la posibilidad de obstruir la investigación. Los diputados de Cambiemos celebraron con Carrió y Mario Negri le hizo un desagravio en el cierre de la sesión. Todos la felicitaron y ella respondió lanzando besos. Estaba conmocionada, no lo podía creer. ─No manden champán porque no tomo alcohol ─le contestó a De Vido sus últimas palabras ante de ir a prisión. Casi 15 años después.
Elisa Carrió contra Julio De Vido: la trastienda de la investigación de corrupción que duró casi 15 años
La empezó Lilita con un grupo de colaboradores tras un viaje de campaña en 2003.