El Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, es la única cárcel militar de Venezuela y está ubicada en Los Teques del estado Miranda. Hay además dos anexos militares, uno en el Internado Judicial de Monagas o cárcel de La Pica y el otro en el Centro Penitenciario de Occidente (CPO) en Táchira conocido como cárcel de Santa Ana. Además otros sitios de reclusión tienen militares o civiles por causas políticas: el SEBIN y DGCIM. Cada uno de esos lugares tiene en sus paredes, en sus pisos, en sus barrotes, en sus baños o en sus patios, los retazos de historias con muchas lágrimas, sangre, torturas y crueldad. También de gestos heróicos de gallardía, de solidaridad, de respeto y de calidad humana. Hablemos de Ramo Verde. Ese lugar nunca había tenido tantos militares y civiles detenidos por causas de conspiración, en expedientes señalados por Traición a la Patria, Instigación a la Rebelión o contra el Decoro Militar. En la historia de Venezuela jamás hubo tantos militares acusados por Traición a la Patria; el gobierno de Nicolás Maduro ha roto récord de expedientes por ese delito. Quizá desde el régimen de Marcos Pérez Jiménez tampoco hubo tantas denuncias por torturas y tratos crueles, como en los últimos cinco años. Se ha ido configurando un entramado de violación a los derechos humanos con participación de funcionarios de inteligencia, torturadores, fiscales, jueces, defensores públicos y altos jerarcas militares y civiles que con su actuación o silencio han permitido la tortura física y psicológica de presos y familiares. Todo eso ante la tímida protesta de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Verónica Michelle Bachelet Jeria. Pero también ha servido para que organizaciones como Foro Penal y otras ONG hayan asumido la defensa de muchos de esos detenidos; pero el tiempo y el cansancio por no recibir resultados satisfactorios parece ganarles en el tiempo. Es por ello que en casos como la audiencia de los involucrados en la llamada Operación David (OD), la del asalto al Fuerte Paramacay que comandó el capitán de la Guardia Nacional, Juan Carlos Caguaripano Scott, ha habido molestia por parte de algunos de los detenidos. “Esa mañana Foro Penal llegó tarde y hubo que trasladar la audiencia para las 3 de la tarde. Y después los muchachos que se presentaron no conocían bien el caso y ofrecieron una defensa muy pobre”, relata uno de los presos por OD. “No es la primera vez que eso ocurre. Ha pasado varias veces que los abogados de Foro Penal no llegan. En mi caso sucedió”, narra un detenido que está por una causa distinta. Mala alimentación Una de las cosas que más molesta a muchos de los presos es lo que sucede con aquellos que no tienen más opción que comer de lo que dan en Ramo Verde. “Son porciones pequeñitas con comida de muy mala calidad”. El trato a los familiares es brutal. “Por ejemplo la pasan exigiendo el acta de matrimonio o las cartas de concubinato a las mujeres de los detenidos. Hay algunas que no las tienen a mano, porque tienen años de casados o porque la han extraviado. No le permiten la visita a toda la familia y mucho menos a los amigos”, relata para Infobae una joven mujer. Agrega “en mi caso debí esperar mucho tiempo para poder visitar a mi marido, porque no estamos casados. No permitían que nuestros hijos lo vieran hasta que no lograra llevar la constancia de concubinato, que tampoco podía obtener porque se supone que él debería estar presente para firmarlo. Por fin logré tiempo después resolver eso con un permiso”. Cuentan familiares qué hay reglas muy rígidas, pero no para todos. “Los que pagan tienen acceso a cualquier cosa, sea alimentos, celulares, visitas. Incluso hay quienes pagan la visita de ciertas mujeres que nada tienen que ver con la familia pero que son “damas de compañía”. El que paga no tiene barrotes que frenen sus caprichos”. Grosero e irrespetuoso Hay mucha molestia por el trato que el director de Ramo Verde, Argenis Martínez, le da a los detenidos y a sus familiares, incluyendo a los niños. “Grita y dice palabras denigrantes contra la familia, además de imponer la revisión de los niños por muy pequeños que sean”. La situación para muchos presos es de fragilidad emocional. “Cada día son más los que presentan cuadros depresivos, además de los problemas de salud físicos. Varios de ellos han manifestado, después de ser recluidos en los cuartos de castigo o intentos de suicidio, cierto grado de agresividad, que es continuamente incitada por los custodios de la cárcel”. Una señora revela que vio cuando los custodios obligaron a un niño con una colostomía, a que se quitara la bolsa, con el peligro de contaminación que eso representa. Muchas veces los niños son obligados a desvestirse completamente. “No hay ningún respeto por el pudor de esos niños, que son agredidos física y psicológicamente. Uno les ve en la carita el miedo y la vergüenza cuando son obligados a desnudarse”. En el caso de los adultos, también son obligados a quitarse la ropa completamente. “Varias veces nos obligan a agacharnos, a hacer cuclillas, lo que es demasiado bochornoso”. Cada vez que quieren cambiar las reglas de la ropa que los visitantes deben usar. “Si dicen que es clara y uno no se entera que la cambiaron, porque la semana anterior era blanca o beige, no te permiten el ingreso a la visita”. Lo peor es el lenguaje que usan los custodios, como el de apellido Leal, y el volumen de los gritos con el que tratan a la visita, que casi siempre está constituida por mujeres y niños, que suben cargando pesadas bolsas para llegar a la entrada de la cárcel. Las esposas, madres, hermanas o hijas de los detenidos pasan episodios muy desagradables, algunos que llegan a ser asquerosos, como cuando las funcionarias femeninas obligan a las mujeres con periodo menstrual a quitarse las toallas sanitarias para revisarlas aunque estén ensangrentadas. “Con los mismos guantes que tocan esas toallas, tocan todo lo demás, incluyendo nuestro cuerpo”. El problema de los detenidos con problemas de salud se ha ido agravando, porque no autorizan le traslado para los chequeos médicos o, en los casos en los que los llevan hasta el hospital militar, solo les dan una vuelta y los regresan a Ramo Verde, porque no hay insumos médicos o lo necesario para ser atendidos. Los reclamos han aumentado en Ramo Verde, entre presos y familiares. La consecuencia es que castigan a quienes están encerrados, les dejan toda la noche la luz encendida como un gesto de tortura para que no puedan dormir con comodidad. MÁS SOBRE ESTE TEMA: La CIDH manifestó que usará “todos sus recursos” por defender los derechos humanos en Venezuela
En la cárcel militar de Ramo Verde castigan a los presos y obligan a los niños a desnudarse en la requisa
Las esposas, madres, hermanas o hijas de los detenidos pasan episodios muy desagradables. Aumentan los casos de depresión entre los detenidos