Argentina no gana. No mete un gol y no gana. Y nos hace sufrir de manera espantosa. La patria futbolera está golpeada, desilusionada. Podría decir que el hartazgo de partidos anteriores se convirtió en un profundo vacío que deja esa horrenda sensación de quedarse afuera del Mundial. Pero hay vida, y aunque parece mentira, la Selección tiene buenas chances de estar en Rusia 2018. El impacto del 0 a 0 contra Perú fue muy fuerte. De local y en la Bombonera, esa cancha donde se aseguraba un triunfo mítico y con un aliento de la gente que metería goles. Nada de eso pasó. La pelota no entró pese a tener buenas situaciones de gol, y los peruanos hicieron un trabajo muy serio para llevarse un punto a Lima. Pero esa frustración generalizada, y muy lógica, se choca contra la realidad de los números: GANANDO EN ECUADOR, LA ARGENTINA tiene grandes posibilidades de ir a Rusia. Si Argentina gana y Chile empata o pierde contra Brasil, vamos directo al Mundial. Lo mismo si ganamos y empatan Colombia y Perú, que gracias a Dios se tienen que enfrentar entre ellos y se van a sacar puntos (y los ojos). Incluso, a esta altura ir a un repechaje contra Nueva Zelanda (un rival supuestamente muy pero muy inferior) no estaría mal. Además, nos vamos a encontrar contra la realidad de un Ecuador ya eliminado y pensando en cómo rearmarse para Qatar 2022. Seguramente habrá incentivación. No hay que negarlo: existe. Pero a la Argentina le queda una sola bala y no puede fallar. El triunfo de Paraguay en Colombia nos devolvió a la vida. Yo (seguramente muchos de ustedes) estaba con las manos en la cabeza y todo el pelo revuelto. Destruido. Pero los paraguayos reventaron la tabla de posiciones y nos dejaron con buenas chances de clasificar al Mundial. Siempre y cuando ganemos. Y ahí está el principal problema. ¿Cómo hacemos para ganar? Metiendo un gol. ¿Cómo hacemos para meter un gol? No sé. El equipo juega bastante mal y le cuesta mucho crear situaciones claras de gol. Y cuando tiene la oportunidad no la mete. Ni Higuaín, ni Icardi ni Benedetto. Ni Messi. Tampoco Messi. Solo queda un partido. Uno. No hay más nada. Es Ecuador en la altura de Quito. Después, Rusia, Nueva Zelanda o la nada. En realidad, el dolor agudo del fracaso. Pero hoy prefiero confiar. Elijo confiar. Porque Argentina depende de sí misma. Tiene que ganar un partido. No puede ser que no podamos ganar un partido. Me niego a creer que no vayamos al Mundial. Jorge Sampaoli hasta aquí no demostró ninguna de las virtudes que lo consagraron DT del seleccionado. No solo no tuvo autoridad para exigirle a la AFA y los jugadores que estén el lunes en el predio de Ezeiza, sino que se la pasó probando y confundiendo a los jugadores. Y puso en cancha un equipo con apenas un entrenamiento. Podrían haber entrenado todos el lunes, ¿no? Podría haber elegido un equipo desde el martes y darle confianza y horas de entrenamiento, ¿no? El trabajo de Sampaoli viene siendo decepcionante. No solo Argentina no gana, que eso es lo peor de todo. Además el equipo por momentos se rompe en mil pedazos y juega mal. Se desordena, se desploma anímicamente y pierde las formas. Solamente le pedimos que gane un partido. Uno solo. En Ecuador. ¿Podrá ser tan difícil meter la pelota en el arco y ganar una vez?
Paraguay nos salvó la vida: Argentina decepciona pero tiene buenas chances de ir al Mundial
El agónico triunfo paraguayo en Colombia rompió la tabla de posiciones de la eliminatoria. Si ARGENTINA gana en Ecuador estará muy cerca de Rusia 2018.