¿Cuántos eran? ¿200.000? ¿300.000? ¿500.000? ¿Importa? Eran miles que, con banderas, carteles, gorritos, pañuelos, vinchas, muñecos de todo tipo, fueron al Obelisco a decir presente para mostrar y mostrarse que no están solos y que son muchos los que en la Argentina defienden los mismos valores de la democracia, la libertad y la República. El jefe de Gabinete y jefe de campaña, Marcos Peña, fue el primer funcionario en instalarse en bambalinas para monitorear el acto, solucionando los problemas que tuvieron muchos manifestantes durante el traslado en transporte público. Todavía más temprano había llegado el secretario de Medios Públicos, Hernán Lombardi, que se ocupó especialmente de que quienes venían a la marcha estuvieran seguros en sus accesos y en la provisión de servicios médicos y de enfermería. A las 17.30, quizás unos minutos más, ingresó por la izquierda Horacio Rodríguez Larreta a quien, cuando fue reconocido por el público, le cantaban “oh oh oh Horacio a la reelección”. El jefe de Gobierno de la Ciudad, junto a al vicejefe Diego Santilli, fueron los primeros en subirse al escenario junto a sus esposas para dirigirse a esa multitud con un mensaje local del “sí, se puede”. Es decir, “sí, se puede mejorar el transporte público”, “sí, se puede hacer obras públicas para la gente”, "sí, se puede , para darle un refuerzo final a su campaña, buscando garantizarse la victoria en primera vuelta. Mientras Peña salía al escenario para pedir unos minutos más hasta que llegue el Presidente y todavía gran cantidad de personas llegaban desde el norte y el sur por la 9 de julio, desde el este y el oeste por avenida Corrientes, se pudo ver a gran cantidad de funcionarios que iban y venían por la zona del escenario, en general sin quedarse en el lugar, porque se intentaba que hubiera espacios VIP. Desde la ministro de Seguridad Patricia Bullrich, hasta el diputado Héctor “Toti” Flores, pasando por el secretario de Cultura Pablo Avelluto, el líder QOM Félix Díaz, el economista Miguel Angel Broda, el escritor Juan Bautista “Tata” Yofre, el periodista Osvaldo Bazán, el ministro del Interior Rogelio Frigerio, los diputados Eduardo Amadeo, Waldo Wolf y Facundo Suárez Lastra, el secretario de Energía Gustavo Lopetegui, la ex senadora María Eugenia Estenssoro, son algunos de los referentes políticos que vio Infobae mezclados entre la gente. La gobernadora María Eugenia Vidal llegó a las 18 y no quiso subirse al escenario. Cerca de ella contaron que “no lo tenía previsto y buscó quedarse con la gente. Se bajó de su auto en la calle Libertad y con su gabinete se fue caminando por Viamonte hasta Cerrito, pudo caminar dos cuadras hasta Lavalle, y uno de sus colaboradores, le consiguió que se pueda subir a la caja de una chata con su hija para seguir todo lo que estaba pasando”. Explicaron que, apenas terminó el acto, se fue a preparar para ir al programa de Mirtha Legrand. Otro dato curioso fue ver la llegada de la columna del comité Capital de la UCR, que avanzó por Cerrito hasta Lavalle con las banderas partidarias y un gran cartel de la Juventud Radical con una foto de Raúl Alfonsín y la consigna “Democracia para Siempre”. En el medio, se pudo ver al candidato a senador Martín Lousteau mezclado entre todos y como si fuera un militante radical más. Entre los militantes, también, al legislador porteño Juan Nosiglia portando un paraguas de “Evolución”, el partido de Lousteau, demostrando una mixtura perfecta entre la joven agrupación y el partido centenario. Antes, Infobae pudo conversar con el economista Jesús Rodríguez, protagonista de la gran movilización de Alfonsín que se realizó el 26 de octubre de 1983, cuando el escenario miraba hacia el sur y él era un joven de la Coordinadora Nacional. Contó que, en ese momento, el locutor del acto era Fernando Bravo, quien para foguearlo, le pidió que dirigiera unas palabras a la multitud. “Desde arriba ví un océano de gente, una experiencia conmovedora, muy parecida a la que se está viviendo hoy”, aseguró. Cuando Macri llegó a las 18.15 los alrededores del Obelisco explotaban de gente. No había un centímetro para moverse y hasta hubo temor por el desborde, pero finalmente las multitudes mantuvieron la calma, a pesar del poco aire que circulaban sobre el escenario. Antes, habían ingresado Juliana Awada, que fue vitoreada como “hechicera” y el candidato a vicepresidente, Miguel Angel Pichetto, a quien también las multitudes le dedicaron unos vítores, “Picheeeeeto, Picheeeeeeto". El Presidente, visiblemente emocionado, reconoció: “Imaginaba algo así, pero otra cosa es vivirlo". Como viene haciéndolo, dialogó con la multitud en una experiencia que muchos aseguran está transformándole su personalidad, quizás elevándolo a una politización argentina a la que siempre le fue esquiva. Su legado, finalmente, es el discurso que compartió con la multitud, a la que le fue preguntando, descontando la respuesta positiva que la gente gritaba, eufórica. "¿Creemos que la honestidad es importante? ¿Creemos que la educación y el trabajo son el camino para progresar? ¿Creemos que integrarnos al mundo es el mejor camino para progresar? ¿Creemos que el que gobierna tiene que estar al servicio de los ciudadanos? ¿Creemos que la justicia tiene que ser independencia? ¿Creemos que definitivamente hay que decirle basta a la impunidad? ¿Creemos que hay que combatir a los narcos y a las mafias? ¿Creemos que la plata de las obras tiene que ir a las obras y no a los bolsos o bolsillos de los funcionarios? ¿Creemos que tenemos que ser libres para pensar y para poder decirlo? “Todo eso en lo que creemos es lo que nos une y es lo que nos trajo hasta acá”, dijo el Presidente ante esa multitud, que ahora se siente parte de una épica que el 11 de agosto parecía imposible y que hoy le canta “Mauricio querido, el pueblo está contigo”. 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