Enfundados en un uniforme azul eléctrico, durante más de una década sus jornadas de trabajo empezaban o terminaban a las 3 AM, o a cualquier otro horario. Pero de la noche a la mañana se enteraron que la empresa que los había incorporado -primero LAN, después Latam- cesaba sus operaciones en el país. Y en tiempo récord adaptaron sus perfiles profesionales para dedicarse a lo que habían desarrollado como segundo oficio o hacer lo que siempre tuvieron como hobby. Hoy, más de 100 emprendimientos encarados por exempleados de esa línea aérea en la Argentina se agruparon en @manoslatam para mostrar que son capaces de tener vuelo propio. Pertenecían a todos los sectores: eran tripulantes de cabina, mecánicos, agentes de venta, empleados de tráfico, operadores en plataforma, ejecutivos comerciales, responsables de atención al pasajero y todos los demás roles que complementan la tarea de los comandantes. El abanico de talentos asombra: diseñador de interiores; nutricionista; experto en tuneo de autos; tatuadora; artista plástica; profesora de italiano; maestra de yoga; fabricantes de lámparas, cosmética natural, velas, juguetes en madera, mates, accesorios para mascotas, remeras personalizadas y vinilos; artesano de muebles y objetos de decoración; emprendedor turístico; tejedora; masajista; elaborador de cervezas artesanales; vinotequero; maquilladora; creadora de piñatas mexicanas; armadores de bouquets; vendedores de lencería erótica y sex toys; fotógrafa de bebés; cocineros de postres en frasco, entrenador de fitness y más y más. En apenas una semana de actividad conjunta superaron el centenar de ideas en marcha, y cada día se suman más emprendedores entre los ex 1700 empleados. Los unen las ganas de arriesgarse, porque saben que les será muy difícil reinsertarse en la actividad en la que tanto expertise acumularon. Y decidieron sentirse más fuertes volando de la mano. Su pareja también es exempleado de Latam, con lo que el impacto en la economía familiar fue doble. Pero, además, ella desarrolló no una, sino dos vocaciones en paralelo con su carrera como tripulante de cabina. Y creó la cuenta que nuclea a sus hasta ahora compañeros como estandarte de esta crew emprendedora. "Por mi salud mental decidí no quedarme en la pantalla anterior y arrancar pronto con esta nueva etapa. Acostumbrada a que el despertador sonara a las 2 am, quedarme dibujando hasta las 6 de la mañana no iba a ser ningún esfuerzo", cuenta Virginia Costa, dueña de @greenburlesque, empresa de diseño y ejecución de parques y jardines. Trabajó 12 años en Latam, y se recibió en 2019 de paisajista. La desvinculación la llevó a volcarse de lleno a esa pasión verde, sin descuidar su otro talento, el de la escritura, que le permitió publicar ya su primer libro. Después de 10 años como tripulante de cabina, Sebastián Cappiello, su pareja, se bajó del avión y se subió a su camioneta para ser un "ejecutivo de la industria del miniflete". La cuarentena le permitió darse cuenta de que la caja de su vehículo podía ser su medio de vida. Aprendió sobre protocolos sanitarios en tiempos de Covid, rutas, modos de presupuestar y comenzó a ofrecer sus servicios en redes sociales. Tuvo que comprar una agenda porque se le superponían los pedidos en @fletes.seba. "Nos inculcaban -cuenta- que teníamos que ser responsables, prolijos, cumplidores. Ese profesionalismo y la disponibilidad mental a toda hora te ayuda a salir al ruedo". Como técnico aeronáutico, Juan Ignacio Konaszczuk, durante 13 años, trabajó en la pista de Aeroparque en el mantenimiento de las aeronaves de Latam. Pero, a la vez, cursó en un lustro la licenciatura en Nutrición. "Por mis horarios rotativos -confiesa- muchas veces iba a clase sin dormir, o trabajaba en franco para poder pedirme un compensatorio y estudiar. Salvo Aerolíneas, las compañías del sector no ofrecían seguridades y por eso