Las grabaciones de las supuestas declaraciones de los arrepentidos en la causa de las Fotocopias de los Cuadernos no están en el juzgado donde reinaba Claudio Bonadio. Ahora su coequiper en la pata judicial de la persecución a kichneristas, el fiscal Carlos Stornelli, tiene 48 horas para contestar si él las tiene en su despacho. La ley del Arrepentido, importada por Mauricio Macri, establece que debe existir ese registro. Si no lo hicieron violaron incluso esa ley hecha a medida del lawfare. El plazo lo puso el juez Marcelo Martínez de Giorgi, que subroga el juzgado de Bonadio, luego de que la Cámara de Casación ordenara a su vez que entreguen ese material. Si existe, claro. La sospecha desde el inicio de esta causa fue que se direccionaron, guionaron y manipularon las declaraciones de los arrepentidos para apuntar a CFK y sus ex funcionarios. El documento que le pone el plazo a Stornelli tiene dos partes. En la primera, el secretario del juzgado 11 Pablo Martin Lioy le informa a Martínez de Giorgi que en los viejo pagos de Bonadio no tienen los registros de esas supuestas declaraciones. “De las constancias incorporadas al presente expediente no surge que se cuente con registros fílmicos o digitales de las declaraciones efectuadas por los imputados arrepentidos”, dice el escrito. En la segunda parte, el juez Martínez de Giorgi dice a Stornelli que “informe, con carácter de urgente y en el plazo de 48 horas, si cuenta con registro fílmicos, digitales u otro medio técnico en el cual se hayan registrado las declaraciones efectuadas por los imputados arrepentidos” en la farsa de las Fotocopias de los Cuadernos Fénix. La ley del Arrepentido fue el instrumento Made in USA que importaron Macri y Patricia Bullrich con el único objetivo de apuntalar la persecución judicial a opositores. El artículo 6 es claro. Dice, textual: “Actos de colaboración. Registro. Las declaraciones que el imputado arrepentido efectuare en el marco del acuerdo de colaboración deberán registrarse a través de cualquier medio técnico idóneo que garantice su evaluación posterior”. Clarito. Y todo indica que no cumplieron con la ley. Bonadio y Stornelli no estuvieron solos. Los ahora retornados a sus puestos de origen Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi convalidaron que las supuestas declaraciones de los arrepentidos quedaran solo por escrito y no como dice la ley. Recién ahora la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal reclamó lo que dice la ley a partir de los continuos reclamos de los abogados defensores de varios de los procesados. Todo indica que Stornelli tampoco tiene esas grabaciones. Si las tuviera ya se las habría encontrado el operador Luis Majul en sus paseos por los bosques de Palermo o habrían llegado a manos de Nicolás Wiñazki, habitual vocero de Stornelli. Si el fiscal Stornelli confirma que no posee esas grabaciones solo queda consultar al Tribunal Oral Federal 7, que es quien debería llevar adelante el juicio oral de esta causa, si es que allí constan los registros que obliga la ley. Hay que recordar que esta causa se inició con unas fotocopias de unos cuadernos supuestamente escritos por el chofer Oscar Centeno. El supuesto autor de los cuadernos, prestó una declaración con lujo de detalles sobre direcciones, personas, bolsos, montos de dinero, y dijo que los cuadernos los tenia guardados en su casa. Cuando fueron a buscarlos junto con Stornelli no estaban. Probaron en otro domicilio y tampoco. Se acordó entonces que había quemado esos papeles, la prueba fundamental de todo su show. Que los atizó (la palabra que usó) por recomendación de un amigo. Eran cenizas. Pero cual Fénix y a 3 días de las elecciones de 2019, resurgieron y aparecieron en manos del auxiliar de fiscalía Cabot. No todos, claro, solo los que no apuntaban a ciertos empresarios. Difícil, ahora, reaparecer grabaciones si nunca se realizaron. En 48 horas se sabrá.
Ultimátum a Stornelli por la Causa Cuadernos: ¿se cae la causa?
Ordenaron a Stornelli que muestre en las próximas 48 horas las grabaciones de los arrepentidos. Sin ese registro, se caería la causa de los cuadernos del chofer Oscar Centeno.