Política

Bonadio decide a fines de noviembre si procesa a Cristina por el pacto con Irán que "nadie redactó"

Ninguno de los 15 indagados, entre ellos la ex presidenta, se hizo responsable de la redacción del pacto con Irán, entre otras contradicciones.

Enojada y desconfiada de todo -hasta llevó su agua y pidió un vaso de bordes gruesos-, Cristina Kirchner cerró ayer el ciclo de indagatorias en la causa por la denuncia de Nisman y ninguno de los imputados supo informar quién redacto el pacto con Irán. “Parece que es un tratado internacional que cayó del cielo”, dijo una fuente judicial. La ex consejera legal de la cancillería Susana Ruiz Cerrutti, quien declaró como testigo, dijo que ella no intervino pese a que correspondía y el ex asesor del ministerio de Justicia y número dos de la AFI Juan Martín Mena negó haber si el autor del polémico tratado. El único dato concreto que quedó en la causa es que un secretario de Timerman al regresar de un viaje de Zurich, donde se habían reunido con diplomáticos iraníes, recibió un pen drime y la orden del entonces cancilller: “Imprime esto”. Esto era el texto del pacto que luego se firmó. En los tribunales de Comodoro Py corría ayer un chiste: “No se sabe quién construyó las pirámides de Egipto y el Machu Pichu, como tampoco quien redactó el pacto con Irán”. De las indagatorias de los imputados, que fueron a declarar en “modo no sabe, no contesta, debería procesarse al secretario privado de Timerman que lo imprimió y al traductor que lo tradujo al inglés”, comentó una fuente judicial con ironía. Por lo pronto, tanto el juez Bonadio como el fiscal Eduardo Taiano proyectan terminar la semana próxima las medidas de prueba y eventualmente tomarle indagatoria a “algún ex funcionario que quedó en la neblina”. Luego el magistrado se tomará entre “20 ó 30 días para redactar una resolución” que deberá tener un nivel internacional por la repercusión que tendrá. En los tribunales otra cosa que llamó la atención fueron las idas y venidas de la coartada de la ex presidenta. Cuando era senadora Cristina promovió el juicio contra Menem por encubrir la “pista siria” del atentado contra la AMIA. Su denuncia tomó vuelo cuando en el 2004 en el tribunal oral se comprobó que la SIDE de Menem había pagado 400 mil dólares a Carlos Telleldín, quien vendió la Trafic que se usó como coche bomba contra la AMIA en 1994, antes de declarar contra las policías bonaerenses que estaban acusados de haber entregado ese vehículo a los terroristas y luego fueron absueltos. La onda expansiva de esa denuncia llevó a la destitución, a través del Consejo de la Magistratura, del primer juez de la AMIA Juan José Galeano, quien denunció que -en realidad- fue echado porque había abierto la primera denuncia por enriquecimiento ilícito contra Néstor y Cristina Kirchner, que incluía el manejo irregular de los fondos de Santa Cruz. La ex presidenta nunca pensó que iba a terminar igual que Menem: acusada de encubrimiento del peor atentado terrorista que sufrió la Argentina en su historia. Ayer Menem estuvo sentado en el banquillo de los acusados en el juicio oral por el primer encubrimiento de la AMIA en el sótano de los tribunales de Comodoro Py, mientras Cristina estaba sentada en el cuarto piso del mismo edificio ante el juez Bonadio por el segundo encubrimiento. Coincidencias del destino. Desde la muerte violenta de Nisman en el 2013 Cristina hizo bloquear la denuncia del fiscal de la AMIA -un ex aliado de su esposo- en el juzgado de Rafecas y luego en la Cámara Nacional de Casación Penal con presiones de todos los colores. Ayer profundizó más el camino de su antecesor pero ella acusada de haber encubierto la “pista iraní”, es decir la acusación al gobierno de Irán de 1994 como supuesto autor intelectual del ataque de 1994 que dejó 85 muertos. El autor material fue un comando de la Jihad Islámica del Hezbollah del Líbano. En su defensa, usó expresiones al borde del delito de desacato como decir “Doctor Bonadio, de usted no espero Justicia”, aunque no lo insultó como habían adelantado en off sus voceros. Nuevamente, se victimizó y dijo que era parte de un plan de “hostigamiento” del gobierno de Macri. En la parte argumental le dijo al juez que “usted fue denunciado como parte de un complot” por el mismo Nisman. Ahora habló de complot aunque en junio afirmó que Nisman había acusado de Bonadio de “intento de asesinato” y cuando este cronista precisó el alcance de la denuncia del fiscal lanzó una serie de diatribas. También resulta más que llamativo que la propia Cristina ahora le diga a la Justicia que el memorándum con Irán “nunca entró en vigencia” porque no lo ratificó el paralmento iraní. Sin embargo, Timerman había afirmado en el 2013 en público lo contrario. Lo cierto es que Irán usó la firma de ese pacto para conseguir la flexibilización de hecho de las alertas rojas de interpol contra los cinco iraníes acusados de haber sido los autores intelectuales con un banner por escrito que habla del ese acuerdo internacional. Ante la negativa de Irán de extraditar a los cinco acusados el único recurso que tiene el estado argentino son las alertas y precisamente la gestión de Cristina las debilitó. No solo es sino que el ex ultrakirchnerista Luis D'Elía se reunió y habló constantemente durante las negociaciones por el pacto con el ex agregado cultural iraní en Buenos Aires, Moshé Rabbani, el principal autor intelectual del atentado según la justicia argentina. Es como si un dirigente del partido Demócrata se hubiese reunido con Bin Laden mientras Obama había dado la orden de matarlo por el ataque a las torres Gemelas del 2001. Ayer se completaron las indagatorias y ahora el juez a fines de noviembre, según “a donde lo lleve su pluma”, como diría Gabriel García Márquez, aunque basado en pruebas y no en ficción decidirá la suerte judicial de la ex presidenta en la causa que más le preocupa por la recupercusión internacional que tiene.

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