siempre quise tener otra actividad". Usó como consultorio un ambiente de su departamento, luego se mudó a otro más cómodo, después alquiló por horas un espacio, más tarde armó una cuenta (@jknutricion) y ahora tiene su lugar propio de atención, con secretaria incluida. También da clases en la universidad y espera retomar los talleres de cocina que dictaba. "Lloré y me angustié, porque, si bien no tenés jefes y organizás tus horarios, los costos fijos son altos, no te podés enfermar, olvidate del aguinaldo y las vacaciones pagas. Eso no tenía solución, así que cancelé mi crédito hipotecario con el retiro voluntario y me tiré a la pileta. Miro todo -advierte- con otra mentalidad, para vivir mejor: trabajar menos, cursar el posgrado de Nutrición deportiva y disfrutar de la familia". Lejos de tanta previsión, Hernán Soto acaba de encender la llama de @fogonear: en cuarentena descubrió una redituable vocación alternativa a su trabajo durante 10 años como Coordinador de Operaciones en plataforma de Latam, en el Aeroparque metropolitano. "Siempre me gustaron las manualidades y tengo herramientas en mi tallercito de casa, en Tigre. En estos días de incertidumbre me puse a probar materiales y se me ocurrió hacer algo -se entusiasma- que no vi en el mercado: fogoneros artesanales de 15x15 cm, con metal y piedras, para balcones, terrazas, galerías e interiores. Funcionan con alcohol etílico, no dan olor, consumen poco y son antivuelco. Hice uno para mí, sin idea comercial, pero a mis amigos les encantó y vendí 30 en dos semanas, a $1800 cada uno". Lo llamaron de varios negocios porque su producto les parece original y bello, pero tendrá que buscar socio o empleado, porque quiere hacer otros modelos y en varios tamaños. "Pero -precisa- sin colapsar. Quiero cumplir". "Fue un baldazo de agua helada lo que pasó con Latam. Mi marido es bancario, pero tenemos tres hijos y alquilamos y yo espero reemplazar mi sueldo con nuestro emprendimiento, porque sé que no voy a conseguir un lugar en otra línea aérea. Él hacía como hobby vinilos decorativos y resolví armar una empresa familiar", dice María Guadalupe Rodríguez Soria, tras 17 años en la compañía. Ella trabajaba en Ezeiza y luego se mudaron a Neuquén, donde se desempeñaba en el sector de tráfico y reclamo de equipaje, en el aeropuerto provincial. Ahora se ocupa de los proveedores, las ventas, las redes sociales y el negocio digital de @vinylokos. "Fuera del diseño -asegura- hago todo". Otra que hace todo en su emprendimiento es Mariana Vannucci. Diseñadora gráfica, era la que, por amor al arte, decoraba durante una década las oficinas de Latam en el aeropuerto cordobés en cada fecha especial. "Estaba cara a cara con 600 personas por día en atención al pasajero. Eso te enseña a lidiar con situaciones difíciles y decodificar qué necesita tu interlocutor. Y, si bien no estaba preparada emocionalmente para este cambio tan repentino, decidí poner mi energía en algo gratificante y me lancé", relata. Ahora desde @imanginemos hace decoración para festejos con papeles, imanes y figuras en 3D (detectó que muchos le organizan el cumpleaños a sus mascotas) y también se percató de que muchos ex compañeros necesitan asesoramiento de imagen para sus negocios. "Les brindo un servicio de consultoría en comunicación, diseño gráfico, etiquetas, packaging, manejo de redes sociales, fotografías, logos, papelería y flyers. El boca a boca -explica- ya me trajo clientes por fuera de los ex Latam". Con un equipaje de ilusiones, despliegan sus alas, porque creen que tienen pasión y profesionalismo para ofrecer. Y porque sienten que aquel azul eléctrico de los uniformes tenía una fosforescencia que no se apaga.
Reconversión laboral. Exempleados de Latam se unen para volar como emprendedores
Enfundados en un uniforme azul eléctrico, durante más de una década sus jornadas de trabajo empezaban