El general Manuel Antonio Barroso Alberto es el agregado militar del régimen de Nicolás Maduro en Brasil, cargo que ejerce con la matrícula diplomática CD24196-00 que vence el 16 de julio de 2021. Es uno de los pocos funcionarios de alto rango de la jerarquía chavista que permanece acreditado en la capital brasileña. Barroso quedó en la mira de Eduardo Bolsonaro, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y de Defensa de la Cámara de Diputados, luego de que el militar chavista asistiera el 23 de agosto en Brasilia a una conmemoración del Día del Soldado en el Cuartel General del Ejército de Brasil, pese que el país reconoce como presidente legítimo de Venezuela a Juan Guaidó. Recibir newsletter Allí, además de Barroso, presenciaron un imponente desfile militar el presidente Jair Bolsonaro; su vice, el general Hamilton Mourao, y el propio jefe del Ejército, Edson Leal Pujol. “No sé por qué las Fuerzas Armadas continúan llamando e invitando a autoridades venezolanas para que en público vayan a prestigiar eventos de nuestras Fuerzas Armadas. No lo consigo entender”, se quejó días después el diputado Bolsonaro en una audiencia pública en la Cámara baja. El gobierno de Jair Bolsonaro reconoce al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. /AFP “Donde quiera que sea, no podemos hacer sentir cómoda a cualquier persona de alto o de bajo escalón de la banda delictiva de Maduro. (…) Tenemos que trabajar duro para congelar todos sus ahorros, fruto de actividades delictivas. Tendríamos que cancelar todos los pasaportes diplomáticos venezolanos. No reconocerlos más, porque usan esos pasaportes para traficar drogas”, agregó el hijo del presidente, propuesto por su padre como embajador de Brasil en Washington. El mensaje de Eduardo tenía como destinatario certero a Barroso, quien dirigió entre 2006 y 2013 la extinta Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), la oficina que manejó el control de cambios y entregó discrecionalmente a precio preferencial miles de millones de dólares a empresas fantasma, muchas ligadas a altos funcionarios del gobierno de Hugo Chávez. El agregado militar de Maduro en Brasil es un hombre de confianza del presidente de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello, de quien fue jefe de Despacho cuando el actual número dos del régimen era ministro de Infraestructura de Chávez. La unión entre ambos es de larga data: durante el golpe de Estado que derrocó brevemente a Chávez en 2002 Barroso ayudó a escapar a Cabello de la sede principal de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), hoy Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), que fue tomada por la efímera sublevación, según un informe de inteligencia al que accedió Clarín. Barroso, de 50 años, tuvo altos cargos desde la llegada de Chávez al poder, a inicios de 1999. Fue director de despacho del Ministerio de la Secretaría de la Presidencia, director de despacho de la Vicepresidencia, presidente del Banco del Pueblo Soberano, Director del Banco del Tesoro y luego sirvió directamente a Cabello. El reporte indica que tras asumir la presidencia de CADIVI por su “amistad entrañable” con Cabello, Barroso “estableció un entramado de corrupción” con los tenientes coroneles retirados Carlos Arias Delgado y Eduardo Ramón Escalante Pérez, accionistas de las importadoras Alimentos Venenceres y Fármacos Veneceres. Ambas empresas recibieron en el 2012 más de 23 millones de dólares de CADIVI sin cumplir requisitos mínimos para acceder al sistema de asignación de divisas establecido en la época. Tanto Arias Delgado como Escalante Pérez, quien está radicado en Canadá, fueron compañeros de promoción de Barroso en la academia militar. El general Félix Antonio Osorio Guzmán, también colega de promoción y ex presidente de la estatal venezolana de distribución de alimentos Mercal y de la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas CASA, participó de esquemas de fraudes con Barroso, según el reporte. De cercana relación con el ministro de Defensa del régimen, Vladimir Padrino López, Barroso es uno de los pocos funcionarios de Maduro en Brasilia que no necesitó mudarse a vivir a la sede de la embajada de Venezuela, como sí lo hicieron otros diplomáticos afectados por la falta de envío desde Caracas de fondos para pagar salarios que no pudieron seguir pagando alquileres. Barroso, además, asumió los gastos de la embajada en Brasilia, también ante la falta de pago del Ministerio de Relaciones Exteriores del país petrolero. De acuerdo a conservadoras estimaciones oficiales y no oficiales, sólo a través de la oficina que administraba el control cambiario, durante el gobierno de Chávez hasta el 2011 se fugaron de Venezuela al menos 130.000 millones de dólares. En el 2012, año de ingresos petroleros récord en la nación caribeña, el Banco Central estimó en 20.000 millones de dólares la demanda no justificada de divisas otorgadas por CADIVI. En base a esas cifras, fuentes de inteligencia calcularon que Barroso atesora una fortuna de más de 100 millones de dólares, parte de ella depositada en Uruguay. Según esas fuentes, pese a que posee cuentas bancarias en bancos de Brasil, no fue objeto de investigación por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera brasileña, que depende del Banco Central. Brasilia, corresponsal
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