Seguridad

Una nena de 12 años filmó a su abusador y consiguió una prueba irrefutable

El hombre es tío de la chica y está prófugo. Los fiscales sospechan que el delito venía repitiéndose desde que la víctima tenía 6 años.

"Nosotros velamos por la seguridad física y psíquica de nuestra hija. Esto es demasiado para ella", aclara Daniela, mamá de V. una nena de 12 años que después de haber acusado varias veces a su tío de haber abusado sexualmente de ella sin consecuencias, se las ingenió para ponerlo en evidencia de manera indiscutible. Tanto Daniela como Pablo, el papá de la víctima, decidieron proteger su identidad. Pero el hecho de que el acusado esté prófugo desde hace más de veinte días los convenció de hacer público el caso. Pablo y Daniela forman parte de una familia grande y hasta hace poco, muy unida del oeste del conurbano. Se conocieron a los 15 años, a los 20 se casaron y tuvieron a su primera hija casi de inmediato. "Siempre la peleamos, trabajamos los dos. Primero alquilamos, después pudimos comprar nuestra casa. Le transmitimos lo mejor a nuestros chicos, lo que recibimos desde la infancia. Lamentablemente, no esperábamos esto", sostiene Pablo. El abusador es Leandro Martínez, de 43 años, marido de la prima hermana de Pablo. La relación de V. con ambos siempre fue muy estrecha. "Cuando V. tenía dos años, entró a la boda de ellos tirando pétalos de rosa. Su nene mayor es su primito más querido. Desde hace mucho, se quedaba a dormir en la casa, en el barrio cerrado La Tradición, de Moreno", relata Daniela. Una de las noches de verano de 2018, Daniela y Pablo habían dejado a su hija en lo de Leandro y su mujer. "Paró un auto a la mañana frente a casa y era la mamá de una compañerita de V: 'Decime que V. está acá', gritó. Cuando le dije que estaba en lo de sus tíos, me contestó que me tenía que hacer escuchar algo, que mi hija estaba en peligro. Y me hizo oír los audios que mi hija le había mandado a la suya", continúa Daniela. Esos audios eran estremecedores. V. le contaba a su amiguita: "Hola, no sabés lo que me pasó, mi tío me tocó la cola y la chucha. Estábamos los cuatro en la cama y me desperté con él tocándome. Yo cerraba las piernas y él hacía más fuerza. Como que me quiso violar". Daniela y Pablo le mostraron los audios a la suegra de Leandro, el abusador. Ella, llorando, les pidió que no le dijeran nada a su hija (la prima de Pablo) .Que estaba embarazada después de muchos tratamientos y que ya había perdido cuatro bebés. Ellos se dejaron conmover, y retiraron de inmediato a su hija del country sin decir nada. Como la nena les relató lo mismo y agregó detalles (dijo que había gritado 'tengo que hacer pis' y se había ido al baño para interrumpir la situación de abuso, y que se había quedado en shock y por eso no le había contado nada a su tía, esposa de Leandro), tomaron la decisión de comunicarle la cuestión a la psicóloga de V. para que "lo trabajara con ella" en terapia. Las visitas de V. a la casa de su primo empezaron a espaciarse. Sin embargo, una vez, V. pidió permiso para ir con él a un pelotero. Pablo y Daniela dudaron, pero finalmente quedaron en que pasarían a buscarla después a la salida y que no se quedaría a dormir. A pesar de los cuidados, la chica aseguró que su tío le había tocado lascivamente la pierna nuevamente. "No quiero ir nunca más a lo de Leandro y la tía", comunicó. "No se trata de una idea de V. o que no quiera que alguien la toque. Tiene otro tío que se revuelca siempre con los chicos en el pasto y nunca percibió nada raro. Ella sabía de lo que estaba hablando", advierte Pablo. Durante una clase de Educación Sexual Integral en la escuela, V. levantó la mano y delante de sus 35 compañeros dijo: "A mí me pasa, mi tío abusó de mí". La mamá explica cómo siguió el trámite: "Se abrió un expediente. La maestra lo comunicó al gabinete psicopedagógico y derivaron la información a un centro de niñez, pero aún así, todavía entonces nos costaba enmarcar lo que había pasado en un hecho delictivo". Los papás aceptan que tenían el prejuicio de que en familias como las suyas "esas cosas no pasaban". Pablo sostiene que Leandro es un hombre obsesivo, bien educado, puntilloso. "No podíamos creer que fuera culpable de algo así cuando lo veíamos con sus hijos, cómo los cuidaba. Precisamente como V. se hacía pis encima desde los 6 años y él era tan cuidadoso creí que tal vez la había tocado en la cama para ver si no estaba mojada", detalla. Ahora Daniela y Pablo saben que la enuresis y el retraso escolar que sufría su hija eran señales de que estaba siendo abusada. Se los comunicó la psicóloga y lo confirmaron los fiscales. Hubo un nuevo episodio en una fiesta familiar. Leandro levantó de atrás a su sobrina y colocó la mano sobre su pubis. Ella lo relató una y otra vez. Empezó a tener una necesidad desesperada de hablar de eso. El abusador esperaba el mínimo descuido de la familia- buena parte de la cual ya sabía de los hechos- para avanzar sobre la nena. Tal vez V. percibiera esto. Quizás estuviera ansiosa porque se le impusiera de una buena vez un límite al pedófilo