La pregunta que quedó flotando luego de las elecciones universitarias de la última semana es por qué en el peor momento político de Mauricio Macri, el sector que más puntos de identificación tiene con el oficialismo dentro de las facultades arrasó. Al punto de que logró quedarse con ocho de los 13 centros de estudiantes de la UBA y, por primera vez desde 2002, estará en condiciones de volver a ganar la presidencia de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). Hablamos del Reformismo (radicales, peronistas, socialistas e independientes), que fue la manera que encontró la vieja Franja Morada de reinventarse frente al avance de la izquierda. Sobre todo a partir de 2010, cuando el Partido Obrero se alió con La Mella (kirchnerismo) para manejar la FUBA. Recibir newsletter Esa alianza de "centro", que se va más hacia la derecha o hacia la izquierda según la facultad de la que se trate, está cosechando sus frutos ahora. Y todos los actores coinciden en el análisis: correr por izquierda a Macri hoy no aseguraba ganar las elecciones. Los estudiantes confiaron su voto en quienes consideraron que pueden resolverles los problemas del día a día en las aulas. O sea, fue una apuesta a la gestión y en ese campo el Reformismo sacó amplias ventajas. La izquierda lo reconoce y hasta admira esta faceta de sus competidores, terreno en el que saben llevan las de perder. Apuntes más baratos y con mejor calidad de impresión, baños más limpios y que funcionen, menúes estudiantiles más accesibles, son algunas de las variables que los estudiantes universitarios hoy más valoran en un contexto de fuerte crisis económica. Ese escenario se completa, además, con una situación de estabilidad relativa política dentro de las universidades. Un escenario muy diferente al que llevó a la izquierda, el año pasado, a quedarse con 9 de los 13 centros de estudiantes. Mientras aquel 2018 fue un año de paros y tomas de facultades por la falta de presupuesto y paritarias postergadas, 2019 tuvo rápidas respuestas oficiales en este terreno, ante la omnipresencia de la carrera electoral a nivel nacional. Es decir, las expectativas de los estudiantes cambiaron: "Creen que ante el casi seguro acceso de Alberto Fernández a la presidencia, los fantasmas de recortes presupuestarios quedarán atrás y entonces ponen el foco en temas que tienen más que ver con la gestión y las funciones más de tipo gremial que representan los centros de estudiantes", le dijo a Clarín una alta dirigente de La Mella que no deja de reconocer la gran elección del reformismo. Fue tan fuerte el batacazo universitario que sorprendió tanto a la izquierda como al reformismo. Más allá de algunos indicadores que algunos operadores supieron ver en las semanas previas, ninguna de las agrupaciones lo esperaba realmente y mucho menos con las diferencias que se dieron, por ejemplo, en la facultad de Medicina. Esa ventaja casi letal que casi nadie vio venir en las elecciones nacionales a favor del kircherismo, se dio en la universidad pero a la inversa. Acorde con estos resultados, operadores del Reformismo observan un creciente proceso de "despartidización" en la universidad, en la que cada vez parece importar menos la política nacional y más los problemas cotidianos: básicamente, una gran mayoría está preocupada por cómo va a seguir estudiando en un contexto de crisis. Y los que lograron convencer a los alumnos que les pueden garantizar ese aspecto hoy han sido entronizados con el voto. Otro elemento, no menor, es que ninguna agrupación se llama Cambiemos en la universidad. Y aunque haya sectores del reformismo más identificados con la política oficial, siempre intentaron disimularlo con otros colores, sobre todo en los peores momentos del ajuste presupuestario.
Elección universitaria: por qué en el peor momento de Macri el sector político más afín al oficialismo dio el batacazo en la UBA
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