El presidente Alberto Fernández decidió extender la cuarentena en base a datos que mostró, de los cuales surgiría que el aislamiento estaría teniendo éxito por la baja cantidad de infectados. El gran interrogante es: ¿de dónde salen los datos para mostrar el éxito logrado? Puesto en otras palabras, esos datos son como una encuesta y lo relevante de una encuesta es cuán amplia es la muestra (los testeos) y en qué lugares se hacen esos testeos. Francamente todo parece indicar que el mayor miedo es a pagar el costo político de no poder tener en condiciones los hospitales públicos por falta de infraestructura. Típica falla de un estado que asignó ineficientemente los recursos durante décadas, revoleando recursos en planes sociales y empleo público en vez de infraestructura hospitalaria. Pero yendo al tema central de la economía, llama la atención que el presidente haya dicho que no hay ninguna razón para que suban los precios cuando basta con mirar los datos del BCRA, tomando fin de febrero contra fin de marzo, y ver que la base monetaria aumentó el 33, 6%. En otras palabras, el Gobierno está inundando el mercado de billetes que no son riqueza. Son papeles pintados. Si aumenta la cantidad de billetes y disminuye la oferta de bienes y servicios por efecto de la cuarentena, es de manual que los precios van a subir o, mejor dicho, el peso se deprecia. El café tiene el mismo precio, los que no tienen el mismo precio son los billetes que emite el BCRA. Cada vez la gente les otorga menos valor a los billetes y el mismo valor al café. Ese es el dilema inflacionario que no parecen querer entender. La parálisis económica que genera la cuarentena tan extendida implica una muy fuerte caída de los ingresos tributarios, que ya se vieron en los datos de marzo y la caída va a ser más intensa en abril cuando el IVA devengado en marzo se pague en abril. En marzo, ingresó el IVA DGI de las ventas de febrero cuando todavía no estaba la cuarentena y dio una caída en términos reales de 30 puntos porcentuales. En abril se pagará el IVA DGI facturado en marzo, cuando ya entró en vigencia la cuarentena y el país quedó prácticamente paralizado. El déficit fiscal ya venía creciendo antes del coronavirus cuando se aumentó el gasto por más subsidios económicos (retraso de las tarifas de los servicios públicos) y subsidios como la tarjeta alimentaria. Eso disparó el gasto y aumentó el déficit fiscal. Ahora, con más gasto y caída vertical de la recaudación, la Casa de la Moneda funcionará a pleno siendo inevitable el impacto inflacionario. La realidad es que la crisis económica es muy fuerte y se pretende disimular con créditos que no tienen como contrapartida ahorro generado por la economía. Esos créditos que otorga el Estado, no son créditos, son lisa y llanamente emisión monetaria. Se hace como que se pagan los sueldos con “créditos”, pero en realidad son créditos “respaldados” por billetes. Se hace como que hubiese ahorro disponible para dar créditos. El Presidente afirmó que en este momento lo menos que le interesa es el nivel de gasto público. Mi sugerencia es que, dentro de los temas económicos, es lo que más le debería importarle, porque si la recaudación cae, no hay acceso al crédito externo y el crédito interno tiene una relación depósitos del sector privado/PBI menor al que tiene Burundi o Somalia (datos del Banco Mundial), si no lidera como presidente una baja del gasto público junto con los gobernadores e intendentes, lejos de estar apagándose un incendio se estará creando otro en el campo de la economía. Reformular el gasto estatal en los tres niveles de gobierno hoy es tan importante como cumplir con la cuarentena. Caso contrario, no habrá terminado de apagarse el incendio que genera la cuarentena que se le agregará una inflación desbocada.
El Gobierno no entiende que el sector privado también está en terapia intensiva
Están inundando el mercado de billetes que no son riqueza. Son papeles pintados