que la acosaba. Se sentía sola. Entonces, ideó la forma de conseguir una prueba definitiva. "Hubo una fiesta familiar en lo de mis abuelos, acá al lado", evoca Pablo. "En un momento, cuando yo llego del trabajo, V. empieza a insistir en que le quería mostrar varias mejoras que habíamos hecho en casa a Leandro. Me extrañó mucho, y la ignoré un rato. Pero de repente, cuando vi que tomaba la llave muy dispuesta, la acompañé". V. organizó un tour que a su papá le pareció raro. Primero, fueron al fondo, donde se construía un quincho. Después, llevó a Leandro a su habitación. En cada oportunidad en que su papá se separaba de ellos, él aprovechaba para manosearla. La cámara del cuarto de V. y de su hermanito, recién pintado lo captó claramente. El video donde se ve el abuso se convirtió en materia prima para la justicia. Al salir del dormitorio, Leandro vio el monitor. Triunfante, V. le comentó, como al pasar: "¿Viste que mis papás pusieron cámaras de seguridad?" El hombre miró la cámara y al salir, presionó el cuello de la nena, como advertencia. "Me apretó el cuello y me dolió mucho", asegura ella. "V. lo llevó por todos los lugares de la casa donde habíamos instalado cámaras. Cuando me enteré -me hizo escuchar los audios en que se lo contaba a su niñera, porque no se animaba a decírmelo- y vi que los videos coincidían exactamente con lo que mi hija nos relataba nos desesperamos", cuenta Pablo. Fue recién entonces cuando los padres de V. decidieron ir a la justicia. "Hablamos con ella y le dijimos que se quedara tranquila, que su mamá y su papá iban a hacer lo que tenían que hacer para que nunca más le volviera a pasar", suma Daniela. La pareja estaba devastada, y la nena sumamente conmocionada. "Ella llegó a hacer lo que hizo porque estaba totalmente desbordada", observa. La preocupación de Daniela incluía a la esposa de Leandro, el abusador. "Él era violento con ella. Yo tuve miedo cuando salió la comunicación de una perimetral y prohibición de acercamiento de él hacia V. porque pensé podía convertir a su mujer en otra víctima. Pero si bien ella en un principio nos creyó, después tanto ella como su mamá, tía y madrina de Pablo, se dieron vuelta", continúa Daniela. V. y su hermano empezaron a dormir en la habitación de sus padres. Daniela estaba aterrorizada porque esperaba represalias de Leandro después de la denuncia. Cuando la fiscalía ordenó una inspección socioambiental del country Weston, donde entonces vivía Leandro con su familia, la policía tuvo dificultades para ingresar. La administradora les pidió que para evitar inconvenientes le comunicaran con anticipación cualquier pedido de entrada. "Cuando se produjo el allanamiento, supuestamente Leandro y su esposa se habían ido de vacaciones a Mar del Plata, pero dejando la puerta trasera abierta. ¿Quién se va de vacaciones así? Evidentemente, alguien les habían avisado, y el se había ido en una camioneta solo esa mañana", se queja Daniela. " Está prófugo. No usa el teléfono. No aparece en cámaras de peajes. Evidentemente está muy bien asesorado", apunta Pablo. Interviene en el caso el abogado Luis Rapazzo, que intenta dilatar las diligencias discutiendo la jurisdicción e intentando el cambio de carátula de abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores a abuso sexual simple. "Quiero que esté preso. Mi hija necesita que esté preso. Es lo mínimo que puedo hacer para reparar todo lo que le pasó", finaliza Daniela, mientras hojea el libro que la psicóloga usó para que su hija identificara hechos y sensaciones, Decilo bien fuerte. La mamá de V. de 32 años, sufrió un alarmante accidente isquémico transitorio (un ACV) como consecuencia del estrés. V. le preguntó a su terapeuta si "a otros nenes les pasa esto". Ella le respondió que sí, pero que no todos tenían la valentía de ella, que se animó a hablar. "Nosotros la felicitamos por haberse atrevido", suma Pablo. "Se presume que esto viene pasando desde que V. tenía 6 años, porque fue en ese momento en que empezó con incontinencia sin causa física y problemas en la escuela. Son síntomas de abuso". Hace más de dos semanas que Leandro Martínez está inhallable. Por otro lado. V. no está bien. "Llora por cualquier cosa, se da cuenta de las consecuencias que esto tuvo en la familia, extraña a sus primitos. Por otro lado, quiere hablar. Hablar ante la justicia. Tenía turno en la cámara Gesell para marzo, pero a pesar del trabajo impecable de la fiscalía ahora no sé qué va a pasar, por todos los recursos de la defensa", se pregunta Pablo. El representante legal de la víctima, Juan Pablo Gallego declaró: "Ante el abrumador avance de la investigación y la orden de detención, la defensa particular del prófugo a cargo del doctor Rapazzo ha formulado todas las articulaciones dilatorias posibles. Después de la prolija instrucción de la fiscalía especializada, la defensa viene logrando por más de 25 días mantener oculto a Martínez. Es de gravedad institucional que se mantenga una situación que requiere evidentemente complicidades del sistema".

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